martes, 29 de agosto de 2017

¿Tomates?: Aquí hay tomate.

"Corazón" de tomate actual: blanco y duro.
         Con cierta desesperación escribo estas líneas. El asunto no es menor pues se trata nada más y nada menos que de hablar sobre el tomate, producto por excelencia de las huertas españolas e icono tradicional de comidas [1], pueblos[2] y fiestas[3]. El tomate, como tantos otros productos americanos, llegó a España a mediados del siglo XVI, y siguió la misma ruta que todos ellos: de España pasó a Italia, y de ésta a Francia. En el siglo XVIII se popularizó la salsa de tomate y es el rey de la cocina mediterránea. Botánicamente hablando el tomate es una fruta porque contiene las semillas, a pesar de que no se suela servir de postre. Ni es hortaliza ni es verdura. Al parecer “La confusión viene de que en el siglo XIX esta controversia popular llegó a la Corte Suprema de Estados Unidos. En 1887, se aprobó una ley que asignaba impuestos a las hortalizas importadas, pero no a las frutas. Las compañías que importaban tomates argumentaron que estaban exentas del impuesto ya que el tomate es una fruta. Para dar rigor a su argumento, citaron diccionarios y testimonios de biólogos que evidentemente, demostraron que el tomate, al ser producto del ovario de una flor, es una fruta. El gobierno alegó que al servirse en ensalada o como parte de las comidas y no como postre, era una hortaliza. Ergo, los importadores tenían que pagar. El debate estaría servido hasta nuestros días[4]. En muchas zonas del mundo el tomate se ha convertido en oro rojo siendo un motor económico de primer orden.

           Mi desánimo no va por aquí, pero me ha parecido interesante introducir algo de historia a modo de prólogo. Mis consideraciones inciden en que muchos tomates no son tomate: son sucedáneos.

           Cuando yo era niño los tomates olían a tomate, sabían a tomate, eran carnosos, piel suave (masticable), sus “pepitas” (semillas) permanecían unidas al cuerpo y tenían el corazón rojo. Llevo años buscando tomates. Lo que me venden ni huelen si saben a tomate, la piel es basta y difícil de masticar, sus semillas se desprenden a la primera de cambio (como si fueran piezas mecánicas), su estructura es casi plástica y en su corazón todos tienen una especie de extraño tronco / tallo blanquecino y duro. ¡Ah! Y antes todos los tomates eran diferentes del vecino, cada tomate tenía su imagen, su propia personalidad y en unos días se echaban a perder. Ahora no. ¡ Que va!. Todos los tomates son ¡idénticos al vecino! Y tranquilamente puedes comprarlos en agosto y comértelos en Navidad. Les basta un poquito de frío para mantenerlos en la eterna juventud. ¡Qué cosas!.
       
   Mi pregunta es ¿Cuándo compramos tomates que nos están vendiendo? ¿Tomates tecnológicos? ¿Tomates de otro planeta? ¿Tomates gemelos? ¿Tomates injertados en pepinos o patatas?. La mayor parte de los tomates de ahora sólo tienen de tomates la forma y el color.
          No estoy en contra del progreso ni de los cambios, pero claro si son a mejor para la gente. Desconozco si lo que cuento de los tomates tiene que ver con la globalización, con técnicas de invernadero o con los transgénicos pero si puedo asegurar que, tomando como referencia los tomates de mi juventud, el cambio ha sido radical y a peor. Tampoco quiero caer en el tópico de que cualquier tiempo pasado fue mejor…..pero desconfío profundamente de un tomate con el corazón blanco y duro que no huele ni sabe a tomate. Es curioso como a veces el progreso consiste en el regreso.











[1] Gazpacho andaluz y salmorejo cordobés. Dieta mediterránea, en general.
[2] Miajadas, capital europea del tomate: https://es.wikipedia.org/wiki/Miajadas

2 comentarios:

  1. Si sólo fueran los tomates.
    Y qué me dices de la fruta.

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    1. Llevas razón...a la mayor parte de la fruta le pasa lo mismo: no huele, no sabe, no se pudre, idénticas las del mismo tipo....Lo extraño es la ausencia de movimientos sociales o políticos ante tanta pérdida. Supongo que en el aspecto nutricional no habrá tanta diferencia...no lo sé.

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