miércoles, 7 de febrero de 2024

Antenas y demás artefactos

 

En un paseo matutino por pueblos de Los Pedroches, en medio de una despoblación[1] que hasta ahora nadie ha intentado frenar con seriedad, me da por elevar la vista y observar terrazas y tejados. Me sorprendo al darme cuenta de lo poblados que están algunos. Artilugios y dispositivos que el progreso conlleva han anidado en las alturas a modo de erguidos pájaros abstractos y metálicos.

En la década de los setenta del siglo pasado tejados y azoteas se cubrieron de antenas de televisión y también de algunos aparatos de aire acondicionado, aunque buena parte de estos últimos se instalaron, fundamentalmente, en fachadas. Se hablaba de la contaminación del paisaje urbano por la selva de antenas y la acumulación de compresores. Los alzados y shunts[2] se convirtieron en albergues de cables, tubos y aparatos de los más atrevidos y frescos vecinos, provocando que algunos shunts perdieran, por completo o parcialmente, su importante función extractora de malos olores de cocinas y aseos. Con el tiempo se impusieron las antenas colectivas de TV y terrazas y azoteas recuperaron su imagen primitiva, aunque rápidamente nos invadieron las antenas parabólicas que, aun siendo menos numerosas, volvieron a metalizar y colonizar las alturas. Incluso algunos balcones cambiaron flores por parabólicas y aparatos de aire. A todos ellos se unieron algunas altísimas antenas de radioaficionados que pinchaban las nubes, dando la sensación de que cualquier bloque podría ser un centro de oscuro espionaje o una pequeña sucursal de la NASA.

               Después vinieron los teléfonos móviles y volvimos a las andadas. Muchas azoteas y terrazas fueron alquiladas para la instalación de gruesas antenas y enormes repetidores. Algunas comunidades de vecinos se resistieron por aquello de que la concentración de ondas electromagnéticas pudiera resultar perjudicial para la salud, pero al final, si no la ponías tú la ponían tus vecinos. Tus vecinos cobraban un alquiler y tú padecías un nivel similar de la posible contaminación electromagnética. Resultado: ciudades y pueblos, también los campos –sobre todo las proximidades de las carreteras- se poblaron de unas super gigantes antenas que aseguraban la cobertura de millones de móviles. A miles de montañas le salieron unos cuernos metálicos, receptores y emisores de trillones de conversaciones e imágenes cifradas que, con demasiada frecuencia, publican las revistas y los periódicos porque todo se graba. Los “Grandes Hermanos”, que almacenan cantidades gigantescas de información, nos siguen, nos vigilan y nos persiguen. Si no que se lo pregunten a Elon Musk, Nueva Divinidad en el templo del ChatGPT.

Ahora las azoteas se han convertido en elevadas parcelas de negocio de las eléctricas. ¡Ponga un panel en su bloque y si son cuarenta, muchísimo mejor! El asesino efecto invernadero ha encontrado en el Sol y en el Viento su mayor enemigo. Será a costa de poblar los campos de centrales eólicas y solares y también tejados de las casas y las partes altas de los bloques. Como decía al principio, las azoteas y la creatividad humana van de la mano, no tienen límites. Igual te encuentras un helipuerto, una piscina, un restaurante, un bar de copas que una minicentral de energía solar. Otra vez el paisaje, tanto rural como urbano, alterado, aunque esta vez parece que es por una buena causa: mejorar la salud de la Tierra y de paso la nuestra.

De todas formas creo que ingenieros, arquitectos, constructores y gobiernos deberían de ser más previsores y lo mismo que se hace una red interior en los bloques de teléfono, agua, internet, TV, calefacción o frio, en las próximas construcciones deberían de incluirse sistemas integrados que no alteren tanto el paisaje. Supongo que como la ciencia avanza una barbaridad nos proporcionará paneles mucho más eficaces, más duraderos y de menor tamaño y con nanocélulas metidas en molduras del tamaño de una tableta de chocolate podamos atender las necesidades energéticas de un hogar medio.

La Ciencia y Tecnología en el 2050 seguro que nos sorprenderán. Solo tenemos que mirar la evolución de la industria del sonido en las últimas décadas. En música, el recorrido de los vinilos a youtube ha sido vertiginoso, pasando por las cassettes, los CDs, el pen, Spotify, etc… Qué decir de la peregrinación del teléfono por medio de operadora a los móviles de hoy, pura acrobacia tecnológica. Si aterrizamos en el campo de la energía, estamos sustituyendo el carbón por el hidrógeno lo que supone un salto descomunal. Robots que operan o que acompañan. Todo irá bien siempre que el planeta azul siga siendo verde y un bosque de pinos o una dehesa no se transformen en frondosos parques de paneles, antenas o aerogeneradores. ¿Alguna solución para quitar de en medio las viejas torres que soportan la red de alta tensión?

De todas formas, he de advertir que lo que más me preocupa es que nos cambien la humanidad del hombre y nos hagan esclavos de una tecnología o de ambiciosos y fanáticos líderes populistas. Los asedios a nuestra libertad y a nuestra democracia son reales. El espíritu crítico se está sustituyendo por el pesebre de unos miles de euros y obediencia. Espero que siempre permanezca una masa crítica de personas que inicien la reacción en cadena del sentido común, de la honradez, sin demagogia ni cuentos chinos. Los dictadores no descansan y últimamente se disfrazan de urna y de pueblo. Un peligro sin duda.



[1] Según el blog Solienses Los Pedroches han perdido 5.303 habitantes en los últimos quince años.

[2] El shunt de ventilación es un conducto que parte desde su vivienda hasta la salida del tejado y sirve para evacuar el humo y los olores que se acumulan en la habitación dónde está, p.e. baño y cocina.

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