Dicen que
las palabras que usamos y el sentido que les damos condicionan nuestras mentes,
nuestro estado de ánimo y acaban subordinando nuestra conducta. Así, sí uno
pasa todo el día hablando de la maldad de las cosas, de enfermedades crueles,
de un mundo que no nos gusta y lo mala que es la gente terminará rodeado de una
tristeza infinita y de una pujanza mínima. Si por el contrario nuestro
vocabulario alberga palabras como alegría, ganas de superación, futuro
esperanzador, sana colaboración, sol luminoso y espléndido, verdes prados con sonrisas… las cosas
irán mejor.
Curiosamente,
cada situación genera su propio repertorio verbal. Cada escenario da vida
recuperando sonidos definitivos que acompañan el viaje. Hoy me quedo con
sanados, esperanza, protección, solidaridad y aplausos. Canciones[1],
luz, ilusión, sanitarios y soldados y hoteles hospitalarios. Transportistas,
limpiadoras, empresas, desinfección, guardia civil, voluntarios. Policía, laboratorios,
hospitales, UCIs y altas de enfermos curados. Bomberos, repartidores y vecinos
voluntarios.
No me
gusta hablar de guerra ni de duros adversarios. Que si combate,… postguerra,
enemigos, infectados….coronavirus, pandemia,… armas y reconstrucción,... partes fatídicos,... lucha
inmensa, fallecidos….. desacuerdos, desunión,…. insultos endemoniados….estrategias
de diálogo y de comunicación…..almacenes de paciencia que guarda el pueblo… en
el fondo de sus almas y su tierno corazón.
Desde mi
punto de vista la crisis coronavírica se ha convertido en un mercadeo político
de la izquierda y la derecha. Por momentos presiento que está lloviendo madurez
pero algunos tienen un enorme fondo de armario con impermeables adaptados a las
nubes que vayan apareciendo. Se trata de dar el pego, como se dice aquí en Córdoba. Quiero el pacto y lo reniego, con transmisión simultánea. Como exponía el lendakari, en tiempos de incertidumbre necesitamos certezas aunque sean estas
las mínimas. Certeza, coordinación y no tantas estrategias de comunicación.
Tendrían
que llorar juntas la izquierda con la derecha y buscar salidas racionales ante tanto dolor mezclado de impotencia. Una crisis sanitaria no puede tener una solución política y la social - económica es tan grande que solos no pueden. Además el tiempo
corre en contra de todos. La economía y la sociedad – parados, empresas,
jóvenes, jubilados, trabajadores,…- no pueden esperar. Dejen los garrotazos
para tiempos mejores….un respeto a los muertos y a tanto corazón que estamos
viendo estos días. Estén a la altura.
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