jueves, 13 de agosto de 2015

Coleccionismo y coleccionistas

                 Una colección es un conjunto ordenado de cosas, por lo común de una misma clase y reunidas por su especial interés o valor. Estamos acostumbrados a ver como la gente coleccionamos monedas, sellos, vasijas de cerámica, escritos o cuadros. Últimamente todo es susceptible de ser coleccionado: autógrafos, discos, zapatos, máquinas de ferrocarril o automóviles pueden generar auténticas pasiones. El interés y la curiosidad humana no tienen límites y las fijaciones de las personas abarcan un espectro cada vez más amplio de objetos. Por poseer determinados ejemplares de algo se conspira, se paga e incluso hay gente que mata. Lo importante es poder ver en la intimidad de tu casa ese objeto casi único, irrepetible. También se disfruta enseñándolo a las amistades más íntimas y bajo palabra de honor de que no desvelarán ningún tipo de detalle. Determinados vestidos de famosas actrices, joyas de reyes, fósiles del cretácico, películas de los años 20 o fotografías de la II Guerra Mundial pueden colmar de felicidad a una mente que lleva años intentando conseguirlos.
            Dicen que no es bueno ser coleccionista porque resulta muy complicado tener una sola colección completa y además en buen estado. Y eso es frustrante. Además si la completaras, necesitas empezar otra nueva colección para que tu vida tenga sentido. Esa especie de ansia ambiciosa por poseer piezas excepcionales, por estar siempre buscando - hay ejemplares muy raros y escasos – corre el riesgo de convertirse en una peligrosa patología que te destruye. Además el desequilibrio puede ser total y el egocentrismo por tu colección puede aislarte y pasar de dueño a esclavo de tus objetos.
               Como contrapunto a la colección de objetos me permito reflexionar sobre otros tipos de colecciones…… colecciones bastante más difíciles por su grado de abstracción. Qué tal una colección de vanidades? ¿Por qué no intentar una original colección de crepúsculos? ¿No sería encantadora una colección de olores sin frascos? ¿Y una de recuerdos mezclada con sensaciones? . El futuro museo de autocríticas competiría con el de ambigüedades y mentiras mientras que la colección de mediocridades no le haría sombra a una buena colección de dogmáticos absolutos. Colecciones de impulsos contenidos, de momentos de soledad, de sentimientos encontrados serían analizadas por grandes especialistas que dejarían constancia de su importancia. El coleccionista de besos perdidos
visitaría al de impotencias calculadas para proceder a algún posible intercambio. La coleccionista de amaneceres despertaría cada día con el que más le gustase mientras que la colección de insignificancias insignificantes pasaría desapercibida. Colecciones de lunas llenas, de eclipses totales de Sol, de sombras redondeadas, de insomnios, de miradas, de intranquilidades o de complicidades se venderían en los mercados de las emociones esenciales. El coleccionista de nacionalismos trasnochados pensaría que su colección es la mejor del mundo , además de ser la única y verdadera colección. 
               A veces las colecciones, tan valiosas y tan próximas, nos dificultan detectar a las personas que nos rodean y a sus sentimientos. Nos dificultan compartir. Podríamos coleccionar  amigos, solidaridades, secretos y confidencias, risas, brisas marinas, empatías, confianza, temores y conversaciones, silencios........si, creo que es oportuno reflexionar para priorizar nuestras colecciones sin confundir valor y precio.



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