El calor, la calor,…¡ ojú!, ¡ozú!, ¡
ojú! es que es horroroso: “el sol pica demasiado y no se puede aguantar”, “estamos
en casa metidos como topos”, “este verano ni la piscina nos puede consolar”, “parecemos
garbanzos echados en remojo”, “todo el eterno día tirado en el sofá y con el
aire puesto”, “está uno tan pegajoso…”, ”las casas están recalentadas y cada
día es peor”,…¡ y luego esa calima”,….
El calendario avanza. Las olas de
calor navegan por sus hojas dejando estelas de terca sequedad. El calor es como
un oso enorme que te abraza, una manta invisible que te envuelve dentro y fuera
de casa. El calor es esa sensación que hace sentirte mal y te impide tirar de
unas piernas que pesan toneladas al mismo tiempo que el sudor deja seco tu
cuerpo y te mueves cada vez más despacio. El calor te agota, te consume, se
apodera de ti, te debilita y te deja clavado en el sillón. Es mejor no moverte,
no pensar, no hacer nada, solo dejar pasar el tiempo y esperar que refresque
mientras apuras la botella de agua.
Desde que a la Tierra la hemos ido
vistiendo con metano, anhídrido carbónico, y otros primos hermanos está más calentita. Un pijama de gases hace de
carcelero de unos rayos que entran y no pueden volver. La temperatura aumenta y
todos nos cocemos un poco más; los polos se derriten; sube el nivel del mar;
llueve de otra manera; las corrientes marinas y los anticiclones se preguntan
qué pasa y buscan nuevas brújulas; la sequía hace su julio, su agosto y su
septiembre y el personal, conocedor de que el clima lleva tiempo cambiando, envuelto
de torpeza, se muestra dividido: los grandes intereses (estratégicos, económicos,
políticos, comerciales o bélicos) de unos pocos se ponen por delante del
bienestar de todos y se priorizan frente a las quejas que el Planeta nos da,
sin darse cuenta que hasta los más fuertes van a sucumbir. Como siempre los débiles serán de los primeros.
Llevo algún tiempo preguntándome hacia
dónde nos lleva este progreso y estoy convencido que desnaturalizar la Tierra
no debe formar parte de él. Tengo la fuerte sensación de que nos han tomado el
pelo y nos lo siguen tomando. Ni las grandes potencias son tan grandes ni los
gobiernos democráticos son tan democráticos. Estamos en unas democracias
adulteradas por colosales intereses de los podertenientes, el marketing y la
publicidad de los que pueden pagarlos y el soporífero estado del bienestar que
pretende adormecer conciencias y comprar voluntades y silencios, entre otras
cosas.
Ante la pasividad del hombre y la
mujer, la Tierra
se defiende como un habitante más del Universo y provoca huracanes, tsunamis,
inundaciones, pandemias, extingue sus especies – vegetales y animales – más
rápido que nunca, y trata de poner las cosas en su sitio al recordar que ella
es más vieja que nadie y sabe lo que hacer para recuperar un equilibrio que el
hombre le quitó. Será cuestión de siglos, pero ganará la batalla.
Desconozco si estamos ante el punto
crítico de la irreversibilidad, pero si no lo estamos parece no faltar
demasiado. Hemos de elegir entre una humanidad para la Tierra o una Tierra para
la humanidad….. el gran problema es que las soluciones tienen que venir de
arriba y no parece que eso vaya a ocurrir. El desastre es tan enorme que la
suma de aportaciones individuales, aunque sean millones o miles de millones de
personas, no detendrá un proceso que amenaza con transformar el Planeta Verde y Azul en un erial. Si al cambio climático le añadimos la contaminación generalizada
de agua, aire, suelos, más incendios etc…el final de la película está cantado.
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Esta foto pretende ser un pequeño homenaje a todas las que cuidan de la Tierra |
Somos ocupas violentos que estamos
expulsando todo lo natural a una velocidad de vértigo. Estamos desterrando a la
Tierra sin poder enviarla a ningún sitio y de paso nos deportamos a nosotros
mismos.
Verano del 2022, hemisferio norte,
Planeta Tierra: un verano para reflexionar. La Humanidad tiene que pensar en la
Tierra y actuar como ella. Los planetas, los astros, también tienen sus derechos.
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