Sinceramente creo que las izquierdas se equivocan en el trato que le están dando a Vox. A mi juicio, hay matices que olvidan, aunque, claro está, cada cual puede olvidar aquello que le apetezca.
A mi modo de ver, una parte importante del actual Vox
es hija de Pedro Sánchez, de su gobierno y de sus socios parlamentarios. Jamás
la derecha radical ha crecido tanto en España como en estos últimos cinco años.
Entiendo que, con el legítimo ánimo de dividir a los conservadores, las
izquierdas han hecho y dicho cosas para provocar el crecimiento de Vox. ¡Ay de los
asesores! Sabedores de que Vox no ganará nunca unas elecciones generales, han
alimentado al “monstruo” para disminuir los porcentajes de votos del PP. Considero
que esa política no es del todo acertada porque cada vez está más claro que los
puestos tercero y cuarto son decisivos para formar gobiernos, ya que no corren
tiempos de mayorías absolutas, al menos para el gobierno central, aunque todo
pudiera volver a suceder si los partidos revelación de hace unos años,
Ciudadanos y Podemos, se siguen diluyendo al incorporarse –poco a poco- a otras
formaciones con mayor recorrido. Así que ojo al tercero y al cuarto,
normalmente más radicales que el primero y segundo. Y, aunque se tiende a la
fusión por D’Hont, ojo también al rosario de pequeños partidos, ya que fueron
veintidós los que hicieron presidente a Pedro Sánchez ante la moción de censura
a Mariano Rajoy. En ausencia de mayorías absolutas, cada partido –por pequeño
que sea- juega su partida a tope.
El caso es que la izquierda, quizás para equilibrar aquello
del “Gobierno Frankenstein”, lleva tiempo empeñándose en hacer de Vox una
especie de partido adefesio. Olvida que detrás de Vox, en las elecciones
municipales últimas, se han contado 1.608.401 españoles. Es importante recordar
que en el 2019, Vox fue votado por 812.804 personas, aproximadamente la mitad.
Alguien tendría que explicar a qué se debe esta enorme diferencia. La acción y
reacción -que también existe en política- explica que probablemente sea más responsabilidad
de la izquierda –al haber sido extrema en bastantes asuntos durante estos
últimos años de gobierno- que mérito de la ultraderecha. Otro factor a tener en
cuenta puede ser la pensada moderación del PP ante determinados temas. Y desde
luego el rechazo frontal a Sánchez que se reparte entre el PP y Vox, aunque
este último recoge el voto antisanchista radical. Evidentemente no me parece ni
inteligente ni adecuado estar todo el día criticando e insultando a más de
millón y medio de españoles.
Tampoco podemos olvidar la corriente conservadora que
recorre Europa. España no es una excepción. En Italia, Suecia y ahora
Finlandia, los partidos de extrema derecha han empezado a gobernar. El diario
El País denunciaba en abril del 2022 que “el tenaz avance de la extrema derecha
en Francia es responsabilidad de las élites políticas y culturales francesas,
que no supieron adaptar el país a su nueva diversidad étnica, cultural y
confesional, ni proponer un proyecto social que pueda unir a la ciudadanía”. El
diario Público, hace un par de semanas titulaba: “Desde Alemania a Grecia: la
ola ultraderechista se extiende en Europa y ya mira a España. En tan solo tres
días, tres formaciones de extrema derecha han conseguido representación
parlamentaria en Grecia, mientras que AfD lidera su primer condado en Alemania”.
Yo entiendo que, para frenar a Vox, la mejor política es
hacer pedagogía de los propios valores, de las propias ideas. Hay que evitar el
enfrentamiento, el insulto grueso, la descalificación y el sectarismo, siempre
interesado. Mi opción pasa por la moderación y la crítica argumentada. A la
ultraderecha se le gana con el ejemplo, con proyectos integradores de ideas y
personas, con una ley de todos para todos y con los votos por delante y no con
el acoso, el miedo y las exageraciones apasionadas. Decir que Vox es un partido
patológico es un insulto a la Constitución y a nuestra democracia. ¿Es la Constitución
del 78 patológica? ¿El millón seiscientos mil españoles es un conjunto de seres
patológicos? Si Vox no es legal, denúnciese e ilegalícese. Si lo es, hay cosas
que no se pueden decir. Es importante para una democracia no traspasar las
líneas no escritas. Por cierta analogía pienso lo mismo si nos referimos a
Bildu, en mi opinión, partido antisistema admitido por el sistema. Hay que
desterrar ese espíritu cainita de una puñetera vez –a derecha e izquierda- que
quiere hacernos creer que los adversarios políticos son enemigos. Entre muchos
han hecho de Vox una víctima y ya se sabe que mucha gente se pone de parte de
los mártires. En política, cuando acudimos al estómago y al corazón en lugar de
llamar a la razón, las consecuencias pueden resultar imprevisibles.
Evidentemente pudiera ocurrir que al moderar la
izquierda el discurso antivox, Vox dejara de crecer y, a su costa, lo hiciera
el PP, con el riesgo de que este partido tuviera mayoría suficiente para formar
gobierno solo. Esa posibilidad sería peor para la izquierda pues al PP no le
podrían tildar de que derecha y derecha extrema son la misma cosa. Exactamente
igual que PSOE y Podemos, pueden estar de acuerdo en algunos temas, pero no son
la misma cosa. En cualquier caso, no deja de ser curioso como el PP acusa al
PSOE de podemizarse y las izquierdas califican al PP de partido abascalizado.
Tal para cual. Elecciones.
De todas formas, si tan malísimo es Vox para el bien
común, hay una posibilidad segura de evitarlo en los gobiernos, que no en los parlamentos.
Que la izquierda suma lo bastante, Vox evitado. Que el PP gana pero no suma lo
bastante y necesita a Vox, entonces el PSOE y algún otro partido de la
izquierda, p.e. Sumar, podrían abstenerse y dejar gobernar solo al PP, o ¿por
qué no un gobierno de coalición entre el PP y el PSOE al estilo alemán? Esa
fórmula, maldita para algunos pero tan legítima como otra cualquiera, tendrá
que llegar algún día y no me gustaría morirme sin verla aplicada en la
práctica. Las dos Españas unidas, dos ruedas y una bicicleta, un ser con un
estar, un capuchón y un boli.
En unos pocos días lo sabremos.
En este asunto,tan complejo, soy muy práctico , y los extremos claro que si hacen política , lo interesante es saber el tipo de política que se hace , porque se puede ser de Bildu y conseguir por ley la subida de las pensiones, la subida del salario mínimo ,... Y se puede ser de VOX y hacer desaparecer de los balcones oficiales la bandera LGT, y se pueden por ley eliminar las ayudas a la igualdad...pedagogía ,siempre ,pero las prácticas por los derechos y libertades TMB. VOX a mi modo de ver ,aunque tratado como un demonio por la izquierda , no deja de hacer diabluras
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