sábado, 20 de junio de 2015

Emigrantes. Solución?

Desde mi percepción ¿Cómo veo el problema de la emigración?

           La emigración es un fenómeno social universal en el tiempo y en el espacio que, básicamente, consiste en un enorme deseo o inquietud por viajar a otro país con la intención de mejorar tu status y el de tu familia, sobre todo en el ámbito económico y social. Las personas valoramos el dinero y los derechos, especialmente las que no disfrutan de ellos.

          La emigración ha existido siempre y se produce desde los países más pobres o subdesarrollados hacia los países más ricos, con un mejor nivel de vida y con una considerable legislación sobre los derechos humanos. Cuando yo era niño, en la década de los 60, los españoles se iban a buscar trabajo a Alemania, Suiza, Francia etc….En Galicia está muy arraigada la emigración a Sudamérica. Los mejicanos se afanan por entrar en USA y los africanos lo intentan en Europa. Los chinos se han establecido por medio mundo. Los pakistaníes se buscan la vida en los países del Golfo Pérsico, los países anglosajones en general, y el Reino Unido en particular mientras que los indios – India - lo hacen por los países del Sureste asiático y Golfo Pérsico.  
España ha sido y es un país de emigrantes. Hoy, España, recibe y aporta emigrantes. Por un lado emigramos hacia Francia, Alemania y Reino Unido en Europa. También buscamos trabajo en USA y Sudamérica. Por otro España recibe emigrantes subsaharianos y sudamericanos para realizar tareas que los españoles no queremos realizar. Los españoles que salen suelen tener titulación universitaria y buscan ocupaciones más cualificadas y mejor pagadas.

Si nos centramos en los africanos que llegan a Europa (España, Italia….) mi primera valoración personal es un tremendo sentimiento de impotencia. Impotencia porque poco puedo hacer para remediar una situación que afecta a miles y miles de personas. Hablo de los africanos pero igual se podría decir de los mejicanos o de los pakistaníes. Los problemas y las dificultades son muy similares.
En primer lugar, creo que los emigrantes son víctimas inocentes de las políticas aplicadas por los gobernantes de su propio país. Asumo que cada país tiene unas peculiaridades pero en general se han aplicado políticas con escaso contenido social, con precaria preocupación por la personas. Políticas que mantenidas en el tiempo han generado excesivas desigualdades entre la población: cada vez hay más gente que vive muy bien y más gente que vive muy mal. Gobernantes ególatras y mal formados – en muchos casos apoyados por los militares – caricaturizan los Derechos y la Democracia. A esto hay que añadir – casi siempre – presiones de multinacionales y gobiernos extranjeros que nunca o casi nunca han tenido en cuenta a los de más abajo. La incultura, la lucha política interna, la desorganización y algunas fricciones bélicas con países vecinos ayudan a generar una situación extrema de miseria, fracaso y abandono. La gente quiere mejorar y se lanza a la aventura con desesperación, aún a riesgo de perder su vida. La inmigración tiene mucho que ver con la existencia de estados fallidos.  

               Es por esto que considero esencial tomar medidas en los países de origen. Las acciones de ayuda de ONGs, organizaciones religiosas o activistas sociales palían necesidades pero son claramente insuficientes. Se necesitan acciones coordinadas de gobiernos e instituciones internacionales con el Gobierno Local. Es esencial generar estructuras de Estado de derecho que disminuyan las inseguridades de todo tipo. Es prioritario potenciar lo autóctono, mantener las familias unidas, abrir escuelas y talleres in situ, potenciar la pequeña y mediana empresa, desarrollar comunicaciones, administrar justicia y sanidad, crear país…..no se trata tanto de darles pescado como de enseñarles a pescar. Como esto es lento, necesitarán ayudas durante un tiempo, pero cada vez menos. Ayudas supervisadas para que lleguen a paliar las verdaderas necesidades de la gente y no a engrosar las arcas de los corruptos del país. 

               La lucha contra las mafias que trafican con personas es absolutamente imprescindible. Su actividad es de lo peor. Aparte del dinero que cobran a los emigrantes, no dudan en abandonarlos a su suerte a la primera de cambio. Embarcaciones en mal estado, sin el combustible necesario, empaquetadas de personas se convierten en trampas mortales y hacen del Mediterráneo un colosal cementerio. Si Europa tiene una identidad económica, necesitamos que se equilibre con una identidad política (cosa tampoco fácil). Y esta identidad política debe reflejarse en acciones conjuntas contra estas mafias que cubren nuestras fronteras de indignidad. 

               A los que lleguen habrá que atenderlos. La manifiesta insolidaridad de países del norte de esta Europa virtualmente unida es inadmisible. Suponemos que es necesario más salvamento, más medios y menos policías. Abandonar a su suerte a los miles y miles de seres humanos es indigno, injusto y vergonzoso. Con una población envejecida y una natalidad bajo mínimos, Europa necesita gente integrada, gente que la respete y la asuma como su segunda patria. Lumbre y vino en palabras de Serrat.
               Hay que trabajar para fomentar la inmigración legal, hay que trabajar contra cualquier brote de xenofobia, hay que mejorar las condiciones de acogida y no permitir que el Mediterráneo se convierta en coto de caza de piratas y mafiosos. 
 
               Cada vez que se ahoga un emigrante en el mar todos nos ahogamos un poco más. Las personas que desesperadamente tratan de alcanzar nuestras fronteras son gente inocente. Es posible que no tengan papeles pero tienen proyectos, familia, sentimientos, esperanza, ilusiones, ganas de trabajar y de vivir. Europa no puede darle la espalda y dilatar soluciones en el tiempo. Es un reto que merece la pena afrontar ya.

 

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