Las cosas en política no ocurren de golpe. Necesitan
su tiempo, pero si se deja pasar demasiado lo excepcional se convierte en regla
y eso no es bueno. Ya han pasado más de dos meses desde el 28 A y el escenario
para la formación del Gobierno de España presenta más sombras que luces. Una
incertidumbre que suena a buscada y es mala compañera. A fecha de hoy, Pedro
Sánchez cuenta con el apoyo de un simbólico y solo diputado: uno ligado a
Cantabria y a Revilla.
PODEMOS, en una situación de enorme debilidad, expuso
sus cartas como si de ganador fuera, pero el PSOE sabedor de su endeblez y de
los calentamientos de cabeza que su apoyo podría generarle, transformó la
coalición en una muy ajustada cooperación que a don Pablo Iglesias no parece
bastarle. Lo más lógico hubiera sido una suma de intereses entre
socialdemócratas y liberales pero el afán de Rivera por desbancar al PP lo ha
conducido a un laberinto que, con un poco de mala suerte, será su fosa
política. Ciudadanos tenía que haberle hablado al PSOE de igual a igual,
eliminando cualquier matiz de partido bisagra y advirtiendo a Pedro sobre
cualquier veleidad con los independentistas.
Pedroenfunciones no se queda atrás con sus tacticismos
y estrategias monclovitas presionando a un PP, aún no recuperado, para que se
abstenga y a un Ciudadanos nervioso que no parece encontrar comodidad en el
espacio político que le ha tocado jugar. A mi entender, Pedro Sánchez trata de
endosarle a los demás la responsabilidad que el Rey le confirió al ser su
partido el más votado. No veo yo que haya hecho mucho por formar Gobierno,
aparte de puntuales movimientos calculados para propiciar el desgaste de los
demás. El NO estridente de Ciudadanos, muy atacado por sus pactos sordos con
VOX y la muralla defensiva del PP, como ejemplo de derecha opositora civilizada,
han inmovilizado por la diestra al Presidente interino que pretende gobernar
España durante los próximos cuatro años. Metidos en el congelador los planteamientos
de Podemos y el NO muy explícito de PP y C’s sólo dejan a Sánchez la arriesgada
y carísima puerta de nacionalistas e independentistas. Es por ello que el PSOE
saca a escena el fantasma de nuevas elecciones, donde el bipartidismo de toda
la vida democrática podría aumentar considerablemente en detrimento de casi
todos los demás.
La sesión de investidura comenzará el próximo 22 de
julio. Pedro no tiene nada atado que se sepa, pero quince o veinte días son una
eternidad en política. Es aquí donde entro de lleno en el fondo de mi
planteamiento: El PSOE se desgarró por
investir a Rajoy como Presidente del Gobierno. Ahora el PP, aparte de devolver
el favor, podría demostrar su coherencia con el interés nacional y practicar el
gesto elegante y reflexivo de una abstención explicada. El PP ha demostrado
tener visión de Estado y ahora es momento de sacarla a relucir. No pasará nada
grave porque en este caso la abstención es positiva, una salida natural
antibloqueo. Sánchez es el único que puede ser Presidente de Gobierno con los
actuales números y España necesita estabilidad. La abstención del PP daría al
Gobierno una tranquilidad que necesita y alejaría cualquier concesión a
soberanistas, siempre con la caña de pescar preparada y dispuestos a llevar
hacia delante propuestas de rupturas y chantajes, siempre en el filo de la
navaja. El PP tiene argumentos de sobra para facilitar la investidura de
Sánchez. No es un capricho ni una ocurrencia, tampoco un bandazo de veleta. La
ocasión es de oro. Tiempo habrá de hacer oposición.
No se está pidiendo desde aquí un gobierno PSOE-PP,
asignatura que p.e. en Alemania aprobaron hace décadas los similares partidos
del lugar, se trata sólo de fijar un Gobierno ejerciendo una flexibilidad
razonable y adecuada a las circunstancias. Al fin y al cabo, PSOE y PP fueron
las dos fuerzas más votadas en las pasadas elecciones y suman 189 escaños en el
Congreso de los Diputados, teniendo el apoyo de casi doce millones de votantes
por lo que el respeto a los electores estaría totalmente garantizado. La fiel y
leal oposición siempre puede hacer grandes servicios al país y a su ciudadanía.
Creo que sólo tienen que pensarlo un poco. En todo caso parece ser que el PP, en caso de abtenerse, lo dejará para el final de la final, siempre que PODEMOS trague el jarabe de palo que Pedro no deja de suminstrarle.
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