Gorgonia despoblada. Sierra de Matrix, 2014. (a) |
Estamos
en Gorgonia, país desarrollado y democrático de la UEPHN. Esta es la historia de tres de
sus gobiernos. Historia que flota entre las nubes, baja a las profundidades de
la Tierra y marca estelas en el mar intentando abarcar un todo que se escapa.
El poder puede destruirlo todo y ennoblecerlo todo. Hace diablos a los ángeles
y es capaz de convertir a un hombre en un narciso o a una mujer en un diamante.
Puede pudrir el alma y que lo negro sea verde y blanco al mismo tiempo. Las
ansias de poder se alimentan con más poder, con soberbia y de una inmensa
multitud de esclavos voluntarios sometidos al Gran Jefe, el cual asciende cada
día a una grada más alta.
Sin
embargo el verdadero jefe es aquel que se convierte en el primer servidor de la
ciudadanía, el que procura la justicia y se ajusta a la ley con elevados márgenes
de generosidad. Un buen jefe jamás divide al personal ni se aprovecha de su
cargo. Tampoco se cree un mensajero del cielo. En él no anida la vanidad y el
trabajo bien hecho le ayuda a ser humilde cada día y a seguir trabajando. Solo
mejorar lo común copa su voluntad y ampara sus intenciones. El buen jefe es
juicioso, escucha, se aproxima, no avasalla y jamás promete lo que no puede
cumplir. El liderazgo se lo dan los de abajo de acuerdo con la empatía,
respeto, comprensión y motivación que el jefe les inspire. En cualquier caso –ya
que hemos perdido la inocencia- somos conscientes de que el poder rompe y
corrompe todo lo anterior porque en las relaciones de dominio solo son
intereses los que mandan.
No es
casualidad que las líneas que siguen estén escritas en gris.
I.- Dominio de Atricio Cacherolo o historia de una
Cacherolitis aguda en Gorgonia
Después
de cuatro años de gobierno de Atricio Cacherolo, las consultas a psicólogos y
psiquiatras aumentaron en todo el país de forma drástica. También las ventas de
antidepresivos, estimulantes y analgésicos. Gorgonia era un enorme hospital
mental. Una red, perfectamente estructurada desde las oficinas del palacio
presidencial de San Suplicio Gozoso, alimentaba los malestares y los
bienestares de la ciudadanía con una indiscutible maestría polarizadora. Los
bienestares, lógicamente, correspondían al conjunto de sus afines ideológicos,
familiares y amigos y los malestares se asociaban a la totalidad de sus
adversarios políticos a los que consideraba enemigos de Gorgonia, de la
democracia y, por tanto, sus enemigos también. Estaba claro: ÉL era Gorgonia y
la democracia. El trato que les dispensaba era como si fueran miserables traidores
apestados. El foco principal de dónde nacían todo tipo de eslóganes y consignas
estaba formado por un nido de infinitos asesores expertos en bulos, mentiras,
ingeniería jurídica, blanqueamiento sobrenatural de errores propios y de
terroristas confesos y despiadada destrucción de los aciertos de la oposición. El
siniestro rincón de aquel gobierno era reconocido como el paridero, con todo el respeto que la bella palabra de parir se
merece. El término paridero, en este caso, pretende ser un ripio lingüístico con
matices peyorativos. Ese ejército de ayudantes, esclavos del pesebre y de ÉL,
era más eficaz que un elenco de militares de élite equipados con armas de
última generación. Utilizaban la palabra y las grandes series estadísticas,
aparte de los terabigdata y la IA, para sus abyectas investigaciones. Esa banda
de abducidos por la plata, el poder de influir y la personalidad del líder (periodistas,
sociólogos, psicólogos, matemáticos, oradores, informáticos, historiadores,
diplomáticos, científicos, expertos en comunicación corporal, economistas,
politólogos, modistos, peluqueros, etc, etc) estaba constituida por asuntos y
lugares.
