No puedo. No consigo entender la
manía de, prácticamente, todos los políticos por quitarle importancia a la
pandemia generada por el Covid19. En cuanto tienen la menor oportunidad lanzan
un mensaje vestido de atenuantes e hipotéticas debilidades del coronavirus que
choca frontalmente contra la realidad que vivimos en la calle, en el trabajo,
en las familias, en residencias, hospitales y centros de salud.
¿Por qué disminuyen el problema?
Lo cierto es que han hecho de
todo: Han escondido número de muertos, han cambiado varias veces las formas de
medir el impacto del virus, se resisten a decir el número de contagios,
anuncian medidas que tomarán tres o cuatro días más tarde, minimizan, jibarizan
el problema,…. Y hasta cuando estamos en periodos de aumento de contagios y
muertos se atreven a decir que lo peor ha pasado y que saldremos más unidos y
más fuertes..… Es como si en el fondo se sintieran culpables de haber generado ellos
el virus y quisieran borrar con marketing sus efectos y todo lo que suene sobre
él.
Comprendo que, con la
imprescindible ayuda de asesores sanitarios, son los responsables de las
medidas a tomar pero no acabo de entender que renuncien a la colaboración, y
mejor concienciación, de toda la población para minimizar los desajustes y el
daño de tanto contagio y tanta enfermedad. En varias ocasiones he percibido de
sus palabras que no pasaba nada, que no era para tanto. Echo en falta pedagogía
y voluntad política para sensibilizar al conjunto de la población e intentar
que todos rememos en la misma dirección. Para mí la pandemia es una oportunidad
de profundizar en la democratización del país, para solicitar una participación
responsable de la ciudadanía, pero no parece que discursos y medidas insistan
en poner en valor estas categorías.
Salvo contadas excepciones, me he sentido poco respetado y me siento ninguneado porque la clase política ha renunciado a decirnos la verdad, a tratarnos como adultos….¿De qué no nos podemos enterar? ¿Somos para ellos masa manipulable, flexible y orientable a la que no deben preocupar? Una población informada y preocupada es menos dominable. Por su cuenta deciden lo que nos conviene saber y lo que no. Tampoco se trata de alarmar innecesariamente, pero en mi opinión, desde Sánchez a Ayuso, por citar extremos casi excluyentes – han mentido premeditadamente. Y lo que es peor: lo siguen haciendo.
Además lo de diecisiete
estrategias políticas para combatir al virus ha sido y es, a mi juicio, una
locura total y sobre todo una irresponsabilidad. Son muchos los científicos que
han clamado y siguen clamando en un desierto de políticos sordos, más proclives
– estos últimos – a los cantos de sirena del marketing que a las evidencias contrastadas
de la ciencia.
Han colocado sus políticas por
delante de la ciencia como si al virus se venciera con discursos descafeinados
partidistas, con ruedas de prensa o con declaraciones ocurrentes. ¡Poca
confianza inspiran esas tácticas! ¡Y mucho menos en escenarios de enfrentamientos
en público! Prueba lo que digo que, en el pasado diciembre, Yolanda Díaz –
Vicepresidenta - dijo que conocían el peligro del virus antes del 8M del 2020 y
contó que la llamaron «alarmista» en Moncloa por avisar de los riesgos del Covid.
En plena sexta ola, que el
Gobierno de la nación intente gripalizar[1]
el virus, verbo absolutamente desafortunado, es una frivolidad más que solo
puede generar de momento mayores contagios. Además pueden aparecer otras
variantes. La Organización Mundial de la Salud lo califica de precipitado y
prematuro, lo mismo que desaconseja decir que la variante omicron mata menos.
No es que mate menos sino que estamos mejor defendidos a causa de las vacunas.
La omicron sin vacunas hubiera sido letal. La sociedad civil se merece un trato
más digno: Quitarle importancia a cosas que la tienen y más si están
relacionadas con la salud de cada cual es de cínicos y desvergonzados. Aunque
reconozco la dificultad, posiblemente ninguno se atreve a decir que, en
momentos muy pensados, han puesto por delante la economía a la salud de las
personas.
Ciertamente las vacunas nos han
salvado de una mayor catástrofe mundial pero ahora el peligro está en el
colapso de los centros de salud y los servicios de urgencia de los hospitales
debido a que el número de contagios se ha multiplicado por seis o siete y eso
puede acabar con la escasa moral que les queda al personal sanitario, ninguneado
desde el principio y con síntomas graves de cansancio y de estrés. Para colmo,
la gestión de los cientos de miles de bajas laborales dificulta enormemente
atender a las personas realmente enfermas.
Así que utilizar afirmaciones
políticas en lugar de datos contrastados por la ciencia es un insulto que la ciudadanía
de este país no se merece. Como poco es bastante chocante. Y no me digan que
esto ocurre en todos los países del mundo. Nunca ha sido consuelo ni solución
el mal de muchos. De todas formas la capacidad de resiliencia de los españoles
frente a los vaivenes de sus políticos está fuera de toda duda y está
resultando encomiable.
[1] Gripalizar
sería tratar al virus como al virus de la gripe, es decir como una enfermedad
estacional, lo cual es totalmente falso si miramos lo ocurrido desde marzo del
2020. Convertir la pandemia en un mal endémico es un puro desiderátum político
que no se corresponde con la realidad.
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