miércoles, 13 de marzo de 2024

Amnistía de los 24

 

Protestas de Tsunami contra la sentencia del "proceso"

Amnistía tiene la misma raíz que amnesia. La RAE define la primera como un perdón retroactivo de cierto tipo de delitos que extingue la responsabilidad de sus autores y la correspondiente pena. Yendo a nuestro caso concreto, Amnistía de los 24 (24 de julio 2023 y aplicada en el 2024): si el Estado amnistía es que reconoce que se equivocó y por tanto pide perdón por los daños causados. Craso error en el asunto del procés. Explicaré por qué.

Resulta difícil añadir algo nuevo a todo lo que los medios han comentado desde el pasado 24 de julio 2023, fecha clave inmediata posterior a las elecciones generales, sobre la ley de amnistía que el Estado Español va a conceder a los, hoy, delincuentes del proceso catalán. Pero es tan grave todo esto que, aún a riesgo de repetición, hay que volver a dejar constancia. La definición de la RAE lleva explícito que se concede a “cierto tipo de delitos” o sea a personas que han delinquido. Aunque resulte trabajo arduo, nunca estéril por muchas cortinas gubernamentales que el Gobierno de Sánchez coloque, es solidario, y casi obligatorio moralmente, sumarse a la inmensa mayoría de la sociedad española que clama en contra de una amnistía que tergiversa la realidad, su sentido y su significado. El Estado no tiene que pedir perdón por aplicar la legislación vigente. No quiero circunscribir mi rechazo a “esta amnistía” a España. Estaría en contra de esta medida en cualquier otro país del mundo si coincidieran las mismas circunstancias. Es una amnistía “contra natura”.

Estoy en contra de esta amnistía porque para nada refleja el sentir de la sociedad civil. La mayoría –se habla del sesenta o setenta por ciento de la ciudadanía- la rechaza, incluidos sectores de la izquierda. El Gobierno, con un detestable paraguas paternalista, nos trata como si fuéramos niños que no sabemos lo que nos conviene y nos dice: “Tú déjate querer que yo sé lo que te viene bien”. El Senado está en contra, medio Congreso de los Diputados también además de Gobiernos Autónomos, Diputaciones, Ayuntamientos, asociaciones y entidades de todo tipo …incluso hay ilustres letrados e instituciones que dicen que es ilegal ¡Esta amnistía tiene demasiada gente en contra! Pedro Sánchez lo sabe, pero pasa con tal de consolidar su propio interés.

No estoy de acuerdo con esta amnistía porque su texto está dictado por los mismos delincuentes que atentaron gravemente contra el bien común, sin importarles la convivencia ni el dinero público. Solo miraron su ombligo y sus intereses. Sánchez se ha limitado a tomar apuntes de los deseos dictados. Los nacionalistas radicales catalanes golpearon la Constitución con toda su mala intención. Fue un acto consciente, pleno de insolidaridad, deslealtad y egoísmo. Aparte de su ilegalidad. De ahí su judicialización. El texto de esta ley “ad hoc” está impuesto por aquellos que se benefician. Una vergüenza y un despropósito. Es una autoamnistía en toda regla. Solo le falta poner los nombres y apellidos de los que se aprovechan.

Estoy en contra de esta amnistía porque rompe por completo el principio de igualdad entre españoles. Muchas personas por mucho menos están en la cárcel y tienen hipotecado su patrimonio personal. Los independentistas catalanes que protagonizaron el llamado “proceso” son unos privilegiados y para colmo son políticos. En mi cabeza no cuadra tanta cesión por parte de un primer ministro y su gobierno en un estado de derecho.

No estoy de acuerdo con esta amnistía porque es un espantoso intercambio de cromos: Amnistiar a Puigdemont y a los suyos a cambio de la investidura de Pedro Sánchez como Presidente. La Moncloa por impunidad. Y todo esto ocurre en el ámbito de la élite política. Si eso no es corrupción política ¿qué otra transacción podría serlo? Yo te perdono tus contrastados delitos a cambio de que votes en el Congreso mi permanencia en la Moncloa. Podrá ser una medida legal –doctores tiene la iglesia- pero es terriblemente injusta e inmoral. Para más inri, no podemos olvidar que, ante el golpe independentista, Pedro Sánchez estuvo de acuerdo en la aplicación del artículo 155 y se ha pasado casi cinco años presumiendo de su interés por colocar a Puigdemont delante de la justicia. Incluso habló de endurecer las penas.

Estoy en contra de esta amnistía porque aquí no se ha negociado nada. Pedro Sánchez se ha limitado a obedecer. Siento una terrible impotencia viendo que nuestro Presidente se arrodilla ante el chantaje de un prófugo, animador del terrorismo callejero que está pendiente de ser culpable de alta traición por los contactos mantenidos con Putin. Todo es demasiado grueso.

No estoy de acuerdo con esta amnistía porque debilita la dignidad de un Gobierno ya débil, debilita al Estado, debilita a la Administración de Justicia y, a mi juicio, debilita el estado de derecho y la separación de poderes. Aquí solamente ganan Puigdemont y un Sánchez marioneta de este.