Había un grupo por cada país del
mundo con los que Gorgonia mantenía relaciones. Lo primero era el interés
personal de Atricio. Luego había que diferenciar –aunque a veces coincidía- lo
diplomático de lo comercial. Atricio Cacherolo, a pesar de haber copiado su
tesis doctoral acerca de los ajos blancos y el comportamiento de las hormigas,
sabía de la importancia del dinero y anteponía lo comercial a cualquier otra
cosa, incluyendo las sabrosas comisiones en criptomonedas que sus círculos de
colaboradores -segundos, terceros o cuartos- le ingresaban en las catorce
cuentas que tenía abiertas en la República de Panamenos, lugar donde mandaba
con mano férrea un prestigioso dictador de izquierdas. Estos grupos de politizados
profesionales –cautivos hechos ricos e influyentes por comulgar con el poder-
eran auténticos mercenarios vendidos al mejor postor. Una vez a la semana se
reunían por continentes porque, si interesantes eran las informaciones sobre
países concretos, más interesantes eran las interacciones acaecidas en un mundo
globalizado. La información era su diosa, su becerra de oro. La manipulación,
su oficio. Básicamente: ocultar y deformar lo malo y difundir y exagerar lo
bueno de un Atricio, ansioso y ambicioso, abducido por el poder y sus pompas.
El poder era un fin en sí mismo que empezaba por ÉL y terminaba en ÉL.
Otro grupo más numeroso de
consejeros era el creado para analizar la política nacional, columna vertebral
de toda su autocracia. Gorgonia estaba dividida en catorce regiones así que
había catorce grupos, uno por región, compuesto por doce personas cada grupo.
Toda la información significativa que generaban estas regiones, fueran redes
sociales, prensa escrita, radio o televisión era analizada por potentes
supermegaprocesadores capaces de analizar millones de instrucciones por segundo
o MIPS (millions of instructions per second). Este sistemabig de la
gigainformática estaba instalado en el refugio nuclear de que disponía el
palacio de San Suplicio Gozoso y había sido pagado con fondos desviados de la
UEPHN (Unión Estratégica de Países del Hemisferio Norte). El dinero vino para
hacer carreteras y el gobierno de Atricio, siempre tan listo, lo justificó
diciendo que había construido autovías. Evitó aclarar que se trataba de
autovías de la información para su uso exclusivo. Sin ningún tipo de auditoría
ni de un mínimo control, la UEPHN dio el visto bueno a las facturas
presentadas.
El bigsistema, automáticamente, generaba
varias veces al día informes globales resumidos –tanto nacionales como
internacionales- con aquello que consideraba de mayor interés o que tuviera
repercusiones graves para el gobierno, previa introducción de las preceptivas
prioridades y órdenes. Podía sacar conclusiones válidas y útiles de los
trillones de gigabits analizados. Los bigdata habían empezado a quedarse atrás
y se comenzaron a sustituir por paquetes super
de BIGDATA –Bigdata rellenos de bigdata- mucho más eficaces para obtener
resultados fiables sobre cualquier aspecto analizado. Evidentemente, aparte de los
varios informes diarios, el gobierno central de Gorgonia podía solicitar información
sistematizada sobre cualquier tema de su interés: así por ejemplo, en el ámbito
nacional, a modo de prueba, le encantaba saber los kilogramos de miel recogida
anualmente en Los Pedroches, el número de trabajadores que cobraban el paro en
el municipio masbarro de Estaeseta, lo que se gastaba una rica rusa en joyas en
Bellamar durante un año, la cantidad de botellines de cerveza Luzcampo que se
habían consumido en un día en Gorgonia o cuantos gorgonenses y gorgonensas
habían utilizado la tarjeta de crédito AVIS en Nueva York o en Tokio. Si
conocían la información más nimia, hemos de suponer que en sus redes caían
todas las importantes.
