Clevedon, UK, febrero 2024 |
La serenidad es de color azul o de un verde esmeralda como el color del mar. Imaginar la serenidad no es fácil pero la podemos soñar como un océano sin oleaje, similar a la superficie del agua que puede contener un plato. Serenidad significa quietud o movimiento armónico, una danza suave, acompasada y rítmica, más bien un poco lenta como le ocurre a algunas de las obras de Peteris Väsks, compositor letón. Väsks, enormemente influenciado por las cuestiones medioambientales, escribió “obras tonales largas, lentas y contemplativas con un fuerte sentimiento por los lagos, los bosques y el paisaje en general.” Su Música serena lo identifica pues no parece tener principio, centro, ni fin, nada amenazadora. De sus notas se desprende el lamento por su país ocupado, Alemania y Rusia, pero tiene la virtud de no caer jamás en lo enfermizo. Siempre le queda una serena puerta a la esperanza. Es llamativo como la serenidad se asocia con frecuencia con la Naturaleza, a pesar de la violencia que encierran algunas de sus manifestaciones.
Hay espacios propicios al cultivo
del sosiego. Así resulta indiscutible que el ambiente de recogimiento y
silencio que en general se desprende en el interior de centros de meditación,
iglesias, salas de spa, etc. ayudan a las personas a encontrarse con su
serenidad y así participar de cierta plenitud. Es una sensación parecida a
volar, comparable con el vuelo de un águila estática que avanza suspendida en
el aire. La introspección eleva el espíritu. Curiosamente, esa desconexión te
conecta contigo y te produce paz.
Geuensee, CH, enero 2024 |
La serenidad se aprende, se ejercita, se entrena como un músculo. Se logra con esfuerzo al calor de una lumbre interpretando el fuego, el color de las llamas y el crepitar de un tronco. La montaña en su cima te premia con dosis calculadas de tranquilidad. La altura parece estimular una calma interior que te acaba saliendo por las extremidades, a modo de masaje oficiado por manos invisibles. Desarrollar un hobby o la práctica del yoga ayuda a rebajar los niveles de estrés y de ansiedad y por tanto aumenta tu equlibrio.
Observar a diario el rostro
sereno de un anciano que sonriente te anuncia buenos días es un tremendo
privilegio. Un premio de lotería emocional que supera con creces los premios en
metálico, aunque, ciertamente, es cuestión de valores. La cara de un bebé que
sueña con despreocupación al calor de un hogar o en unos brazos que lo abrazan
es otro manantial de sosegada luz.
Es grato leer noticias sobre la
serenidad que manifiesta el cirujano en una complicada operación o aquellas que
se refieren al éxito de un piloto de avión de pasajeros ante un viento difícil
en el aterrizaje. Sorprende la firmeza tranquila del cuerpo de bomberos frente
a la atrocidad de un fuego o la calmada y rápida actuación de un equipo de
emergencia en un inesperado desastre natural. Todos, templados por unos nervios
de acero y una compacta formación, suelen ser un ejemplo de profesionalidad y
de eficacia.
La Morra, Los Pedroches, Córdoba, España |
Ante el tamaño y cantidad de barbaridades que con frecuencia destila el ambiente político –auténticas provocaciones y enormes tomaduras de pelo en muchas ocasiones- la serenidad es un auténtico bálsamo que conduce a la reflexión y al análisis antes de pronunciar estentóreas respuestas. La serenidad es el hogar donde se cuecen las posibles réplicas u objeciones porque desde ella se trazan los puentes. En un contexto político que alimenta la crispación y las pinturas en blanco y negro, la serenidad se alía con la empatía como manantiales de valores civiles que deben prevalecer. Ante la serenidad, el conmigo o contra mí fallan en su intento de marcar las pautas de una sociedad dominada por la prisa y unas endemoniadas redes sociales.
Es
evidente que la serenidad no tiene nada que ver con la resignación ni con el
conformismo y mucho menos con la pasividad. La serenidad es el óptimo marco de
nuestras argumentadas críticas, es una cualidad de la persona que tiene que ver
con las formas. Se puede vivir serenamente, tomar decisiones muy duras y
refutar sin contemplaciones y sin levantar la voz.
Por
desgracia con serenidad, con frialdad, se puede destilar mucho daño. Como otras
cualidades de las personas hay quien las emplea para el bien o para el mal. Aquí hemos
querido centrarnos en sus aspectos más virtuosos.
Caminar, atravesar un bosque,
andar sobre la nieve, escuchar a los pájaros, dejar que te penetre el rumor de
las olas, prestar atención a los rezos en las mezquitas, contemplar una aurora
boreal, escucharse entre cómplices, dejarse arrastrar por voces que te
acompañan, sentir la lluvia a modo de nana, disfrutar de una copa de vino, … La
serenidad, en positivo, tiene muchas columnas. Lástima de su fragilidad.
Serenidad |
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