En un paseo matutino por pueblos de Los Pedroches, en medio de una despoblación[1] que hasta ahora nadie ha intentado frenar con seriedad, me da por elevar la vista y observar terrazas y tejados. Me sorprendo al darme cuenta de lo poblados que están algunos. Artilugios y dispositivos que el progreso conlleva han anidado en las alturas a modo de erguidos pájaros abstractos y metálicos.
En la década de los setenta del
siglo pasado tejados y azoteas se cubrieron de antenas de televisión y también
de algunos aparatos de aire acondicionado, aunque buena parte de estos últimos se
instalaron, fundamentalmente, en fachadas. Se hablaba de la contaminación del
paisaje urbano por la selva de antenas y la acumulación de compresores. Los
alzados y shunts[2] se
convirtieron en albergues de cables, tubos y aparatos de los más atrevidos y
frescos vecinos, provocando que algunos shunts perdieran, por completo o
parcialmente, su importante función extractora de malos olores de cocinas y
aseos. Con el tiempo se impusieron las antenas colectivas de TV y terrazas y
azoteas recuperaron su imagen primitiva, aunque rápidamente nos invadieron las
antenas parabólicas que, aun siendo menos numerosas, volvieron a metalizar y
colonizar las alturas. Incluso algunos balcones cambiaron flores por
parabólicas y aparatos de aire. A todos ellos se unieron algunas altísimas
antenas de radioaficionados que pinchaban las nubes, dando la sensación de que
cualquier bloque podría ser un centro de oscuro espionaje o una pequeña
sucursal de la NASA.
Después
vinieron los teléfonos móviles y volvimos a las andadas. Muchas azoteas y
terrazas fueron alquiladas para la instalación de gruesas antenas y enormes
repetidores. Algunas comunidades de vecinos se resistieron por aquello de que
la concentración de ondas electromagnéticas pudiera resultar perjudicial para
la salud, pero al final, si no la ponías tú la ponían tus vecinos. Tus vecinos
cobraban un alquiler y tú padecías un nivel similar de la posible contaminación
electromagnética. Resultado: ciudades y pueblos, también los campos –sobre todo
las proximidades de las carreteras- se poblaron de unas super gigantes antenas
que aseguraban la cobertura de millones de móviles. A miles de montañas le
salieron unos cuernos metálicos, receptores y emisores de trillones de
conversaciones e imágenes cifradas que, con demasiada frecuencia, publican las
revistas y los periódicos porque todo se graba. Los “Grandes Hermanos”, que
almacenan cantidades gigantescas de información, nos siguen, nos vigilan y nos
persiguen. Si no que se lo pregunten a Elon Musk, Nueva Divinidad en el templo
del ChatGPT.
Ahora las azoteas se han
convertido en elevadas parcelas de negocio de las eléctricas. ¡Ponga un panel
en su bloque y si son cuarenta, muchísimo mejor! El asesino efecto invernadero
ha encontrado en el Sol y en el Viento su mayor enemigo. Será a costa de poblar
los campos de centrales eólicas y solares y también tejados de las casas y las
partes altas de los bloques. Como decía al principio, las azoteas y la
creatividad humana van de la mano, no tienen límites. Igual te encuentras un
helipuerto, una piscina, un restaurante, un bar de copas que una minicentral de
energía solar. Otra vez el paisaje, tanto rural como urbano, alterado, aunque
esta vez parece que es por una buena causa: mejorar la salud de la Tierra y de
paso la nuestra.
De todas formas creo que ingenieros,
arquitectos, constructores y gobiernos deberían de ser más previsores y lo
mismo que se hace una red interior en los bloques de teléfono, agua, internet,
TV, calefacción o frio, en las próximas construcciones deberían de incluirse sistemas
integrados que no alteren tanto el paisaje. Supongo que como la ciencia avanza
una barbaridad nos proporcionará paneles mucho más eficaces, más duraderos y de
menor tamaño y con nanocélulas metidas en molduras del tamaño de una tableta de
chocolate podamos atender las necesidades energéticas de un hogar medio.
La Ciencia y Tecnología en el
2050 seguro que nos sorprenderán. Solo tenemos que mirar la evolución de la
industria del sonido en las últimas décadas. En música, el recorrido de los
vinilos a youtube ha sido vertiginoso, pasando por las cassettes, los CDs, el
pen, Spotify, etc… Qué decir de la peregrinación del teléfono por medio de
operadora a los móviles de hoy, pura acrobacia tecnológica. Si aterrizamos en
el campo de la energía, estamos sustituyendo el carbón por el hidrógeno lo que
supone un salto descomunal. Robots que operan o que acompañan. Todo irá bien
siempre que el planeta azul siga siendo verde y un bosque de pinos o una dehesa
no se transformen en frondosos parques de paneles, antenas o aerogeneradores.
¿Alguna solución para quitar de en medio las viejas torres que soportan la red
de alta tensión?
De todas formas, he de advertir
que lo que más me preocupa es que nos cambien la humanidad del hombre y nos hagan
esclavos de una tecnología o de ambiciosos y fanáticos líderes populistas. Los asedios a
nuestra libertad y a nuestra democracia son reales. El espíritu crítico se está
sustituyendo por el pesebre de unos miles de euros y obediencia. Espero que
siempre permanezca una masa crítica de personas que inicien la reacción en
cadena del sentido común, de la honradez, sin demagogia ni cuentos chinos. Los
dictadores no descansan y últimamente se disfrazan de urna y de pueblo. Un peligro sin duda.
[1] Según el
blog Solienses Los Pedroches han perdido 5.303 habitantes en los últimos quince
años.
[2] El shunt
de ventilación es un conducto que parte desde su vivienda hasta la salida del
tejado y sirve para evacuar el humo y los olores que se acumulan en la
habitación dónde está, p.e. baño y cocina.
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