jueves, 9 de abril de 2015

Silencios


Aunque no estemos de acuerdo, conocemos que en el escenario político de un partido, de un país, de una comunidad etc. vale casi todo. El silencio como herramienta política para conseguir los objetivos es una de las más usadas y con frecuencia – a pesar de su no ruido – una de las más eficaces. En general produce buenos frutos porque el que suele hablar mucho, mucho yerra. 

Desde aquel – al parecer proverbio árabe - “Soy dueño de mis silencios y esclavo de mis palabras” se han producido miles, millones de silencios. Es cierto que tanto los silencios como las palabras pueden ser interpretados con buena o con mala intención, pero podemos asegurar que la traducción de los silencios necesita un mayor esfuerzo y encierra algunas claves difíciles de transcribir. 

Quiero recordar que los silencios forman parte importante de una partitura y resultan imprescindibles para que una pieza musical llegue a buen fin. Claro que una cosa son los silencios “técnicos” y otra muy diferentes los silencios sociológicos, políticos o personales. En música los silencios responden a una precisión cuasi matemática, los silencios “sociales” responden – normalmente – a intereses de todo tipo o estrategias y argucias para conseguir un beneficio. 

En el plano de la política, desde que Alfonso Guerra dijo aquello de que “el que se mueva no sale en la foto” la política en España quedó marcada para siempre, poniendo la disciplina del partido a modo de bozal para críticos. Algunos dicen que la UCD de la Transición saltó por los aires porque nadie fue capaz de poner en práctica la frase que Don Alfonso dijo después. Faltó silencio y sobró ruido. En cualquier caso “el silencio de los 600”del PP reunidos en Junta Directiva Nacional para muchos sonó como un gran grito. Grito mudo, valga la paradoja. Como mínimo fue algo extraño, raro. Que después de haber perdido 17 diputados y 500.000 votos en Andalucía nadie dijera nada es muy sorprendente. Si es que no tenían nada que decir resulta asombrosa la falta de autocrítica y si alguien tenía cosas que decir y no las dijo por miedo a ser eliminado de las listas – municipales, autonómicas o generales – pues muchísimo peor. Mucho peor en un partido que alardea de democracia interna.

Mariano Rajoy es una persona que comenta poco. Es más reservada que silenciosa. Su estado natural parece ser un letargo activo: observa y controla todo pero emite poco. Es parco en hechos y palabras y mucho menos en detalles. El tiempo es aliado de sus silencios y a él no le va mal del todo. Es de aquellos que espera ver pasar el cadáver de su adversario. “Soluciona” muchos de sus problemas mediante una ignorancia activa de los mismos. Calla. Jamás entra en un avispero. Digamos que mantiene silencios estratégicos.

 Pablo Iglesias, después de que la concentración en Madrid a finales de enero no cubriera las expectativas ha estado bastante oculto a los medios. Hace unos días saltó de nuevo a la escena pública con una rueda de prensa reposada, calculada y muy medida. Al Sr. Florentino Pérez se le escuchó que él no habla. Lógicamente él no habla de los temas que no le interesan. Arturo Más ha vuelto a escena después de una época de meditación y reflexión ante la bajada del independentismo en Cataluña. La verdad es que para escuchar el ¿harakiri? de UPyD parece adecuado que los partidos prefieran pasar desapercibidos y hablen sólo cuando tengan cosas relevantes que decir en su propio beneficio. Lo que no dicen Pedro Sánchez o Susana Díaz es -seguro- más sabroso que lo que expresan. Silencios clamorosos sobre temas que a todos interesan. 
Considero que el silencio nunca es neutral, es una decisión que provoca algo. Algunos dicen que el silencio es dorado (silence is golden), otros que el silencio suena (the sounds of silence), para otros el silencio es como una llovizna que te empapa. El silencio de un cementerio tranquiliza y sobrecoge al mismo tiempo, mientras que en un monasterio te acompaña y te ayuda a vivir. En un ascensor con un desconocido el silencio te violenta. En otras ocasiones el silencio evoca recuerdos e imágenes. En ocasiones el silencio da miedo y a veces es salud.

En cualquier caso estoy seguro de que el silencio siempre será tu cómplice. Como cómplice puede llegar a esclavizarte y sólo tendrás el ruido para liberarte.

  
 
 

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