lunes, 27 de mayo de 2019

El naranjo torcido

               Cuando era un niño se me quedó grabado aquello de: el árbol desde chiquitito. Con el tiempo me he dado cuenta de lo frecuente que es aprender frases o refranes en determinados momentos de tu vida y, al cabo de los años, las memorizas comprendiendo mejor lo que significan. Además puedes comprobar su veracidad observando lo que sucede a tu alrededor.
               Corría el final del siglo XX cuando descubrí cerca de mi casa un naranjo inclinado hacia el Este. Al principio no le eché mucha cuenta. Sólo que me molestaba su visión al estar habituados a que los árboles huyan de la tierra en vertical. Camino del supermercado, muchas veces pasé por su lado. Era una atracción fatal la que la Tierra le producía. Su copa, a modo de cabeza, se humillaba hacia la salida del sol pareciendo hacer una reverencia y reconociendo su autoridad e importancia. Un día me paré y observé que estaba sano y fuerte, pero su amor por el saliente era más que un deseo. Era una realidad física.
               Me propuse arreglar esa anomalía. Encontré duras cintas de plástico de embalajes de motos, las cuales, amarradas a unos postes de hierro que impedían el acceso de coches al espacio entre bloques, consiguieron cierta forzada verticalidad. Pasaron unos días sin novedad pero al quinto o al sexto las cintas se habían roto y el naranjo, como aguja vegetal imantada, volvía a marcar el este. Noté que tenía fuerza y no me dejaba que lo pusiera derecho. Entonces eché mano de varios palos de madera que anclé en el suelo intentando levantarlo. A duras penas el naranjo se enderezó un poco, pero pude darme cuenta de que mantenía un intenso pulso con los extremos de los intrépidos palos que colaboraban en mantener su esbeltez. Mi interior sabía que era una lucha desigual, pero no cejé en el empeño.
               Dos días después volví a pasar por allí. Habían regado y los palos, ante la inconsistencia de la tierra mojada, retrocedieron. El naranjo exhibía su inclinación como una victoria. Uno de los palos, posiblemente cansado, yacía en el suelo. Los otros dos dudaban si caerse. La impotencia me llevó a pensar que la inclinación no era un defecto, sino algo natural y frecuente que podía hacer de la Naturaleza algo singular, pero mi cerebro no lo aceptaba como tal. Fue entonces cuando con palos y cuerdas, juntos, diseñé un sistema para tirar del dichoso arbolito hacia el oeste. Con periodicidad semanal tensaba las cuerdas y empinaba algo esas maderas que intentaban llevarle la contraria a su obstinada dirección. Pareció corregirse algún centímetro pero alguien cortó las cuerdas y retiró los palos: su tronco recuperó el terreno engañosamente cedido. Me recordó al junco que se curva ante el viento pero una vez calmadas sus ráfagas recupera por completo su posición. El instinto natural de este árbol, cual brújula botánica, era mantener el Este.
               Vino una época de sequía y semanalmente lo regué durante meses, sobre todo en verano. Mejor un árbol inclinado que seco. El árbol agradecido me ofreció su mejor imagen y me correspondió con un verdor intenso. Sus abundantes hojas brillaban de salud. Pero, una vez salvado, ante la persistente cabezonada oblicua del vegetal me aburrí y poco a poco lo fui olvidando. Su destino estaba marcado. Durante años, quizás de cinco a seis, lo he visto sin mirarlo pero de repente, hace unos días, volví a percatarme de su buena salud y de su amor por el sol naciente. Se ha hecho más robusto y está frondoso. Su autonomía es total y, como cabra que tira al monte, él sigue apuntando hacia donde lo ha hecho toda su vida.
¿Qué me he encontrado ahora? El árbol tiene el tronco más grueso y una i griega, Y, gigante de madera que alguien colocó lucha impotente contra ese apartamiento de la vertical. En su pie le han salido dos hijos muy derechos, perpendiculares al cielo y a la tierra. La convivencia entre los tres es total. Viéndolos se me ocurrió pensar que de progenitores torcidos pueden salir retoños normales y que ideologías extremas – con la lima del tiempo - cosechan pensamientos de centro. La Naturaleza y la vida parecen compensar las tendencias de uno y otro lado, dando lugar a una prodigiosa diversidad que alberga lo uno, su contrario y lo del medio. Todo tiene su sitio y nadie es más que nadie. En el escenario del tiempo caben mezclas de eventos y circunstancias – a veces naturales a veces artificiales – y juntos determinan, aliñados de dosis de azar, lo que permanece, como lo hace y lo que se va.
               Inclinados o derechos, todos los árboles tienen la misma oportunidad de existir y no seré yo quien elimine ninguno. Todos aportan oxígeno y hacen el prodigio de transformar el dióxido de carbono en troncos, ramas, hojas y frutos. Lo de la inclinación, realmente, es indiferente, secundario.
               A la vista de los dos vástagos derechos, se me ocurrió proponer el corte del naranjo atravesado. Desaparecido el principal y antiguo propietario de ese trozo de terreno, sus descendientes aprovecharían sus fuertes raíces formadas con los años para crecer más y mejor, para consolidar su perpendicularidad, pero deseché la idea. Debe ser la Naturaleza la que solucione el problema que ella misma creó. Será ella quién decida el cómo y el cuándo. De momento siguen creciendo los tres en amor y compaña y a mí me gusta verlos.









