Escribir a mano es dibujar ideas,
como si fuera un cuadro.
Desde
la invención de la imprenta por Gutemberg en 1440, después de una gran
controversia por disputarse la gloria entre alemanes, franceses, italianos y
holandeses, se dotó a la humanidad de la posibilidad de escribir, al menos en
la forma, con rasgos despersonalizados.
Los
variados e intensos avances hasta la impresión digital de hoy han dejado a
Gutemberg en pañales, aunque su idea, su enorme y genial idea fue la gran madre
de todo lo que vino después. Escribir
a mano puede parecer primitivo y antiguo pero a fecha de hoy, lo considero una
innovación y un placer, una importante faceta del desarrollo personal. El
simple hecho de poner unas letras en un papel es relajante, te identifica y
desarrolla más tu actividad cerebral porque debes evitar tachones y controlar faltas de ortografía, separación de palabras, tamaño de las letras, etc.... Es una
experiencia tranquila y entrañable que te permite un reencuentro con tu interior. Una hoja escrita a mano es un espejo de papel. Sin despreciar nada
ni a nadie…......¡ Que le digan a un pintor amigo de óleos que pinte con un programa
de ordenador! Es indudable que el arte tiene infinitos caminos pero la belleza
de un Velázquez o un Goya se me antoja insuperable.
Emborronar
un papel con nuestra letra es una experiencia similar a la que pudo sentir el
hombre / mujer de Altamira dibujando su bisonte o Picasso plasmando su Don
Quijote: las tres son obras originales y creativas únicas. ¡ No hay dos
caligrafías iguales! Tus letras, aparte de personalidad marcan ideas,
sentimientos, estados de ánimo, creatividad, gusto por la estética, etc. En tus
escritos está presente un ADN gráfico irrepetible. Para nada son iguales las mismas
ideas expresadas en un ordenador o a máquina. A mano es un proceso mucho más rico. Quizás por eso muchos escritores siempre escribieron a mano mojando la pluma en un tintero o con una estilográfica, práctica que empezó a matar la invención del bolígrafo por el periodista húngaro László József Bíró en 1938,
algo cansado de las dificultades de la pluma. Me encantan las palabras
caligrafía y manuscrito, estos últimos - libros o papeles – se adaptan al perfil
de singulares obras de arte que me atraen. Como el fuego o como el mar es
relajante observar el punto cambiante de la “i”, la ligera inclinación de la
“l”, las barriguitas de la “g” o de la “p” o los puentecitos de la “m” o de la
“n”. ¿Qué decir de la fuerza de la “z” o del derecho de primogenitura de la
“a”? ¿Y la suerte que tienen las letras gemelas de ir siempre acompañadas para
diferenciar “un carro” de lo “caro” y una “llama” de un “lama”?
Siempre me molestó la nefasta
diferenciación entre números y letras, ya que ambos son el pilar de todas las
culturas y su relación es íntima, casi amorosa diría. En todos los alfabetos
del mundo letras y números son dibujos, líneas, trazos, siluetas. ¿Hay mucha diferencia entre inventarse la “m” o un “3”? ¿Y
entre un cero y la “o”? ¿Y entre la “B” y un “8”?. La “x” [equis] la utilizamos
para multiplicar y los dos puntos, “:”, para dividir. A los lados de un
triángulo siempre les hemos llamado a, b, y c, dejando las mayúsculas A, B, C,
para sus ángulos. Eso sí, cuando el triángulo es rectángulo podemos
encontrarnos con “c”, “ c’ ” y h para nombrar los catetos y la hipotenusa. X, Y
y Z siempre serán incógnitas y, curiosamente, la letra “h” la hemos elegido
para nombrar la altura – palabra que no la lleva – de una figura plana o de un cuerpo geométrico. La abstracción es
fantástica pues una “V con visera" se lee como raíz cuadrada, y una “S” estirada
simboliza una integral. A todo esto no
podemos olvidar diferentes números asociados con letras: “número e” = 2’718281828459……,
el “número pi" = 3,14159 26535… y el “número áureo" = 1,6180339887498….,los
tres irracionales; y el casi mágico “número i”, del análisis complejo y del
álgebra, de forma que i2 = -1
Escribir
hoy a mano números y letras pone de actualidad el antiguo oficio del escribano que
daba fe, por medio de escrituras, de actos que se desarrollaban ante él. Atrás
quedan también la redacción de cartas y testamentos. Hoy día las nuevas
tecnologías nos permiten escribir con la voz. Su posible generalización
acabaría con el uso del papel y la posibilidad de escribir del ser humano. Para
mí sería una grave pérdida: los seres humanos no tendrían letra. Reclamo la
letra de cada uno de nosotros como Patrimonio de la Humanidad, antes de que sea
demasiado tarde.
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