jueves, 13 de enero de 2022

No lo puedo entender

 


No puedo. No consigo entender la manía de, prácticamente, todos los políticos por quitarle importancia a la pandemia generada por el Covid19. En cuanto tienen la menor oportunidad lanzan un mensaje vestido de atenuantes e hipotéticas debilidades del coronavirus que choca frontalmente contra la realidad que vivimos en la calle, en el trabajo, en las familias, en residencias, hospitales y centros de salud.

¿Por qué disminuyen el problema?

Lo cierto es que han hecho de todo: Han escondido número de muertos, han cambiado varias veces las formas de medir el impacto del virus, se resisten a decir el número de contagios, anuncian medidas que tomarán tres o cuatro días más tarde, minimizan, jibarizan el problema,…. Y hasta cuando estamos en periodos de aumento de contagios y muertos se atreven a decir que lo peor ha pasado y que saldremos más unidos y más fuertes..… Es como si en el fondo se sintieran culpables de haber generado ellos el virus y quisieran borrar con marketing sus efectos y todo lo que suene sobre él.

Comprendo que, con la imprescindible ayuda de asesores sanitarios, son los responsables de las medidas a tomar pero no acabo de entender que renuncien a la colaboración, y mejor concienciación, de toda la población para minimizar los desajustes y el daño de tanto contagio y tanta enfermedad. En varias ocasiones he percibido de sus palabras que no pasaba nada, que no era para tanto. Echo en falta pedagogía y voluntad política para sensibilizar al conjunto de la población e intentar que todos rememos en la misma dirección. Para mí la pandemia es una oportunidad de profundizar en la democratización del país, para solicitar una participación responsable de la ciudadanía, pero no parece que discursos y medidas insistan en poner en valor estas categorías.

Salvo contadas excepciones, me he sentido poco respetado y me siento ninguneado porque la clase política ha renunciado a decirnos la verdad, a tratarnos como adultos….¿De qué no nos podemos enterar? ¿Somos para ellos masa manipulable, flexible y orientable a la que no deben preocupar? Una población informada y preocupada es menos dominable. Por su cuenta deciden lo que nos conviene saber y lo que no. Tampoco se trata de alarmar innecesariamente, pero en mi opinión, desde Sánchez a Ayuso, por citar extremos casi excluyentes – han mentido premeditadamente. Y lo que es peor: lo siguen haciendo.

Además lo de diecisiete estrategias políticas para combatir al virus ha sido y es, a mi juicio, una locura total y sobre todo una irresponsabilidad. Son muchos los científicos que han clamado y siguen clamando en un desierto de políticos sordos, más proclives – estos últimos – a los cantos de sirena del marketing que a las evidencias contrastadas de la ciencia.

Han colocado sus políticas por delante de la ciencia como si al virus se venciera con discursos descafeinados partidistas, con ruedas de prensa o con declaraciones ocurrentes. ¡Poca confianza inspiran esas tácticas! ¡Y mucho menos en escenarios de enfrentamientos en público! Prueba lo que digo que, en el pasado diciembre, Yolanda Díaz – Vicepresidenta - dijo que conocían el peligro del virus antes del 8M del 2020 y contó que la llamaron «alarmista» en Moncloa por avisar de los riesgos del Covid.

En plena sexta ola, que el Gobierno de la nación intente gripalizar[1] el virus, verbo absolutamente desafortunado, es una frivolidad más que solo puede generar de momento mayores contagios. Además pueden aparecer otras variantes. La Organización Mundial de la Salud lo califica de precipitado y prematuro, lo mismo que desaconseja decir que la variante omicron mata menos. No es que mate menos sino que estamos mejor defendidos a causa de las vacunas. La omicron sin vacunas hubiera sido letal. La sociedad civil se merece un trato más digno: Quitarle importancia a cosas que la tienen y más si están relacionadas con la salud de cada cual es de cínicos y desvergonzados. Aunque reconozco la dificultad, posiblemente ninguno se atreve a decir que, en momentos muy pensados, han puesto por delante la economía a la salud de las personas.

Ciertamente las vacunas nos han salvado de una mayor catástrofe mundial pero ahora el peligro está en el colapso de los centros de salud y los servicios de urgencia de los hospitales debido a que el número de contagios se ha multiplicado por seis o siete y eso puede acabar con la escasa moral que les queda al personal sanitario, ninguneado desde el principio y con síntomas graves de cansancio y de estrés. Para colmo, la gestión de los cientos de miles de bajas laborales dificulta enormemente atender a las personas realmente enfermas.

Así que utilizar afirmaciones políticas en lugar de datos contrastados por la ciencia es un insulto que la ciudadanía de este país no se merece. Como poco es bastante chocante. Y no me digan que esto ocurre en todos los países del mundo. Nunca ha sido consuelo ni solución el mal de muchos. De todas formas la capacidad de resiliencia de los españoles frente a los vaivenes de sus políticos está fuera de toda duda y está resultando encomiable.

Al final creo que termino por entenderlo: "Se trata de hacernos pensar en lo bien que vamos a estar en el futuro para no pensemos en lo mal que estamos en el presente". 

[1] Gripalizar sería tratar al virus como al virus de la gripe, es decir como una enfermedad estacional, lo cual es totalmente falso si miramos lo ocurrido desde marzo del 2020. Convertir la pandemia en un mal endémico es un puro desiderátum político que no se corresponde con la realidad.


No hay comentarios:

Publicar un comentario