martes, 21 de mayo de 2019

Desenfoques

            El polivalente ser humano está hecho, entre otras cosas, para observar. Mediante la observación y la experiencia vamos acumulando datos en nuestro cerebro que, de forma inevitable y como un espejo bioquímico, compara con lo almacenado. De ahí surgen las opiniones, los comentarios, los argumentos y – a veces- el inexcusable debate.
               Normalmente, las ideas con las que coincidimos generan bienestar y seguridad, pero las que no concuerdan con nuestros pensamientos previos provocan un especial chasquido mental. Así se acumulan imágenes u opiniones de situaciones, entidades o personas y que de alguna forma desequilibran. Ese desequilibrio nos impulsa a plasmarlas por escrito o a comentarlas. Ambas son expresiones de un desahogo.
               Últimamente, me parece fatal el descomunal marketing que se observa en la política española. Todo es envoltorio, imagen, estética, escenario. Todo es campaña electoral. Asesores y políticos están en modo operación elecciones…¡Suenan tan falsos….! Evitan los verdaderos problemas de la gente[1], charcos para ellos, no vayan a manchar su imagen con alguna salpicadura. Entrevistas prohibidas. Son más cómodos los mítines. Sobre debates, ya hablaremos cuando controlen desde el primer foco a la última pregunta, pasando por el tiempo de respuesta y el número de primeros planos. Las campañas se convierten así en una representación inverosímil y disparatada donde la realidad brilla por su ausencia. Lo peor de todo es que, en muchos casos, toda esa artificialidad funciona a pesar de tratarse de un desenfoque premeditado y alevoso.
               La irrupción de las redes sociales han roto por completo las pocas fronteras que quedaban en el planeta, considerado ahora como una aldea global. Es cierto que la comunicación se ha universalizado y eso está bien, pero las redes desvían la atención sobre lo que realmente nos importa. Están llenas de vanalidades, de mentiras, hacen perder un tiempo precioso y en palabras de Umberto Eco “les dan espacio a legiones de idiotas”. Intentaremos quedarnos con la parte buena aunque no se espera que mejoren en contenidos.
               Otro extravío que ahora parece empezar a corregirse es el del exceso de pantallas (móvil, PC, tablets, videojuegos…) pues resulta que los gurús digitales llevan a sus hijos a escuelas donde la tiza es la reina y las pizarras tradicionales han sustituido a las digitales. Los ordenadores ya no sirven para edades tempranas y es mejor el lápiz y un cuaderno de papel. Los protagonistas son los maestros y los niños con los recursos de los años sesenta (1960). El desarrollo personal de los alumnos pasa, ahora, por dibujar una imperfecta circunferencia y no por la perfecta redondez que se conseguiría con un ordenador. Lo digital desaparece hasta la adolescencia. Los magnates de la digitalización luchan ahora contra sus propios equipos de ingenieros y psicólogos que diseñan tecnología para mantener a sus hijos enganchados.
               Desaguisados, desatinos, despropósitos, insensateces…, es por eso que, en mi opinión, estamos condenados a elegir: Entre una escuela centrada en la burocracia y en los temarios y otra que lo haga en la vida de los alumnos; entre religiones muy restringidas por dogmas y doctrinas y otras que se preocupen por el día a día de las personas; padres y madres deberán optar entre ser padres multitarea - no ejerciendo como tales ante unos superocupados hijos - o tener todos más tiempo libre y compartirlo; para los medios de comunicación la cosa se resuelve escogiendo entre opinar o informar y prescindir o no del índice de audiencia; los bancos y las empresas parecen tenerlo claro pues el dinero se antepone, con cierta crueldad, a hombres y mujeres y también los indepes catalanistas victimistas, afectados de xantopsia grave, que piensan que el arco iris es monocolor. ¿Qué tal si la Moncloa y el BOE dejan de utilizarse como oficina de lanzamiento electoral del partido que gobierna?. ¿Se pueden olvidar las veleidades del PSOE con los supremacistas catalanes?. Habrá que elegir. Todo lo anterior no me hace sentir muy bien. Más bien todo lo contrario. Quizás por eso lo escribo.
               No pretendo llevar razón, pero entre estas líneas discurren mis principios. No estoy seguro del todo. Si no gustasen tengo otros, pero me temo que se parecerán bastante a los expuestos.