Era tal el control que también
podían saber el número de pares de zapatos que se habían vendido en un día en
la región de Parasolia, el IVA ingresado por el gobierno autónomo de Sivaspoco,
los millones de peseuros que se despilfarraron en subvenciones públicas a
Katarlinia o los manifestantes que se reunieron para pedir que los
preservativos corran por cuenta de la seguridad social. Particularmente
interesante, y sabroso, era enterarse de los ataques de cuernos consolidados
entre famosos, fraudes a la hacienda pública –sobre todo de miembros de la
oposición y familiares o de personas poco patriotas- o conflictos de poder
entre las grandes empresas y, en concreto, de los bancos. Las movidas de los
bancos eran un bocado exquisito para el gobierno de Atricio. Todo tipo de
chismes y noticias se almacenaban para darle salida en el momento adecuado, de
la forma adecuada, por el medio adecuado y la persona adecuada. La principal
técnica utilizada era la deformación. Imperaba el paradigma de que las noticias
son de plastilina y había que moldearlas para que el Gobierno saliera siempre
airoso. Aquellos que les llevaran la contraria se hundirían en la miseria moral
y política y serían clasificados como torturadores fangosos de la democracia. “Mientras
más nos contraríen, más alto será el nivel de mierda que les envuelva. Esa será
nuestra mejor estrategia”, comentaban.
De lo nacional se sabía todo de casi
todo y casi todo en tiempo real. Eso proporcionaba a Cacherolo una información
privilegiada que rápidamente él y su equipo de aborregados ministros, jefes de
negociado, subsecretarios, directores generales, etc convertían en poder y en
armas arrojadizas contra la oposición. Por debajo del presidente estaba el Conductor
Regente del Gabinete de Prensa, llamado cariñosamente por los suyos el
“bulosdirector”, auténtico genio de la especialidad. Sus subordinados, los
magos de las palabras reflejaban los hechos en unos espejos convexo-cóncavos,
similares a los que se exhibían en algunas ferias, hasta convertirlos en
irreconocibles. Elaborados los textos se pasaban a la sección de encantadores
de imágenes los cuales en su laboratorio hacían maravillas con programas de
inteligencia universal, inundando los medios y las redes de un mundo virtual
falso, embutido en embustes, calumnias y subterfugios. Costaba muchísimo
trabajo, tiempo y paciencia informarse de algo que no le interesara al
gobierno.
En lo internacional tenían que
conformarse con los propios servicios de inteligencia, el SNI, los servicios de
inteligencia de países amigos, informes solicitados a los políticos embajadores
–los diplomáticos habían sido sustituidos por amigos o compañeros-as de
partido- y algunos resúmenes de agencias que el sistemabig facilitaba según programación. De países concretos se
controlaba sibilinamente cualquier información por pequeña que fuera. El
objetivo prioritario era no molestarlos. Con los Estados Fundidos de América,
EFA, se tenía una consideración especial por ser la primera potencia mundial,
inmensamente rica y con una poderosa agencia de información. La TIA, Taller de
Inteligencia Autónomo, podía crear verdaderos problemas hasta a sus propios
presidentes o generar una guerra brutal lejos de su país con montajes falsos y
sin ningún motivo que la justificara. Con los EE.FF. había que llevarse bien sí
o sí. También con Ruecamar, país vecino que disponía de información
confidencial del presidente y su entorno más íntimo obtenida por medio de siniestros
métodos e inconfesables intereses. Por otro lado estaba el asunto de las
pateras repletas de emigrantes que Atricio controlaba con grandes reverencias
al Soberano Emperador ruecamarí, dinero en inversiones millonarias, material
militar y total vista gorda en asuntos de derechos humanos. Además los
habitantes ruecamaríes gozaban de un trato excepcional cuando venían a ocupar
en Gorgonia puestos de trabajo que los naturales se negaban a poblar. Micazuela
era otro país por el que Atricio sentía veneración. Existían tres lazos
íntimos: Uno era ideológico, pues su socio de gobierno, el partido FUMAR, era
forofo del régimen populachero inmaduro micazuelano y claro no era cuestión de
romper tan pragmática coalición. Luego, existía otra razón sentimental que era
la relación del nombre del país con su apellllllido.
