sábado, 2 de mayo de 2020

Esto no ha terminado

        
          Hoy, dos de mayo de 2020, comienza en España el proceso de disminución gradual de las medidas de confinamiento establecidas para combatir la pandemia que venimos sufriendo desde hace unos meses. Creo que somos muchos los que tenemos algunas dudas sobre la fecha de inicio de estas medidas, su forma de elaborarse y de aplicarse, pero también es cierto que la economía apremia y el Gobierno ha tomado la decisión. Sus razones tendrá y deseo con fervor que acierte totalmente.
         Yo no sé la solución, ni siquiera albergo una propuesta, pero si me hubiera gustado mayor consenso social y desde luego político: El Gobierno Central debiera haber tomado en cuenta algunas sugerencias de las plurales Autonomías y de la oposición. Tendría que escuchar más a los agentes sociales. El consenso no debilita a nadie y todos se refuerzan en estos tiempos de tanta incertidumbre. No nos podemos permitir fracasar y el Estado solo no puede con esta tremenda carga.
          Por cierto que en lugar de confinamiento, palabra muy ligada con condena, creo que hubiera sido mejor utilizar retiro, reclusión voluntaria o sugerido aislamiento. En el confinamiento te obligan, en los segundos términos ponen a trabajar tu responsabilidad. Tengo que reconocer que el lenguaje guerrero no me ha gustado nada porque oprime más que protege, inclina a obedecer más que a colaborar. Apelar al alma ciudadana, a la cooperación frente a la imposición me gusta mucho más. Quizá el modelo chino influyó en la medida pero el camino es largo y lo dice el refrán: “Más corre el galgo que el mastín, pero corre más el mastín que el galgo si el camino es largo”. En cualquier caso, no voy de doctor a posteriori. Simplemente en la escuela es lo que yo aprendí y es lo que yo enseñé: Vencer no es convencer, aunque seguramente en este caso el Gobierno no halló mejor salida y es lo que había que hacer.
          Desde el principio he sido de la opinión que el virus nos tenía que servir para fortalecer la sociedad civil, para afinar mejor aspectos sanitarios, para vigorizar conexiones más fuertes entre Administración y sociedad (empresas, medios de comunicación, trabajadores, familias, funcionarios, etc…), para caminar juntos y encontrar soluciones con algún pegamento. Tengo varias razones para fundamentar que en esta “cincuentena” han sido mejorables actitudes y formas, a pesar de las ingentes muestras de solidaridad y entrega. Los déficits de pactos y empatías necesarias los sitúo en todo el arco del espectro político, excepto nobles excepciones de personas concretas que confirman la regla. La sociedad civil en su conjunto roza una nota muy alta y en casos conocidos matrícula de honor. En cualquier caso el ámbito político tiene y tendrá ocasión y tiempo de mostrar sus bondades y su preocupación por la ciudadanía poniéndose de acuerdo.
          Es por eso que ahora, de alguna forma entiendo que el Gobierno devuelva cierto protagonismo y reconozca la mayoría de edad a esa sociedad aislada por el virus y el estado de alarma. Creo que es un riesgo que merece la pena correr y el Gobierno hace bien en atenuar su protección y darle responsabilidades a la gente corriente. La confianza genera confianza. Tenemos que aprender a convivir con el virus haciendo una vida lo más normal posible y con responsabilidad y medidas lo vamos a lograr. La pelota está en nuestro tejado y tenemos que jugar a no contagiar ni que nos contagien.
          Personalmente me atrevo a sugerir – siempre que sea posible - pocas normas, básicas y muy claras: Hay que seguir con el más que frecuente lavado de las manos, mantener la distancia de dos metros o más, usar la mascarilla, no tocarse la cara, evitar muchedumbres, mantener la familia como “unidad en la calle”, etc. Un número elevado de reglas minuciosas está condenado al incumplimiento y hasta los que vigilan tendrán dificultades para su aplicación. Guardias y ciudadanos somos “presuntos inocentes”….. pero hemos de darnos cuenta que somos eslabones precisos en la cadena de contagios. De ahí nuestra importancia y respeto a los otros.
          Ya para terminar, considero que para que esta etapa tenga un final feliz y transcurra más rápido hemos de hacer más tests, por miles, por millones, para poder aislar a aquellos que transmiten. Tenemos que encontrar los focos, los orígenes y presionar ahí. La estrategia de esconderse del virus ha sido positiva y ha dado resultados pero necesitamos fraguar un paso más, selectivo y certero: detectarlo y aislarlo.
          Si esto no sale bien daremos marcha atrás. La culpa será nuestra. Hay que tener cuidado porque el virus sigue aquí con nosotros y desgraciadamente sigue muriendo gente. Esto no ha terminado.

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