[1] P.e.: Nada se habla de que la actividad económica cayó 5,7% en enero con respecto al mismo período del año anterior.

jueves, 2 de mayo de 2019

PARECERES


Prólogo de ‘Crisol de Pareceres’

       Tres inquietos profesores y una periodista. Confieso que prologar este libro, en el que estos tres profesores, con inquietudes más allá de la docencia, de pluma ágil y comprometida,  recopilan muchos de los artículos publicados a lo largo de su vida profesional, me causó cierto desasosiego pero también un enorme agradecimiento. Me une a ellos no solo una vinculación periodística sino también gran admiración por su trabajo. En el suplemento de Educación, que coordino en Diario CÓRDOBA, desde 1987, han tenido las puertas abiertas para publicar sus opiniones, siempre acertadas, sobre las preocupaciones e inquietudes de cada momento. Análisis y pareceres de tres docentes que no han dudado en salir del aula del instituto para transmitir sus ideas y conocimientos en ese aula exterior que nos lee a través de los periódicos.
       Sebastián Muriel Gomar y Casimiro Jesús Barbado, desde la ciencia, y Antonio González Carrillo, desde la Filosofía, han unido sus variadas reflexiones en este volumen, que seguro nos dará a conocer a unos hombres de profundas convicciones que aportan sus opiniones sobre temáticas muy variadas.
       Sebastián Muriel, natural de Alcaracejos, catedrático de Física y Química en el IES Medina Azahara, su último lugar de trabajo, ha publicado en prensa escrita y blogs, pero este es su primer libro. Su primer artículo lo publicó en Diario CÓRDOBA, el 24 de diciembre de 1984, titulado ‘Los ajustes y reformas necesarias en el terreno de la enseñanza’, donde abordó los cambios que se vislumbraban en la Formación Profesional. Luego, durante décadas, el Suplemento de Educación fue la plataforma para seguir mostrando sus análisis certeros, lo mismo que desde las páginas de Opinión del periódico. Cuando me sugirió, junto a Casimiro, que pudiéramos dedicar una sección a la ciencia, no lo dudé un instante, y abrimos un espacio  para la divulgación científica. Ya ambos formaban parte de la Asociación del Profesorado de Córdoba por la Cultura Científica, que ha luchado mucho por dar a la ciencia el lugar que merece.

       Ambos entienden que “la ciencia es cultura”, y esta concepción, a veces olvidada por la ciudadanía pero también por alguna parte del profesorado y de las administraciones, unida a un compromiso por mejorar la enseñanza de las ciencias, los animó en el 2003, junto a un grupo de profesores de profesores de Biología y Geología a promover una campaña en defensa de esta asignatura, germen de la asociación que después se constituiría, cuyo reto más importante fue la celebración de la actividad ‘Ciencias en la calle’,  hoy Paseo por la Ciencia.
       Así pues, muchos de sus artículos en el Suplemento de Educación  se enfocaron en esta línea de divulgación científica. Sebastián evoluciona en una tercera parte de su recopilación de artículos de este libro y sus temas se enfocan a asuntos más cotidianos y algo más de literatura, “pero el tufillo de lo pedagógico está siempre presente”, confiesa. Para Sebastián Muriel, “esta obra sintetiza nuestra inquietud por aprender y por opinar”.

