Era en los veranos. Década de los 50. Yo, un niño con 6 u 8 años. Todos los veranos íbamos a Cádiz para estar con la familia de mi madre. Vejer no tiene playa, pero la familia tenía un cortijo en Caños de Meca.

Podría haber 30 o 40 familias, la mayor parte de Vejer, y un cuartel de la omnipresente Guardia Civil. El panadero iba con un caballo una vez a la semana. El pescado era exquisito y abundante, fresco del día, pescado por un viejo lobo de mar al que llamábamos "Cachila" y al que ayudábamos a sacar la barca del mar por la mañana temprano. Cubos llenos de diferentes pescados eran comprados por los presentes por medio de una pequeña subasta en la misma playa. Toda una experiencia y un privilegio.
He comentado ese escenario porque ayuda a situarse y conocer las condiciones de vida por aquellos años finales de los 50 e inicios de los 60 en Caños de Meca. Los Caños era un lugar aislado, primitivo, carretera infernal para ir a Vejer o a Barbate. El fantástico faro de Trafalgar y la presencia de escasos coches eran la únicas conexiones con el progreso y la tecnología. También los faluchos de Barbate iban y venían en su búsqueda de pescado y de noche podíamos observar los destellos del faro de Tánger. La imaginación , no sé a los mayores pero a los niños se nos disparaba con tanta belleza. Todo lo demás era natural. Un pequeño acantilado separaba las casas de la playa. Todas miraban al mar. En su parte inferior, ese acantilado derramaba agua dulce cristalina y fresca y formaba pequeños ríos que morían rápido tragados por una arena increíblemente fina. Cuando ese agua se canalizaba por medio de pitas pinchadas en el acantilado a un par de metros de altura, nos servía de duchas. De ahí el nombre de Los Caños. El mar se había comido la base del acantilado provocando algunos desprendimientos y una especie de cuevas - covachas - que rezumaban agua por el fondo y por un techo, no demasiado alto, lleno de irregularidades. Algunas cuevas eran grandes. Todas frescas. Un día vi refrescándose en ese agua botellines de Cruzcampo y Mirindas de naranja. Recuerdo un bote de aceitunas y algunas latas de mejillones. Fue el principio. Creo que se llamaba "El Capi", era un hombre del lugar y se había dado cuenta de que a la gente le gustaba la playa y un aperitivo. Con el tiempo vi sillas de madera en X, plegables y mesas compañeras metidas en esas cuevas. Habían nacido los chiringuitos.
Los permisos, la higiene, los impuestos, la lista de precios y todo eso brillaban por su ausencia. Había agua corriente y un marco incomparable. Más que suficiente. Con el tiempo estos pequeños negocios proliferaron y tuvieron que sacarlos de la misma playa y trasladarlos al filo del acantilado, arriba. Cañas, palos y soguillas de esparto - tomizas - fueron sus materiales de construcción. Desde arriba las vistas de las rocas, de la "Punta" y del Faro eran espectaculares. Los Caños eran un alhaja, nombre que también dábamos a una fila de rocas bastante metida en el mar - rica en cangrejos y erizos - que el agua cubría con la subida de la marea.
Esa choza no es de los caños, esa choza esta ubicada en Barriada Gibalbin....
ResponderEliminarPerfecto. Por eso su pie de foto no lo indica....pero es idéntica a las que podiamos ver en Los Caños de Meca en la década de los 50 y 60.Se eligió porque ilustra el contenido " a la perfección". Saludos
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