Joder, Cacherolo y Micazuela son primitos hermanos como utensilios de cocina.
Alguien apellidado Cacherolo tenía que ser amigo de un país que se llama
Micazuela, independientemente de que su gobierno diera golpes de estado u ocultara
actas electorales que dan la victoria al adversario político. Los amigos y la
familia política van siempre antes que cualquier persona o tema del partido
opositor. Si además tenían coincidencias de nombre en útiles culinarios, la
decisión no necesitaba una bola de cristal para ser tomada. El tercer lazo era
una convergencia política-económica pues un expresidente de Gorgonia, el señor
Zap Atillas, Pantuflillas para los amigos, compañero de partido de Atricio, era
uno de los principales apoyos internacionales del gobierno de Micazuela. La relación
mafiosa - económica tenía mucho que ver con una misteriosa descarga nocturna de
centenares de maletas en el aeropuerto de Matrix, capital de Gorgonia,
procedente de Carracas, capital de Micazuela, en presencia del ministro Ávila,
mano derecha de Atricio Cacherolo. Las malas lenguas hablaron de maletas
rellenas de oro y de dinero. Otras fuentes dijeron que contenían envases con
virus concentrados de populismo bananero. Nunca se explicó nada. Sobre este
tema y otros tantos el gobierno echaba cada día capas de banales noticias y
eventos insípidos hasta que el asunto comprometedor quedaba sepultado por
toneladas de notinmundicias facilitadas por los sepultureros de la
transparencia, los cuales se ayudaban de una especie de cuervos amaestrados que
la devoraban como un manjar exquisito.
Estaba claro que lo principal era
controlar la información porque había que proteger al pueblo y ganar el relato.
Ese era uno de los grandes objetivos de Atricio: que no fluyera agua nada más
que de su propia fuente y que la mente de la gente solo fuera alumbrada por ÉL,
un presidente Sol a modo de faraón que ha viajado en el tiempo. “Hay mucha
gente mala que os pretende engañar”, decía, “y más los pseudoperiodistas caga
noticias, bonitos son. Trabajan en los mierdamedios que aspiran a desinformar
al país, a mis votantes y a mis simpatizantes, y claro, yo que soy la democracia
encarnada, tengo que velar por la seguridad informativa de mi indefensa gente.
¡Somos víctimas de oscuros intereses que intentan derrocarnos! Yo y mi familia estamos
los primeros en la lista, decía el populista Cacherolo lamentándose. Si yo
caigo, caeréis todos vosotros. Andad vigilantes para que el espíritu de
nuestros enemigos no se apodere de vosotros”.
Por desgracia ÉL, Atricio era uno de
los que daban pescado a la gente y le horrorizaba enseñar a pescar, porque eso
suponía la independencia del personal, un propio proyecto de vida, y temía
mucho a la libertad de las personas. Era muy hábil manejando la esclavitud
política. Si los ciudadanos conseguían autonomía eso conllevaría que él y su
entorno inmediato se verían amenazados por la camisa de fuerza de la soledad al
no sentirse necesitado por la gente. Si las familias tenían la oportunidad de
buscarse la vida por su cuenta ¿qué pintaba ÉL allí? Sería su muerte política. A
la gente había que hacerla dependiente de las ayudas públicas. Mientras más
dependencia más votos para Atricio.
Tenida y depurada la información que
le beneficiaba, el siguiente paso era reproducirla, divulgarla, enviarla y
amplificarla. Los medios cacherolistas, que eran medios de todos administrados en
exclusividad por su gobierno, reproducían los mensajes, eslóganes y consignas a
los cuatro vientos y a todas horas. Su objetivo era claro: el relato de Atricio
Cacherolo era el único relato veraz, el único creíble. Todos los demás relatos
eran basura, fango, podredumbre, bulos e información purulenta. Atricio y todos
los suyos eran gente honrada, trabajadora y estaban en posesión de la purísima verdad.
