Ya hay un español que quiere vivir y a
vivir empieza, entre una España que muere y otra España que bosteza.
Españolito que vienes al mundo te guarde
Dios. Una de las dos Españas ha de helarte el corazón.
(Antonio Machado, 1912)
Si
Don Antonio Machado reconocía en su famoso “Españolito” la existencia de las
dos Españas que musicó Serrat y parafraseó Sabina, no voy a ser yo el que le
quite la razón al maestro. Es más – profundizando en su razonamiento - hace
algunos años publiqué unas reflexiones sobre la tercera España – que es la que
más me gusta – y que yo denomino “la España del encuentro”.
El actual mapa autonómico nos podría llevar – sin
necesidad de excesivas exageraciones – a considerar la existencia de 17
Españas. Son tantas las diferencias y tantos los matices que existen en esta
piel de buey que alguna comarca provincial podría ser considerada como un
Estado independiente. Tartessos, fenicios, griegos, cartagineses, iberos,
celtas, romanos, vándalos, alanos, visigodos, árabes, aragoneses, castellanos,
astures, lusitanos etc….se mezclaron en un territorio limitado por dos mares y
una tremenda cordillera. Los territorios más extremos – tanto los del Norte
como los del Sur - asimilaron mayores
influencias de sus vecinos europeos o africanos. En particular el Norte pudo
mantener núcleos de costumbres y tradiciones más puras por ser zonas
más protegidas por la Naturaleza. Ahora que las zonas de paso fueron un “tutti
fruti” de culturas, razas, religiones y pensamientos. Indudablemente nadie fue
puro al 100 % pero todos reconocemos que el aislamiento favorece y da pie al
discurso único, a un ensalzamiento exagerado de la propia forma de vivir.
Es por todo lo anterior por lo que me llamó
fuertemente la atención “La ley de la Memoria Histórica”. Si Machado reconoce
dos Españas – concepto con el que muchos españoles están de acuerdo - creo que
al menos tendremos que reconocer dos Memorias colectivas. Si la Constitución
admite 17 Comunidades Autónomas con diferencias más que sensibles, es razonable
plantearse que a lo mejor existen 17 visiones / memorias de España o que
necesitamos 17 gafas diferentes para comprender lo que ocurre en este excepcional
Estado. Exagerando podemos concluir que es posible que existan tantos millones
de visiones de España como millones de españoles.
Si en el fútbol
español
hay
11.666 clubes que suman 52.421 equipos con sus correspondientes aficionados (datos
a 30 de junio de 2014), si se reconocen seis u ocho idiomas, si en el año 2015
se contabilizaban en España 4750 partidos políticos……¿Cómo se puede pretender
que en España exista UNA Memoria Histórica?.
Es absolutamente ridículo y para nada se ajusta a la realidad. Y además no una
memoria cualquiera, sino la memoria de una Guerra Civil que sirvió de ensayo
para la II Guerra Mundial. Considero y entiendo – y así lo he constatado – que
existen miles / millones de memorias: todo depende de lo que la gente vivió,
sintió y sufrió. Todo depende de las faenas que unos gastaron a los otros y de
las faenas que los otros les gastaron a los unos. Una ley con ese título sólo
puede pretender una manipulación de la historia intentando que su visión sea
“la verdadera y la única”. ¿Qué tiene que ocurrir para que todos reconozcan que
hubo multitud de víctimas inocentes en los dos bandos? ¿Cuánto tiempo tendrá
que pasar para que dejemos de arrojarnos los muertos? ¿Para cuándo
enterramientos dignos para todos los muertos fallecidos, fusilados o asesinados?
¿Para cuándo una reconciliación de las distintas memorias? ¿Porque prolongar en la
memoria una guerra que terminó hace
casi 80 años? ¿Cómo pueden estar más resentidos los nietos que los abuelos,
genuinos sufridores de aquella tragedia?.
De ningún
acontecimiento existe “una memoria, la memoria”. Ciertamente hubo unos sublevados
y otros leales al gobierno, pero a partir de ahí los acontecimientos – que
fueron únicos – se cuentan o se recuerdan tintados de ideología, de
sentimientos, de pareceres y de HECHOS. Me atrevo a asegurar – como lo demuestran cientos
de libros de autores españoles y extranjeros – que jamás habrá una memoria.
Habrá una ley, pero nunca una memoria y menos histórica.
Termino con unas reflexiones de Tony Judt [1]:
“Yo creo profundamente
en la diferencia entre la historia y la memoria; permitir que la memoria
sustituya a la historia es peligroso. Mientras que la historia adopta
necesariamente la forma de un registro, continuamente reescrito y reevaluado a
la luz de evidencias antiguas y nuevas, la memoria se asocia a unos propósitos
públicos, no intelectuales: un parque temático, un memorial, un museo, un
edificio, un programa de televisión, un acontecimiento, un día, una bandera.
Estas manifestaciones mnemónicas del pasado son inevitablemente parciales,
insuficientes, selectivas; los encargados de elaborarlas se ven antes o después
obligados a contar verdades a medias o incluso mentiras descaradas, a veces con
la mejor de las intenciones, otras veces no. En todo caso, no pueden sustituir
a la historia”.
Que cada cual saque sus conclusiones. Saludos
cordiales para la izquierda y para la derecha.
[1] Tony Judt fue un historiador y escritor británico, profesor en varias universidades. Especializado en Europa, dirigió el Erich Maria Remarque Institute en la Universidad de Nueva York. Fue colaborador habitual de la revista New York Review of Books.
No hay comentarios:
Publicar un comentario