Cada día me gusta menos esta Navidad. Cuando a mitad de
noviembre se empiezan a ver anuncios de colonias con bolas, pinos o papasnoel se encienden en mi interior lámparas
de color gris. Una nube de melancolía envuelve los días y muchos recuerdos del
pasado se tiñen de una característica tristeza que sólo el escenario de la
Navidad puede conseguir.
La navidad la hemos convertido en una feria y
sinceramente, no me gusta. Atracciones de feria de todo tipo inundan las
ciudades por varios puntos, se come y se bebe como nunca hasta tal punto que
encontrar un restaurante se convierte en un reto casi imposible, se vende lo
invendible gracias a singulares campañas de marketing, los regalos nos invaden
como tsunamis de objetos que a veces no sabes cuándo los vas a usar ni dónde los
vas a poner, …….hasta la alegría parece hueca y virtual. En el ambiente se
palpa una compulsiva necesidad de pasarlo bien casi por obligación. Como toda feria
no podían faltar las canciones, los vestidos y las comidas que todos aceptamos
como un hecho cultural, claro.
Reconozco que este modelo de Navidad me altera demasiado
porque me produce cierto vértigo e intranquilidad. Demasiada tienda, demasiado
comercio, demasiado movimiento.
Además la Navidad es la fiesta de las grandes ausencias y de los grandes huecos. Se nota mucho la ausencia de los que queriendo estar no vinieron y los tremendos vacíos de los que se fueron para siempre.
Además la Navidad es la fiesta de las grandes ausencias y de los grandes huecos. Se nota mucho la ausencia de los que queriendo estar no vinieron y los tremendos vacíos de los que se fueron para siempre.
Parece que el sentido “original” de la fiesta de la
Navidad empezó a perderse hace siglos. Porque tal sentido no era la
conmemoración del nacimiento de Cristo, sino la promesa del retorno del Sol,
algo que los europeos celebraban muchos siglos antes de que el cristianismo se
convirtiera en Religión mucha gente. Me da igual que la Navidad tuviera origen
pagano y que la Religión Cristiana le diera otro significado. Cada cual trata de
encontrar el suyo y el mío tiene que ver con compartir, con la familia y con el
Niño Jesús al fondo.
Antonio Machín, Maestro de maestros, sintió la Navidad de
un modo especial, su modo, interpretando esta canción.
Campanitas que vais repicando, Navidad vais alegres cantando
y a mi llegan los dulces recuerdos del hogar bendito
donde me crie,
aquella viejita que tanto adoré, mi madre del alma que no
olvidaré…..
Navidad que con dulce cantar celebran las almas que saben
AMAR,
Ay que triste es andar en la vida, por senda perdida lejos del hogar,
sin oir una voz cariñosa que diga amorosa, llegó NAVIDAD.
Navidad, una fiesta para compartir contigo
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