¿Se os olvidó que estamos todos juntos? ¿Se os acabó
el alma, el corazón?[1]
Las
candentes noticias sobre el coronavirus y la clase política me distraen a
diario de mi entretenimiento mantenido hace años: poner al descubierto
historias de mi pueblo se ha convertido ahora en camino rebelde difícil de
seguir ante el asedio odioso de un virus con corona y un contexto político que
tiende al reventón inmerso en la tragedia. Por arriba y abajo, por delante y
detrás, por izquierda y derecha, por la tele y el móvil, por el ordenador las
noticias no cesan. El virus no descansa, los políticos menos y los medios
mantienen vigilancia intensiva ante tanta movida. La realidad informativa es
intensa y muy rica. Ayer mismo Pedro Sánchez incorporó a Pablo Iglesias a la
gestión diaria de la crisis del coronavirus; el CIS publicó unos extraños
resultados ante unas no menos sorprendentes preguntas evitando las que más
comprometen al Gobierno; la renta mínima para millones de hogares españoles se
hace realidad; en el ambiente revolotean informaciones múltiples sobre los
posibles pactos, gobierno y Comunidades Autónomas acuerdan – mínimamente – como
terminar el curso escolar, etc…etc…. Mi
sensación de campaña electoral es inevitablemente insufrible.
Además –
consciente de mi pequeñez - escribo esto con la terrible sensación de que no
servirá para nada. Me leerá poca gente y desde luego nadie me va a hacer caso,
pero creo que es importante dejar claro unos valores: mis creencias y mis
valores. Añado que entiendo estas líneas como comentarios positivos ante la dura
y compleja situación que estamos viviendo.
Siempre
he defendido los acuerdos, los pactos, la concertación. Me emociona que la
gente que nos dirige se ponga de acuerdo.
Me voy a
la RAE y encuentro que pactar es acordar algo entre dos o más personas o
entidades, obligándose mutuamente a su observancia. En una segunda acepción se
lee: Dicho de una autoridad: contemporizar con los sometidos a ella. Para
terminar trato de desmenuzar eso de contemporizar: acomodarse al gusto o
dictamen ajeno por algún respeto o fin particular. Mi resumen es que los pactos
se basan en admitir – en público y por escrito – que el otro tiene algo de
razón, que un pacto se sustenta en cesiones recíprocas, en colocarte en el
lugar del otro, en crear unas condiciones exteriores e interiores que faciliten
los acuerdos. Pactar no es que apoyes todo lo que hago. Pactar, en este caso, es
un proceso en el que afloran las mejores ideas para todo el país. El tú y el yo
pasan a ser nosotros. Todos tienen que dar un paso atrás para dejarles sitio a
los demás. Los egoístas, hoy más que nunca, son unos imbéciles. Hechos y no discursos. Basta de palabras.
A la
clase política no le faltan ejemplos, no será por ausencia de espejos en los
que se puede mirar: médicos, transportistas, enfermeras, repartidores,
bomberos, guardias y policías, cajeras de supermercados, agricultores y
ganaderos, científicos, deportistas, ONGs, asociaciones de todo tipo, etc….están
dando una gran lección. Cada sector aporta lo que sabe, lo que tiene. Suman y
facilitan con generosidad y con enorme esfuerzo….algun@s se han dejado hasta la
vida…
Es por
eso que no entiendo el trastorno de
déficit de acuerdos ante una emergencia sanitaria, económica y social tan
grave. No entiendo el trastorno de superávit
de mentiras haciendo realidad la frase de “Hoy diré más mentiras que ayer
pero menos que mañana”, cuando la sociedad necesita certezas y no sentirse
engañada. No logro entender el trastorno
de actor – intérprete hollywoodiense que afecta a buena parte de nuestros
líderes cuando se precisa naturalidad sincera y proximidad afectuosa. Por último tampoco entiendo el trastorno
de protagonismo del que hacen gala casi todos nuestros dirigentes pretendiendo
ser “la novia en la boda, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro”.
Todos
estos trastornos crean adición por lo que necesitan aumentar la dosis diaria para
seguir subiendo en esa escalada sin fin. La euforia política alcanza el climax
promoviendo “mientras más desacuerdos mejor, mientras más mentiras mejor, mientras
mejor actor / actriz mejor, mientras más protagonismo mejor”.
En estos
tiempos sólo comprendo un único trastorno: estar unidos para ganarle al virus y sacar
adelante a este puñetero país. Me da igual quién lo saque, pero creo que es
mejor hacerlo tod@s junt@s.
No hay comentarios:
Publicar un comentario