Estoy en contra de que una ley tan importante como esta, que ha dividido al país, se tramite por el procedimiento de urgencia, pese al aviso del Senado, letrados, Comisión de Venecia, etc… saltándose informes, debates y filtros. Demasiadas prisas impuestas por el de Waterloo.

No estoy de acuerdo con esta amnistía porque la actitud de los independentistas es prepotente, avasalladora y chulesca. Su comportamiento y declaraciones son del más puro estilo caciquil. Su tono es humillante y causa bochorno ajeno. Además estoy convencido que esta amnistía no ayudará ni a la convivencia ni a la normalización de Cataluña porque los radicalismos nacionalistas son insaciables y no dejarán de pedir y pedir y pedir. Según ellos la represora España tiene una deuda eterna e infinita con Cataluña, impagable. Por mucho que se les dé, querrán más. Aún no fueron amnistiados y ya está diciendo que lo volverán a hacer –declaración unilateral de independencia- que se publiquen las balanzas fiscales[1] para que se vea el maltrato monetario a Cataluña, que si un concierto económico especial, expulsión del español de las aulas, etc, etc… Creerse únicos y exclusivos es lo que tiene. Lo peor de todo es que Sánchez les hace caso sabiendo que son de los más ricos de España y que asumen ideas de la extrema derecha, aparte de una malísima gestión económica a lo largo de los últimos años.

A veces pasa por mi cabeza que Marruecos y Puigdemont están en conexión y disponen de información privilegiada sobre Sánchez y su gobierno, ya sean documentos, cintas, los móviles del propio Sánchez, Marlaska y Margarita o la injerencia rusa. Aparte de eso Puigdemont tiene los siete votos que lo mantienen de Presidente y Marruecos –muy apoyado por EE.UU. últimamente- controla la emigración ilegal, tráfico de drogas, comercio por el estrecho, etc… y no deja de tener en su punto de mira a Ceuta y Melilla y varios islotes más. Uno y otro, Puigdemont y Marruecos pueden hacer mucho daño a Sánchez. Ambos le han tomado la medida y ambos obligan al Presidente a aceptar sin responder o a hacerlo muy débilmente.

Todo esto ocurre en medio de un escandalazo que huele mal: varios Ministerios aparecen implicados en una sospechosa trama de comisiones, caso Koldo, por la compra de mascarillas. Fue durante el estado de alarma, en plena pandemia. Para colmo, por medio de un tal Víctor de Aldama, presidente del Zamora CF, existen sospechosas conexiones con ayudas que el Gobierno concedió a Air Europa y con las maletas venezolanas del Delcygate. Un Ábalos, piedra angular de Pedro Sánchez, abandonado a su destino se ha pasado al Grupo Mixto. Por aparecer hasta aparece el nombre de Francina Armengol, tercera autoridad del Estado, ligada a una dudosa compra de mascarillas inservibles y la esposa del presidente del Gobierno con unos extraños contactos con empresarios que recibieron dinero –al parecer excesivo- por parte del Gobierno de Sánchez para reflotar sus empresas. Todo esto se investiga. Cada día salen nuevos datos y mascarillas, Delcygate y Air Europa se extienden como una mancha de aceite. Por cierto que me parece una burla y una tremenda falta de respeto que a Sánchez le pregunten por el caso "Koldo" y utilice los asesinatos del 11M para responder.

Ante todo esto, amnistía y corrupción, la Administración de Justicia es la presa más codiciada en esta lucha política sin cuartel. Al poder político le sienta muy mal la ley y una Administración de Justicia independiente. Por ahí navegan, con mayor o menor acierto, la Fiscalía General del Estado, el Consejo General del Poder Judicial –pendiente de una horripilante renovación- la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo. El mejor favor que pueden hacer Gobierno y oposición es dejar en paz a los jueces, que los dejen trabajar, que dejen de manosear al Poder Judicial, pero me temo que eso será difícil.

Espero que la ciudadanía, tintada de una polarización provocada e interesada, opte por la moderación y la crítica argumentada y exija a los políticos un comportamiento digno y respetuoso porque la sana convivencia entre todos los españoles es, desde la Transición, nuestro mejor tesoro. Las actuaciones políticas deplorables, tienen que ser deploradas y desde luego no necesitamos a ningún mesías político que nos salve y nos diga lo que tenemos que hacer. 

Si la mayoría social española no quiere la amnistía, esta no debería de producirse. La amnistía debería de haber ido en el programa electoral del PSOE o bien someterla a referéndum. Esto de todo para el pueblo pero sin el pueblo ya sabemos que es puro despotismo, ilustrado, pero despotismo. Por coincidencia de fechas, que no de hechos, siempre nos quedará Portugal y Antonio Costa.



