sábado, 11 de mayo de 2024

La formación

 


Define la RAE la formación como la preparación intelectual, moral o profesional de una persona o de un grupo de personas. Es decir todas las personas necesitamos unos conocimientos y unas habilidades para desarrollar determinados trabajos, cargos o funciones. Dentro de esa formación se considera necesaria la presencia de unos principios morales para no perder la referencia de aquello que está bien y lo que está mal.

Un sencillo ejemplo puede ilustrar lo anterior. Entro en una joyería y le comento a la primera persona que me atiende: “A este anillo le falta una piedrecita ¿Lo pueden arreglar?”.

Nivel 1: Le tiene usted que poner un brillante, me responde la dependienta.

Nivel 2: Se le pueden hacer dos presupuestos, uno con un brillante y otro con una circonita. Usted decide. Fue la respuesta-solución de la dueña.

Nivel tres: El joyero, pendiente de la conversación desde la parte de atrás, se levanta, examina el anillo, lo gira, lo mira, lo remira y comenta: Por la profundidad del agujero, la forma y el grosor del anillo, lo que ponga no tendrá mucho agarre … Será mejor colocar una circonita que además resulta más barato.

               Una situación similar me comentó un amigo al que se le descargaba la batería del coche. Pasados dos, tres días, el vehículo se negaba a arrancar salvo a empujones.

Taller 1: Lo más seguro será colocar una batería nueva, le contestó un mecánico que siguió trabajando. Para este auto le costará 90 euros. Por la mano de obra no cobraremos nada.

Mi amigo, que esperaba un diagnóstico más elaborado y alguna comprobación de algo, decidió visitar el taller de la casa oficial –Taller 2- y les comentó el problema. “Lo más probable es que no cargue el alternador. Necesitará un alternador nuevo más un par de horas de mano de obra. Los alternadores oscilan entre 200 y 750 euros, dependiendo de marca y modelo. Creo que para usted se puede arreglar todo por unos 385 euros”.

Esta segunda respuesta tampoco le satisfizo así que decidió llevar su problema al taller que un mecánico, algo mayor, tenía en las afueras –Taller 3. Siempre que pasaba por allí veía un montón de coches aparcados. Pensó que por preguntar no pasaría nada. Abra usted el capó, le pidió aquel mecánico. Arranque el vehículo si puede. Arrancó. Cogió su multímetro digital y se puso a medir la intensidad de la corriente en diferentes puntos. Pare el motor. El hombre siguió con sus mediciones. Arranque otra vez. Párelo. Con cara de satisfacción le dijo: Tanto la batería como el alternador están perfectamente. En algún punto hay una derivación, un contacto que descarga la batería. Si no tiene prisa en media hora se lo miro, quizás menos. Tómese un café y vuelva. En veinte minutos mi amigo estaba allí. Arreglado, son 20 euros. ¿Seguro? dijo mi amigo incrédulo. ¡Seguro! Le respondió el viejete.

La formación, el saber hacer las cosas bien, el hacer las cosas con jeito en palabras de Luis Landero, aumenta la autoestima y la satisfacción porque ponemos en juego lo mejor de nosotros mismos, aparte de la satisfacción moral que proporciona. La gente que hace las cosas bien son una puerta a la esperanza, una luz que se proyecta en el futuro.

Si no se está preparado para un oficio, un cargo o una responsabilidad, hay que tener la humildad de no aceptarlo y de ponerse a aprender si es eso lo que quieres hacer. Los chapuceros –actúen donde actúen- deben de ser denunciados y, llegado el caso, perseguidos por la justicia.

No deja de ser irónico que a un trabajador de lo que sea, se le exigen títulos, diplomas, certificados y exámenes y los ministros cambian de ministerios o de cargos como quien cambia de camisa. ¡Sólo necesitan tener un carné y obedecer al Jefe! ¡Si es que hay gente que sirve para todo! Pues no, va a ser que no. Cualquiera no sirve para ministro de Justicia o Economía ni para embajador por mucho carné que tenga y muy obediente que sea. Tampoco uno cualquiera puede ser fontanero. Con frecuencia admitimos que fulano era maestro, ahora es alcalde y quién sabe si mañana será Director General de Correos. La ciudadanía, en su acriticidad, acepta disparates y situaciones inverosímiles. Sin ser exhaustivos flaco favor nos hace el hedonismo dirigido y dominante que nos distrae, un bienestar que nos hipnotiza y unas subvenciones que nos esclavizan … y los políticos lo saben.

Debido a la falta de formación de la clase política, los asesores han florecido como setas. ¿Qué menos que exigirle a un ministro, a una consejera o a un director general que tenga conocimientos sobre el área que quiere dirigir? Siempre me ha llamado la atención que para ser presidente de un gobierno se necesiten menos requisitos que para abrir una clínica dental, una charcutería o concurrir a las oposiciones de barrendero, con todos mis respetos para el charcutero y el barrendero. Así ocurre que los españoles pagamos cursos de aprendizaje y profesores a los recién llegados a la Moncloa. También a muchos de los ministros, presidentes autonómicos, consejeros, etc... No saben pero aceptan el cargo. Es la nueva política. ¿Cómo se puede ser un buen ministro de sanidad con la licenciatura en Filosofía y Letras? ¿Cómo ser presidente de gobierno sin haber trabajado ni un mes en una empresa? Ciertamente que cuesta gran esfuerzo entenderlo. Es evidente que no personalizo en nadie pero sí critico la situación, sean hombres o mujeres. A nuestros dirigentes públicos se les otorga una confianza y ellos y ellas deben de estar preparados. Es lo mínimo para dignificar la función pública.

La formación debe ser general y contextualizada. Su simbiosis es lo que hace progresar a las personas y al país en el que viven. Sobre gente formada se puede construir el futuro de una empresa o de una nación. La formación de calidad propicia innovaciones y autocrítica. Las personas formadas detectan sus errores, los admiten y los corrigen. Entiendo que una de las razones por la que la Iglesia Católica ha perdurado a través de los siglos es porque siempre se ha preocupado por la formación de sus miembros, incluidos fieles y todo el escalafón que componen la jerarquía.

Donde esté el hombre, o la mujer, siempre existirán errores, ambiciones y problemas… pero todo irá mejor siempre con personas capacitadas por su esfuerzo, conocimiento y referencias morales. No entiendo defender lo público desde la pereza, la ignorancia, la tergiversación de la ética y el sectarismo.


La formación es imprescindible para crear y para entender

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