jueves, 11 de noviembre de 2021

Sueños de concordia: Filiberto Villalobos

 

Portada. Foto ANSEDE y JUANES
Arvhivo familia Villalobos

Desde estos “Relatos para la Esperanza” queremos dar a conocer la figura del doctor Filiberto Villalobos. No vamos a opinar sobre él ni sobre sus conductas ya que todo eso está muy bien analizado por personas que conocen, con detalle, su personalidad y su biografía. Desde aquí solo pretendemos llamar la atención para que lo conozcan. Nuestro objetivo es la difusión de hechos y actitudes enmarcados en la concordia y en la esperanza de un mundo mejor.

En 2005 hubo una exposición[1] en Salamanca que utilizando la figura de D. Filiberto mostró las peculiaridades históricas de esta provincia y de la nación entre 1900 – 1955. La exposición ya no está, pero nos dejó interesantes pistas de sus contenidos:

En primer lugar está el libro – catálogo “Sueños de Concordia: Filiberto Villalobos y su tiempo histórico (1900-1955)”, es una obra fiel de lo que se expuso. Coordinado por Ricardo Robledo Hernández y editado por Caja Duero es un trabajo bien hecho: fantásticamente documentado cuenta con la colaboración de decenas de personas muy preparadas y de entidades depositarias de “sabrosos” fondos. Una obra muy completa con fotos e imágenes alusivas que ilustran a la perfección exquisitos y curiosos textos repletos de información. Su lectura es muy recomendable. Aunque está descatalogado la obra se puede encontrar en librerías dedicadas al sector de la “segunda mano”.

En esta dirección https://revistas.usal.es/index.php/0213-2087/article/view/1021/1119, en su página 323, pueden encontrar una magnífica reseña del libro anterior escrita por Glicerio Sánchez Recio[2]. Esta sería la segunda pista.

En cuanto a la tercera se trata del tríptico que se hizo con motivo de la citada exposición, el cual transcribimos a continuación:

“Filiberto Villalobos González (Salvatierra de Tormes, 1879 – Salamanca, 1955) fue un médico con generosa y constante dedicación a su consulta, aunque desarrolló intensa actividad pública desde sus tiempos de estudiante hasta el estallido de la guerra civil, tras haber ocupado el Ministerio de Instrucción Pública en tres Gobiernos de la II República.

Los problemas de la tierra y de la educación ocuparon sus fundamentales afanes políticos, pero también se volcó en la atención a la infancia para curar y prevenir la enfermedad al tiempo que se mejoraba la instrucción [formación] de los niños. Estos perfiles son los que nutrieron esencialmente, el relato expositivo que, desde criterios historicistas y con su figura como hilo conductor, recreó medio siglo de la vida salmantina y española. Villalobos figuró como un actor comprometido con su provincia y su país y, en el desarrollo de su tarea, dejó un reconocido sendero de trabajo y afán de mejora de las condiciones sociales. Por ello, en su recorrido vital llama la atención la propuesta moral de un hombre que persiguió la búsqueda de la convivencia, el respeto y el ansia de concordia.

La exposición, con las huellas de Villalobos como guía, arrancó con la presentación de una Salamanca en la que el entonces estudiante de Medicina estrenó el siglo y su dedicación pública. En esta tarea, siempre con el republicanismo firme como motor, Villalobos cubrió etapas en el Ayuntamiento de la capital, donde dejó una estela de eficacia a través de sus propuestas modernizadoras con saneamientos, abastecimientos, dotaciones escolares y sanitarias, inquietudes que trasladó a partir de 1913 a la Diputación, donde añadió la mirada y gestión en torno a los problemas agrarios que mordían los pueblos con la derrama de gentes hacia la emigración.

La exposición apuntó esas situaciones con referencias salmantinas y del conjunto del país a través de documentación tanto de imágenes como de textos, así como piezas de referencia y la aportación de obras de arte que apoyan el relato expositivo. Desde su inicial condición de diputado a Cortes por el distrito de Béjar desde 1918, Villalobos vivió intensamente la vida pública, como apuntó la exposición a través de sus propuestas y actuaciones parlamentarias, que se cortaron con la Dictadura. Pero en ese periodo el médico desplegó una dedicación que se ha reconocido como ejemplar con la labor desarrollada en la edificación de escuelas desde la Caja de Previsión social, de la que fue consejero – delegado, al tiempo que consejero de la Caja de Ahorros de Salamanca. Los edificios salmantinos se dotaron de edificios escolares en una operación que sirvió de modelo para otros puntos del país.

Uno de los símbolos de la II República
 (Archivo de Basilio Martín Patino).
La llegada de la República en 1931 recuperó a Villalobos para la actividad política, y en las elecciones a Cortes Constituyentes se alzó con el mayor número de votos en las urnas salmantinas. Sin olvidar asuntos como la atención a la infancia, el campo y la educación marcaron su esfuerzo, lo que motivó el respaldo electoral en las demás convocatorias republicanas, a pesar de la fuerte campaña de desprestigio que organizó la derecha de la provincia.

En abril de 1934, el Dr. Villalobos entró a formar parte del gobierno de R. Samper, y en la Instrucción Pública continuó en el Gobierno que formó A. Lerroux en octubre. Pero dimitió de su cartera a causa de la obstrucción de la derecha, que se opuso a sus actuaciones y planteamientos reformistas en educación. De nuevo volvió al mismo Ministerio en diciembre de 1935, con el Gobierno Portela Valladares hasta que las elecciones de 1936 introdujeron el gobierno del frente popular.

La exposición mostró como el estallido de la guerra civil sorprendió a Villalobos en su clínica, en la que se encontraba cuando en agosto de 1936 se le comunicó su detención e ingresó en prisión, con acusaciones por sus ideas y programa político. Hasta julio de 1938 permaneció en la prisión provincial de Salamanca y durante varios años soportó un expediente de responsabilidades políticas.

La postguerra la vivió D. Fili, como era conocido, dedicado a su clínica y con renovada atención a los enfermos necesitados, pero sin presencia pública. Un infarto de miocardio terminó con su vida el día 13 de febrero de 1955, y su entierro constituyó una gran manifestación de duelo.

En las diferentes salas que acogieron la propuesta expositiva, a través de una serie de “escenas”, se presentó una vida intensa y solidaria, con profundo peso moral y ansias de concordia, siempre dentro del entramado salmantino y español en diferentes momentos del siglo XX.



[1] Esta magnífica exposición tuvo lugar en las Escuelas Menores de la Universidad de Salamanca entre el 12 de febrero y el 31 de mayo de 2005.

[2] Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alicante. Experto en la historia política e instituciones durante la Guerra Civil y el régimen franquista, es autor de Justicia y guerra en España. Los tribunales populares, 1936-1939 y Sobre todos Franco.

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