sábado, 5 de diciembre de 2020

Líderes: ¿Secuestradores de países, partidos, ciudadanía...?

              Desconozco si será la consecuencia del coronavirus, una estrategia en tiempos sin elecciones - aunque el comportamiento diario sea de periodo electoral - o un síntoma de cierta descomposición de nuestra democracia, pero la desaparición/atonía de las ejecutivas de todos los partidos de la escena política resulta preocupante. Al menos a mí, me llama la atención.

               Los partidos han sido secuestrados por la imagen del líder y las ejecutivas están en modo mising. Será por el cansancio o la fragilidad de bases, afiliados, militantes y empáticos o la invertebradez, siempre acomodaticia, que interesa a los líderes o vaya usted a saber. El caso es que la verticalidad se ha impuesto como norma a seguir. Ni siquiera Podemos, partido de asambleas y continuas consultas, ejerce de oficiante de participación. ¿Qué ha pasado con Adelante Andalucía y Teresa Rodríguez?

               Tengo la sensación, vestida de certeza, de que la participación, recoger sugerencias, someter a debate, asumir algún riesgo y contrastar ideas para acordar acciones pertenece a un pasado pueril, casi bucólico, y pasado de moda. El líder manda, obliga y utiliza al partido como unas escaleras para escalar peldaños y una vez que ha llegado se distancia de aquello que le empujó hacia arriba, se aleja de mensajes y de las estructuras en las que se apoyó. También da qué pensar ese Congreso viendo apretar botones de manera automática como robots sin alma a izquierda y a derecha. ¿Por qué no un porcentaje de unas listas abiertas?

                Líderes a su bola. El partido soy yo. Si me va bien a mí le irá bien al partido y si sube el partido le irá bien al país. Se premia la obediencia. Se escuchan las encuestas, se rompen las promesas y se olvidan recortes de la prensa en el congelador. “son dichos de campaña, electoral se entiende”. La militancia crítica se mancha de traidora y se la sustituye por una mayoría de votantes que aplauden. Todo lo que molesta se tunea con los medios o con desinfladores que saben el oficio. La realidad sigue ahí, terca y golpeadora, pertinaz y tozuda con los grilletes puestos y manos de pintura.

               Por el boulevard de mis sueños rotos desfilan hipócritas homenajes verbales a una democracia, en mi opinión, herida y despreciada. ¿Por qué se manosea la expresión democracia para calificar sus formas o sus leyes y lo de los demás es antidemocrático y poco patriótico? Memoria democrática, decisión democrática, medidas democráticas, votación democrática, decretos democráticos…. Da la impresión de manipulación aludiendo al viejo dicho aquel que recuerda “dime de qué presumes y te diré de que careces”. Tanto patriota y tanta democracia me aturde en tal manera que aterrizo en el ámbito de la desconfianza.


            Echo de menos más rendición de cuentas en los propios partidos y con la oposición, mayores autocríticas, muchas explicaciones más a la ciudadanía y no mensajes destilados en oscuros despachos. Echo de menos mucha más transparencia pues todo indica, oh paradoja, que los comités de trasparencia están para ocultar…..echo de menos más calle de los líderes: hablar con unos presos, visitar hospitales, reuniones con maestros en la escuela de un barrio, comer en un hostal o bajar a la arena de un entrevistador que no sea de los “tuyos” una vez al trimestre sin estar “cocinadas” preguntas ni respuestas.

                No me acostumbro a líderes encumbrados en torres de marfil que pretenden ser pueblo. Entiendo que los líderes deberían trabajar por construir espacios de identidad colectiva, espacios de nación para todos y eso pasa por vertebrar al propio partido y no por utilizarlo. La calidad de la democracia debe ser mejorada aumentando los flujos de información de abajo – arriba, más escucha, más respeto y no creerse un poseído de la verdad ni un salvador del partido. Mucho menos del país. No necesitamos salvadores, necesitamos servidores de lo público que den ejemplo.

                Es muy difícil que insolidarios líderes – y más de izquierdas nacionalistas - den clases de solidaridad, que líderes con tics de autoritarismo – de izquierdas y derechas- den clases de democracia. Resulta imposible creer en líderes vanidosos que apelan a la humildad, que líderes corruptos aconsejen honradez, que líderes mentirosos nos digan lo que es verdad …

                Con tanto progresar nos hemos olvidado de referencias básicas.

Nota: agradezco las lecturas desde Estados Unidos, Alemania,  Reino Unido, Francia y otros países que de forma continua aparecen en mi estadística. Sinceramente, mil gracias.

 

 

 

 

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