[1] Las balanzas fiscales que la Agencia Tributaria va a dar a conocer es un dato incompleto ya que faltará el conjunto de inversiones que el Estado realiza en Cataluña, pero servirá a Puigdemont y a su gente para seguir pregonando su victimismo como región poco favorecida.

martes, 5 de marzo de 2024

La serenidad

 

Clevedon, UK, febrero 2024

La serenidad es de color azul o de un verde esmeralda como el color del mar. Imaginar la serenidad no es fácil pero la podemos soñar como un océano sin oleaje, similar a la superficie del agua que puede contener un plato. Serenidad significa quietud o movimiento armónico, una danza suave, acompasada y rítmica, más bien un poco lenta como le ocurre a algunas de las obras de Peteris Väsks, compositor letón. Väsks, enormemente influenciado por las cuestiones medioambientales, escribió “obras tonales largas, lentas y contemplativas con un fuerte sentimiento por los lagos, los bosques y el paisaje en general.” Su Música serena lo identifica pues no parece tener principio, centro, ni fin, nada amenazadora. De sus notas se desprende el lamento por su país ocupado, Alemania y Rusia, pero tiene la virtud de no caer jamás en lo enfermizo. Siempre le queda una serena puerta a la esperanza. Es llamativo como la serenidad se asocia con frecuencia con la Naturaleza, a pesar de la violencia que encierran algunas de sus manifestaciones.

Hay espacios propicios al cultivo del sosiego. Así resulta indiscutible que el ambiente de recogimiento y silencio que en general se desprende en el interior de centros de meditación, iglesias, salas de spa, etc. ayudan a las personas a encontrarse con su serenidad y así participar de cierta plenitud. Es una sensación parecida a volar, comparable con el vuelo de un águila estática que avanza suspendida en el aire. La introspección eleva el espíritu. Curiosamente, esa desconexión te conecta contigo y te produce paz.

Geuensee, CH, enero 2024

La serenidad se aprende, se ejercita, se entrena como un músculo. Se logra con esfuerzo al calor de una lumbre interpretando el fuego, el color de las llamas y el crepitar de un tronco. La montaña en su cima te premia con dosis calculadas de tranquilidad. La altura parece estimular una calma interior que te acaba saliendo por las extremidades, a modo de masaje oficiado por manos invisibles. Desarrollar un hobby o la práctica del yoga ayuda a rebajar los niveles de estrés y de ansiedad y por tanto aumenta tu equlibrio.

Observar a diario el rostro sereno de un anciano que sonriente te anuncia buenos días es un tremendo privilegio. Un premio de lotería emocional que supera con creces los premios en metálico, aunque, ciertamente, es cuestión de valores. La cara de un bebé que sueña con despreocupación al calor de un hogar o en unos brazos que lo abrazan es otro manantial de sosegada luz.

Es grato leer noticias sobre la serenidad que manifiesta el cirujano en una complicada operación o aquellas que se refieren al éxito de un piloto de avión de pasajeros ante un viento difícil en el aterrizaje. Sorprende la firmeza tranquila del cuerpo de bomberos frente a la atrocidad de un fuego o la calmada y rápida actuación de un equipo de emergencia en un inesperado desastre natural. Todos, templados por unos nervios de acero y una compacta formación, suelen ser un ejemplo de profesionalidad y de eficacia.

La Morra, Los Pedroches, Córdoba, España

Ante el tamaño y cantidad de barbaridades que con frecuencia destila el ambiente político –auténticas provocaciones y enormes tomaduras de pelo en muchas ocasiones- la serenidad es un auténtico bálsamo que conduce a la reflexión y al análisis antes de pronunciar estentóreas respuestas. La serenidad es el hogar donde se cuecen las posibles réplicas u objeciones porque desde ella se trazan los puentes. En un contexto político que alimenta la crispación y las pinturas en blanco y negro, la serenidad se alía con la empatía como manantiales de valores civiles que deben prevalecer. Ante la serenidad, el conmigo o contra mí fallan en su intento de marcar las pautas de una sociedad dominada por la prisa y unas endemoniadas redes sociales.

Es evidente que la serenidad no tiene nada que ver con la resignación ni con el conformismo y mucho menos con la pasividad. La serenidad es el óptimo marco de nuestras argumentadas críticas, es una cualidad de la persona que tiene que ver con las formas. Se puede vivir serenamente, tomar decisiones muy duras y refutar sin contemplaciones y sin levantar la voz.

Por desgracia con serenidad, con frialdad, se puede destilar mucho daño. Como otras cualidades de las personas hay quien las emplea para el bien o para el mal. Aquí hemos querido centrarnos en sus aspectos más virtuosos.

Caminar, atravesar un bosque, andar sobre la nieve, escuchar a los pájaros, dejar que te penetre el rumor de las olas, prestar atención a los rezos en las mezquitas, contemplar una aurora boreal, escucharse entre cómplices, dejarse arrastrar por voces que te acompañan, sentir la lluvia a modo de nana, disfrutar de una copa de vino, … La serenidad, en positivo, tiene muchas columnas. Lástima de su fragilidad.

Serenidad