Además eran víctimas de las sinvergonzonerías de los que no pensaban como
ellos. Pensar en soluciones o ideas diferentes a las de Cacherolo era traicionar
al estado, una actitud antipatriótica total.
Gorgonia despoblada. Sierra de Matrix, 2014 (b) |
Esa política de crispada
polarización mantenida en el tiempo, ampliada y difundida, en las campañas
publicitarias de viajes insólitos a selvas y desiertos, en la venta de cocos
emborrizados con miel o en concursos de chorizos rellenos con arena en las
ferias de ciudades y pueblos, dividió a Gorgonia en dos. Sectores importantes
de la sociedad se polarizaron, se dividieron, se crisparon y se encabronaron. Muchos
hijos dejaron de hablar a sus padres, grupos de amigos desertaron de juntarse a
cenar, hermanos se salieron de los grupos de Palagram y Kédiram, parejas de heteros
y homos se separaron simplemente por discutir si llevaban la compra en una
bolsa de papel o en una de plástico …. Los vecinos empezaron a cambiarse de
acera para no saludar a vecinos que habían manifestado ideas no coincidentes
con las suyas… Gorgonia, en palabras de Cacherolo, se tenía que dividir en dos
porque los patriotas demócratas no pueden compartir nada con antipatriotas que
quieren cargarse la democracia y desean la desgracia del pueblo. Los carnés de
genuinos demócratas se autorizaban en los talleres de San Suplicio Gozoso bajo
la vigilancia del Comité de Amigos de la Democracia, presidido por el ministro
de Justicia, el señor don Perfecto Leal y Buñuelos. Había tres formas oficiales
de obtener el carné de demócrata: (1) Apuntarse al partido de Atricio y pagar
religiosamente las cuotas. La obtención del carné era inmediata al pago de la
primera. (2) Enseñar el voto voluntariamente
al interventor del partido, presente en la mesa, en cada convocatoria
electoral. (3) Oponerse, al menos diez veces en un mes, en las redes sociales a
las opiniones que fueran contra el gobierno atriciano. Esta opción tenía la
posibilidad de contactar con expertos para que te aconsejaran una frase de
impacto o un comentario irónico.
Las reglas sociales cambiaron de tal
manera que los padres no querían que sus hijos estuvieran en clase con hijos de
padres clasificados como antipatriotas, no fueran a contagiarse de sus nefastas
ideas. Maestros y maestras fueron inspeccionados por puritanos inspectores
democráticos para determinar su ADN político porque la antidemocracia y el
machismo eran un virus que inoculaba la oposición a los desamparados menores de
edad por medio del magisterio. En las consultas médicas pasaba exactamente
igual: Como este médico no piensa “en coordenadas atricianas” es un mal médico
y un antipatriota que debe ser cesado de su puesto y enviado a un barrio donde
se reúnan todos los antipatriotas. Hay que levantar un muro entre nosotros, la
democracia, y los gorgofascistas que nos la quieren arrebatar.
En numerosas tiendas, antes de
comprar nada -zapatos o camisas- te hacían un test sectario de pureza
democrática con un megateradetector de mentiras. Si lo pasabas, te vendían. En
caso contrario te decían que eras persona non grata y que te fueras a otra
tienda. En los restaurantes, siempre con cita previa, te advertían de la
necesidad de presentar el carné de demócrata porque recibían una subvención del
gobierno por el número de ciudadanos acreditados que comían allí. Así que
dividieron con paredes su local en dos: una A indicaba el lugar donde comían lo
antipatriotas y una D era la señal del salón reservado para los que tenían
carné de demócratas. Si se llenaba el D, rápidamente sustituían la A por otra
D. El negocio era el negocio.
En los locales religiosos ocurría casi
lo mismo. Los bancos de la derecha tenían una gran A y los de la izquierda una
enorme D, pero Atricio-presidente sabía lo peligroso que podía ser tener
problemas con las religiones o con Dios. El caso es que autorizó a que los responsables
de los templos, previa donación mínima de quince peseuros, dieran carnés de
demócratas con fecha de caducidad. Tendrían que renovarse cada semana. Así, en
los oficios religiosos se podían ver juntos a demócratas al lado de ricos antipatriotas.