       Las inquietudes de Casimiro Barbado, profesor de Biología y Geología en el IES Miguel Crespo, de Fernán Núñez, han derivado a lo largo de los años por tres claros temas: educación, cultura científica y laicismo. Lamenta que muchos de los temas sobre los que ha reflexionado en el ámbito de la educación no se hayan solucionado desde que empezó a formularlos en el 2005, desde la lamentable situación de las enseñanzas científicas a la necesidad de un pacto educativo. También escribió en el Suplemento de Educación de Diario Córdoba varios artículos de divulgación científica, consciente del “gran abismo” que encontraba entre las ciencias y las letras y la absurda idea de entender que una persona es culta solo si ha leído a grandes de la literatura y no por conocer los “enigmas” de la ciencia. El laicismo es otra de sus preocupaciones, pero no como movimiento antirreligioso, sino como lucha hacia un estado aconfesional y una enseñanza pública libre de influencia religiosa.

   
   Antonio González Carrillo, profesor de Filosofía nacido en Villaharta, la tercera pata de este “triunvirato” docente, empezó a dar clases en el curso 1979-80 y tras pasar por centros en Valencia, Zaragoza o Melilla recaló en Córdoba, en los IES López Neyra, Trassierra y Alhaken II, en la capital, así como en los institutos de Fernán Núñez, Puente Genil y Posadas. También sus inquietudes traspasaron pronto los límites del aula y empezó a publicar artículos en revistas especializadas de Filosofía, de pedagogía y arte, así como en periódicos locales, como Diario CÓRDOBA, donde ha dejado plasmadas muchas de sus reflexiones en el Suplemento de Educación y en las páginas de opinión. Este libro confiesa que supone una especie de  “biografía intelectual”.
Antonio González aborda tanto temas de Filosofía, materia de la que ha sido docente más de 30 años, como de política, literatura o artes. Comienza con un artículo instando a releer a Ortega puesto que “su pensamiento sigue siendo hoy un mensaje refrescante en el mundo de la cultura”, y continúa con Castilla del Pino, Descartes, Habermas o Karl Popper.
      Su inquietud cultural la plasmó también en el Gran Teatro, donde fue creador, director y coordinador de la revista El Paraíso. Así también dedica algunos artículos al teatro, a Leo Brower, que fue director de la Orquesta de Córdoba, o a Dylan, al que llama ‘trovador eléctrico’.
En definitiva, un volumen para conocer pareceres diversos sobre asuntos de plena actualidad, reflexiones sobre la educación, la ciencia y la cultura, análisis claros y acertados de tres amigos docentes, comprometidos con Córdoba y el mundo.

 Carmen Aumente, Redactora Diario Córdoba.


Acoso en la escuela

        Hoy, 2 de mayo, se conmemora el Día Mundial Contra el Acoso Escolar. Se trata de una campaña de concienciación sobre el acoso en la escuela, un problema que afecta a escolares en todo el mundo.​​​ El color del lazo representativo es el púrpura.

        Desde estas páginas hacemos nuestra pequeña aportación contra todo tipo de acoso en el ámbito educativo. Se trata de un sencillo poema que forma parte del libro "Pareceres", recientemente presentado en la Librería Luque de Córdoba capital. 


Era un niño muy gris:
sus compañeros le habían robado los colores.
Era un niño muy triste:
sus alegrías las trituraron los mayores.
Era un niño infeliz:
porque la vida lo remató con sinsabores.
Pero su hada madrina,
la esperanza,
rompió su imagen gris y mortecina,
le hizo reír con ganas no gastadas
y la algazara,
se convirtió en su dulce dama bailarina.
Ríe ¡Por favor! Mi niño atormentado,
que tu sonrisa alumbre mi camino,
recupera tu tiempo no empleado
y que el amor encienda tu destino.
¡¡ Era un niño acosado!! 

Mayo, 2018
sbtnmuriel