Una vez más ha sido el ambiente político el que me ha motivado a escribir
estas líneas. Ciertas personas – la verdad es que demasiadas - iluminadas por todas las estrellas del
universo transmiten todo lo que les llega o casi todo. Hubo un tiempo en el que
la palabra civil era sagrada. Un trato verbal, una confidencia, un secreto
familiar o unas fotos comprometidas eran respetados. La dignidad de las
personas estaba en juego. Siempre hubo traidores a la confianza depositada,
pero los criterios de honradez y respeto a la profesión, amigos o familiares
prevalecían y se valoraban por encima del dinero, la fama o posibles ascensos.
Da cierta vergüenza ver como compañeros de partido filtran a los medios pruebas
inequívocas de las malas prácticas de algún padrino o camarada; en el ambiente
judicial las filtraciones son continuas a pesar del secreto sumarial; la vida
más íntima de los famosos se va conociendo por precisas y calculadas entregas en
revistas y en los platós de TV; la policía – a veces – filtra detalles de
operaciones que se van a realizar por razones que desconozco; los periodistas
con el derecho a informar que la Constitución les reconoce rozan límites de
dudosa legalidad; ¿Qué decir de los amantes despechados que cuelgan fotos íntimas
de su pareja o revelan secretos “a deux” por celos o por desacuerdos?. Prueba
de todo lo anterior es que los juzgados están repletos de causas, querellas y
denuncias por estos motivos o similares. Siempre creí que es mejor un acuerdo
dialogado – aunque no sea el mejor - que un buen pleito.
Los motivos de tantas filtraciones pasan por venganzas personales, dinero,
envidia, vanidad, ganas de hacer daño, posibles ascensos o descensos en el
ámbito compartido, publicidad, ganancias electorales……a veces se filtran hasta mentiras
y ¡ hasta se insiste en ellas con el ánimo de convertirlas en verdad!. Otro
factor importante es el tiempo: Hay personas que son capaces de guardar un
secreto durante años y ante una incidencia
de última hora, publican todos los dimes y diretes tan concienzudamente
guardados. La fecha, el tiempo de la difusión es clave. También se dan casos de
que sea el mismo /a interesado/a el/la que revela detalles y matices para
arrastrar al fango a la persona que fue su cómplice.
Quiero pensar y pienso en los secretos de la sociedad que deben seguir
siéndolos. Pienso en las conversaciones privadas que han de mantenerse como
tales y en las informaciones íntimas que, lógicamente, tienen que formar parte
de la intimidad. No es mi intención fomentar la cultura de la boca cerrada, no.
Si creo que las personas y los medios tenemos que aprender qué cosas podemos y
debemos decir y qué cosas podemos y debemos callar.
Es normal que los profesionales de la medicina se enteren de las
enfermedades que padecen sus enfermos. A veces los enfermos tienen grandes
responsabilidades públicas. En otros casos lo importante son las circunstancias
familiares que rodean a enfermos y enfermedades. En otros son las repercusiones
sociales de su enfermedad….estoy pensando en artistas, toreros o futbolistas.
Creo que no estaría bien que los médicos hicieran fotocopias de determinados
informes y los repartieran a los medios. Si un medio publicara la enfermedad de
un ciudadano traicionado por su médico ¿estaría bien? ¿Qué pasaría si eres tú -
periodista - el traicionado, el perjudicado? ¿Comprenderías que un compañero
hiciera pública tu enfermedad filtrada por tu sanitario?.
¿Cómo veríamos que un sacerdote compartiera las confesiones de sus
feligreses en un reality show? ¿Cómo se sentiría una persona al ver que sus
“faltas” son comentadas y analizadas en una tertulia? ¿El medio – canal de TV,
emisora de radio, el periódico – y el periodista serían asépticos en un caso
así?.
¿Qué podríamos decir del secreto profesional de un maestro? . Como docente y
tutor he tenido la oportunidad de conocer detalles de mis alumnos, enfermedades
o situaciones familiares de compañeros, familias y adolescentes. He realizado
miles de anotaciones de reuniones, de problemas......Son pormenores que
permanecerán en el baúl de los recuerdos y no estaría nada bien que yo cediera
información o lo publicara directamente en las redes sociales….por mucho morbo
o mucho interés que mis revelaciones pudieran tener.
Nunca me pareció bien el secreto bancario y más cuando se usa para tapar
evasión de impuestos, dinero del narcotráfico o de la venta de armas. Unas
entidades privadas que ayudan a esconder las ilegalidades de otros hay que
denunciarlas y cerrarlas. Comprendo que en el ámbito de la investigación
científica o industrial haya secretos siempre que estos no perjudiquen a la
vida cotidiana de la ciudadanía. Temas de patentes o de fórmulas, dónde suele
haber grandes inversiones de recursos humanos y económicos, deben de tener el
ambiente necesario para que nadie diferente a sus autores se apropien de ellas.
Asunto difícil – este de la investigación - cuando se trata de multinacionales:
Tengo claro que las multinacionales deben de estar “por debajo” del Gobierno de
un país y no al revés.
Sobre secretos de los Estados – muchos de ellos militares – puedo decir que
es un tema que se me escapa por completo. Desconozco ese ámbito y digo que no
me gustan pero creo que resultan inevitables. Sí tengo claro que deben de ser
los mínimos. Hay ámbitos – que la democracia debe definir - que llevan
circunstancias intrínsecas y una de ellas es no revelar determinadas
informaciones. Todo el mundo no puede saberlo todo.
Por último está el secreto ibérico, que no se refiere a ningún secreto de la península como todo el mundo sabe, sino a la parte interna del lomo de cerdo – lomito – en lo que sería su axila, con una textura y sabor excepcionales. Este secreto está para revelarlo a voces por su exquisitez, en particular si procede de los cerdos ibéricos del Valle de los Pedroches.
Secretos del alma, secretos compartidos, secretos de mujer, secretos y mentiras, secretos del paraíso, secretos grandes, secretos de cocina, secretos del corazón, secretos del abuelo, secretos de amor, secretos cantados y secretos contados.....son secretos.
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