Otra posibilidad admitida fue que las funciones religiosas se celebraran en
diferentes días o en diferentes horarios. Los oficiantes tuvieron que celebrar para
patriotas y para antipatriotas. Así se evitarían mayores problemas. Por
supuesto, la liturgia de la palabra tendría que ser necesariamente diferente. Decían
a cada cual lo que querían escuchar. Como anécdota, en las sesiones de los
demócratas, salía un elegido-a y públicamente solicitaba la conversión de
antipatriotas a demócratas. La gente no sabía que el 50 % de lo recogido en el
lavado de imagen de los antipatriotas iba a parar al bolsillo de unos guardias
gubernamentales encargados de mantener el orden dentro de los templos. A cambio
de todos estos shows las religiones pagaban un 10 % menos en sus declaraciones
de rentas.
Lo más duro de todo ocurrió en el
edificio del Congreso de los Elegidos. Atricio Cacherolo cumplió su palabra por
primera vez y levantó un muro físico en el interior del Palacio de la
Democracia. A todos los parlamentarios que no apoyyyyyaron su investidura,
sacada por la mínima con la ayuda de las fuerzas políticas destructoras de lo
común, los colocó al otro lado de una cristalera. Esa humillante decisión
tomada por mayoría simplísima hizo que los elegidos –llamados perversamente
antipatriotas- abandonaran el hemiciclo, pero a las tres semanas volvieron
porque se dieron cuenta de que su presencia –aún detrás de aquellos cristales-
era mucho mejor que su ruidosa ausencia. También colocaron dos micrófonos, A y
D, para los oradores, y pintaron de diferentes colores los sillones donde sus
señorías colocaban sus posaderas. Los lugares reservados a Atricio y a sus
apoyantes –alguno chirrió- irían coloreados con los colores del Arco Iris. Los
de la oposición tendrían tapicería negra, como su porvenir. Además se hicieron
las obras pertinentes para que los sillones de la oposición estuvieran en un
nivel más bajo. El laboratorio de pensamientos humillantes trabajaba a pleno
rendimiento y no dudaba en aprovechar cualquier oportunidad, por pequeña y
desastrosa que esta fuera, para ungir y subir a un gobierno déspota y
desequilibrado. Todo se hacía en nombre de la sacrosanta democracia y por el
bien de Gorgonia, únicos intereses que Cacherolo no se quitaba de la boca,
hasta tal punto que le salió un callo en la lengua en forma de D.
En los campos de fútbol, en las
peluquerías, en las entradas al cine, en las bibliotecas, en los invitados a un
plató de TV, en las citas de Hacienda o en la Seguridad Social o una tienda de
pizzas se impuso el modelo de Atricio Cacherolo. Carné, carné y carné de ser
demócrata para que te atendieran con naturalidad y neutralidad. Los no – carné,
paciencia y a esperar. Esos formaban parte de otra cola. Cacherolo y sus
apesebrados seguidores, que presumían de defender la igualdad durante décadas,
impusieron la desigualdad por norma atendiendo en exclusiva a sus intereses
políticos para seguir atornillados al poder.
