Quijote enmascarillado |
Aunque no han desaparecido del todo, las mascarillas – salvo excepciones - parece que se han ido, el virus no. Las ventas han bajado un 75%, mientras el encadenamiento de contagios se multiplica ante un silencio sepulcral del espectro político: no sabemos cuántos contagios hay, ni los índices de hospitalización, ni el número de muertes…..Se sabrá, pero no se nos informa.....Nos vemos las sonrisas, las muecas de la cara y las pecas de la nariz….el virus, silenciado pero activo, sigue haciendo estragos …… no entiendo nada. El personal, sumido en su burbuja, se ve libre por fin de la tiranía de una máscara de papel pero preso del capricho de la política que ve la mascarilla como amenaza, ¿de qué?, yo me pregunto. Nunca he comprendido broncas por mascarillas ni que fueran una especie de castigo o de privación de libertad.¡¡¡ Es la salud!!! Es todo.
Jamás conocí mayor utilización política de una realidad científica, aunque supongo que las ha habido. La manía política de quitarle importancia a la presencia y efectos del virus es casi patológica. Piensan que no diciendo nada el PIB crecerá más y la gente será más feliz, pero no se dan cuenta de que la realidad manda y una persona enferma que tiene que trabajar lo hará de mala gana, rendirá menos y desconfiará de una sociedad y unos gobiernos que explotan su salud. Además hay personas que mueren a diario por el penoso virus y la presencia de este altera, considerablemente, los ámbitos laboral, personal y familiar. Lo afirma un servidor por propia experiencia, pues, recientemente, he pasado el virus y han sido tres, casi cuatro, semanas de molestos desajustes de todo tipo, y eso que no me ha dado fuerte gracias a las tres dosis de vacuna previas.
¿Qué daño puede hacer una mascarilla? Pónganse voluntarias pero recomiéndense encarecidamente porque es mejor prevenir que curar. Es cierto que la gravedad de los pacientes ha disminuido pero situarnos entre 400 -500 contagios por cada 100.000 habitantes está lejos de las cifras recomendadas hace unos meses que eran 30 -40.
La política del virus es mutar, expandirse y contagiar: para eso vino al mundo. Nuestra misión básica es protegernos y no darle facilidades ingenuas ya que no hay enemigo pequeño y este, desde luego, no lo es. Mascarilla, distancia, ventilación y lavarse las manos siguen siendo la opción más razonable.
Eduardo López-Collazo, físico nuclear, doctor en Farmacia y director desde su fundación del Instituto de Investigación del Hospital La Paz (IdiPaz), ha contado en twitter lo que le ha ocurrido por seguir llevando mascarilla en interiores: “Personas que no me conocen me han calificado de imbécil, tonto, subnormal, oveja... Otros me han dado lecciones varias”, se ha lamentado antes de zanjar: “Qué poca inteligencia existe en estos lares”. Luego ha aclarado porqué sigue llevando la mascarilla en interiores: “Porque las nuevas variantes pueden infectarnos, una vez infectado puedo padecer una longCovid, las vacunas son buenas pero no esterilizan. Al usarla no estoy afectando mi vida ni la tuya, todo lo contrario”[1].
Personalmente pienso seguir llevando mascarilla en interiores y en exteriores en todas las ocasiones que me parezca útil. No es cuestión ni de miedo ni de llevar la contraria a nadie ni de llamar la atención, es, simplemente, mi convencimiento de que todavía son muy necesarias y en momentos concretos imprescindibles.
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