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Otoño en Córdoba: amanece (2021, Foto Sebastián Muriel) |
Fue Antonio Machín el que cantaba la
canción de “Corazón loco”. En ella se
cuenta que no se puede comprender cómo se pueden
querer dos mujeres a la vez, y no estar loco. Luego lo explica al aclarar que “Una
es el amor sagrado……La otra es el amor prohibido”. En fin, situaciones que
cantan los poetas y a las que la existencia nos expone.
He recordado esta canción porque
hace unas semanas Manuela Carmena planteaba, lejos de posturas clásicas de toda
la vida, que “Los partidos tienen que evolucionar.
¿Por qué no se puede ser de dos a la vez? y añado yo ¡y no estar loco!
A lo anterior uno la reflexión
que hace Fernando Savater, en el Huffpost, el pasado 4/12/2021. A lo largo de
su entrevista decía así: “La política democrática actual es una combinación del
capitalismo en la producción, socialdemocracia en la redistribución y en la
garantía de derechos y liberalismo en las costumbres e ideas. Habrá que hacer
más hincapié en una cosa o en otra según el devenir histórico”. Más o menos
viene a decir que su solución participa de “un tres en uno” que bien pudiera
ser simultáneo o irse alternando con el paso de los años.
La experiencia vivida y lo que
conozco me indican que somos muchos los que no cabemos en un partido y que los
que militan en alguno, con frecuencia se tienen que morder la lengua, ponerse
una pinza en la nariz para votar o taponarse los oídos con hormigón armado.
También a veces, hemos podido comprobar que la disciplina de partido es prima
hermana de la camisa de fuerza. Y en ocasiones, llegado el caso, son muchos los
que despotrican del voto de obediencia que rige en la Iglesia Católica y luego
se comportan como mansos corderos ante determinadas decisiones del líder del
partido que en el fondo detestan. Vivir para ver.
La
solución que algunos hemos encontrado, supongo que lo mismo que muchas otras
personas, es – ante la imposibilidad de militar en dos partidos o de meter dos
papeletas en el sobre – votar una vez a uno y otra vez a otro. Es cierto que al
disponer de varias elecciones en diferentes ámbitos (municipal, autonómico,
nacional y europeo) la presión al votar disminuye, pero eso no acaba de
arreglar el fondo de la cuestión, ya que la solución que te convence es un
mitad y mitad del programa de dos partidos. Un intento de lo que estoy diciendo
es la forma de elegir a nuestros senadores: en mi provincia yo puedo optar
hasta por tres personas de tres partidos diferentes. La pena es que por
legislación el Senado decide pocas cosas y no muy importantes. Es el Congreso
el órgano realmente decisorio y ahí están los partidos como ejes y palancas del
PODER, con mayúsculas.
La
cuestión que planteamos también la podrían solventar dos entre el desplegable
abanico de partidos, bien coaligándose antes de la jornada electoral – que
sería lo más correcto y ético, creo yo – o bien hacerlo después del escrutinio;
pero en esta tierra que es España –seguramente ocurra también en otros sitios -
los egos predominan sobre coaliciones y más si la alianza se intenta entre la
izquierda y la derecha. Incluso unos acuerdos entre partidos de “la misma
familia”, salvo casos de excepcional supervivencia basados en puros intereses
comunes, terminan – con el paso del tiempo – con una separación por decantación
de los intereses propios. Por eso si los partidos no favorecen la posibilidad
de un centro político amplio, debería ampararse que la ciudadanía,
voluntariamente, militara en dos sitios, porque evidentemente ninguno está en
posesión de la verdad y la solución suele tener porcentajes repartidos en otras
soluciones. ¿Qué tal un neoliberalismo socialdemócrata?.
Intuyo que en el espectro político
nacional ningún partido está por la labor de admitir militantes que militen en
otro. Tienes que decidirte por mamá o por papá. Fernando Ballano, en su “Tierra de nadie” (2021), comenta que, en
la Guerra Civil, un chófer fue expulsado del sindicato de transporte de la CNT
por pertenecer a ¡¡¡ cuatro partidos políticos!!! Seguramente, eso ya es
demasiado.
Nota: Me siento muy halagado por la fidelidad de varios seguidores en Europa, fuera de España, especialmente de Francia y Alemania. También por unos fijos estadounidenses. Perdonad que no os cite a todos, pero estos son los más numerosos. Gracias y un cordial saludo.
Aunque en la forma has conseguido plasmar muy bien lo que piensas, en el fondo no estoy tan de acuerdo, ya que creo que hoy por hoy en España sería imposible tanto intelectualmente, como emocionalmente pertenecer a dos partidos políticos a la vez, si para ello hay que cruzar el centro. Tal vez ser del PP y Vox o ser del PP y c's o de Vox y C's, aunque esto último es muy retorcido. A la izquierda tambien sería posible, con PSOE tUP o más país. Desde luego, si metemos los nacionalismos, sería esquizofrénico al 100 %. Considero como Savater que los sistemas políticos en occidente tienen dosis de capitalismo, guiado por la socialdemocracia, sobre la base de las libertades individuales (liberalismo), pero creo q el neoliberalismo y la socialdemocracia, como tú sugieres son autoexcluyentes. Un oxímoron, en definitiva, si atendemos a lo que significa el neoliberalismo hoy en día, con sus máximos representantes como Trump, Boris Johnson, etc. Estoy de acuerdo en que la adscripción a un partido es como a una secta: devoción ciega, acritica. Yo lo percibo incluso entre familiares. Por lo demás, creo que vas creciendo como contador de historias y comentarista político en tus blogs. Enhorabuena y a seguir
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