El ambiente social en Gorgonia era
pura esquizofrenia. Todos los sectores estaban polarizados, nadie se fiaba de
nadie. Un papel en el suelo o el ladrido de un perro se calificaba como algo de
extrema izquierda o de derecha extrema. El papel en el suelo se asociaba con
alguien de extrema izquierda que no es capaz de hacer lo que predica, mucho
hablar de ecología y poco hacer. El ladrido de un perro, fuera a la hora que
fuese y por la razón que fuese, se producía por un indecoroso maltrato animal
de gente de derechas. Todo, absolutamente todo se politizaba. Si era la calima
de un día había gente que decía que el gobierno había sembrado la atmósfera de
un no sé qué. Que era una risa espontánea en un bar, entonces resultaba que
alguien se cachondeaba de la bandera de Entre Madera, región de Gorgonia
exportadora de papel. La concentración de histéricos, perseguidos, maniáticos, hiperactivos,
hedonistas, fumados, esquizofrénicos, alienados, alineados, dementes,
enajenados, excitados, acosados y pasados de la raya aumentó de tal manera que
el ambiente resultaba irrespirable. La máxima concentración de locos
victimistas por metro cuadrado se daba en el entorno político de Atricio y en
las proximidades de su residencia oficial, rodeada de varios barrios
residenciales donde vivían sus más fieles adictos. Tenían que morar cerca por
si el dios Atricio necesitaba su presencia. Al fin y al cabo todos y todo tenía
que estar a su servicio.
La situación de crispación e irritabilidad
impregnó al propio gobierno de coalición entre el PSG, Partido Subrealista de Gorgonia,
y el partido FUMAR. El pacto saltó por los aires debido a tres diferencias: (1)
El PSG era partidario de una Monarquía Republicana mientras que FUMAR quería
una República Monárquica. Nadie supo explicar muy bien las diferencias, pero la
fisura se convirtió en rotura. (2) El segundo motivo fue que FUMAR quería
convertir las horas de trabajo en horas de 50 minutos sin rebajar el sueldo,
mientras que para el PSG las horas de trabajo deberían contener 55 minutos.
Esos cinco minutos resultaron insuperables. La grieta en la coalición se
amplió. La última y tercera razón fue un ataque de celos entre la
vicepresidenta primera, del PSG, y la vicepresidenta segunda, de FUMAR. Según
Yo Landa, segunda vice, el presidente Atricio Cacherolo prestaba mayor atención
a la primera cuando estaban delante de las cámaras de televisión. Eso era algo
que FUMAR no podía consentir. Era una humillación y un trato desigual a la
mujer que ella llevaba dentro.
Los demás socios del gobierno
criticaron abiertamente los negocios que Iluminada Gomá, mayordoma del
presidente Atricio, había realizado bajo el paraguas de la Con Pluto Mas
Universidad. Nada ilegal, al parecer, pero su imagen y la del presidente –como
posible cómplice involuntario- habían quedado por los suelos: Ética y Estética
se vistieron de luto en el Palacio de San Suplicio Gozoso. Varias
irregularidades financieras de Pocholo Cacherolo, cuñado del presidente,
vinieron a hacer más grandes las sombras que rodeaban a Atricio. La gota que
colmó el vaso fueron las voces que llegaron al Palacio Presidencial de San Suplicio
Gozoso desde diferentes gobiernos regionales en manos del PSG. Cansados de las
arbitrariedades de Atricio -tenía cogido al PSG por salva sea la parte- hicieron
llegar al presidente su oposición a romper la igualdad entre los diferentes
territorios que componían la Gorgonia actual. De ninguna manera se podía
beneficiar financieramente a una de las regiones más ricas a costa de las más
pobres. Eso era una vergüenza colosal y un despropósito galáctico. Los
Presidentes territoriales del PSG chillaron y chillaron y chillaron como nunca
antes lo habían hecho. Con la coalición de gobierno rota, los apoyos de la
cámara de congresistas tibios o casi nulos debidos a los escándalos íntimos y
la oposición interna dentro de su propio partido por los numerosos favores
económicos y políticos concedidos a los xenófobos katarlinares, Atricio, a
pesar de su tremenda resiliencia, tuvo que convocar elecciones ordinarias
integrales.
El plebiscito lo perdió Cacherolo
con un PSG hundido. El escrutinio dio entrada en el gobierno de Gorgonia a los
que Cacherolo consideraba antipatriotas y enemigos. Ninguno tenía el carné de demócrata
que ÉL otorgaba por gracia de su graciosa persona.
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