Al revisar el blog he encontrado estas líneas aún sin publicar. Como las hice pensando en los lectores he decidido sacarlas a la luz, a pesar de un año largo de retraso.
La lealtad que tengo en algunos sectores, pequeños desde luego, en Estados Unidos, algún lugar de Europa y gran parte de España me merece un respeto y un reconocimiento. Me sorprende ver el mapa de lectores-as y observar que me leen en puntos muy distantes. Escribo desde Córdoba (España). No se quién es mi público: los supongo españoles mezclados con hispanos y algún americano. A veces en el mapa se colorea Alemania y alguien del Reino Unido. Incluso de Indonesia. En todo caso se me ocurrió pensar como podría pagar, o mejor compensar, esos quince minutos que algunos me dedican. He pensado explicar como estamos viviendo lo del coronavirus en mi propia familia. Compartir estas líneas supongo que está bien.
Empezaré diciendo que mi esposa trabaja como enfermera en un Centro de Salud de la pública en un pueblo importante, aquí en Andalucía, la zona sur de España. Esencialmente su trabajo consiste en atender a personas mayores, tanto en el consultorio como en sus domicilios. Es población de riesgo, está en primera fila, pero tiene cuidado y equipamiento justo, hasta ahora suficiente para su protección ante el coronavirus. Cuando llega a la casa se cambia de zapatos y vuelve a restregarse las manos con el gel. El obligado cambio de ropa de la calle es rutina diaria.
Nuestros dos hijos lo viven en Madrid, en el puro epicentro. Ambos teletrabajan. Uno ha pillado el virus con síntomas suaves y va recuperándose. Un colega de piso, enfermero también, por usar mascarilla de mala calidad pensando que era buena, se contagió en la UCI y estando asintomático se llevó "el bicho" a casa. De ahí al contagio inmediato del resto de la gente, hubo un pequeño paso. Nuestra hija, la mayor, se encuentra bien y sigue trabajando desde su domicilio.
Yo, profe jubilado, hago un poco de todo: escribo, limpio, leo, cocino, ordeno, compro, escucho algo la radio, veo la televisión y ejercito las piernas con una ciclostatic. No me puedo quejar y no me aburro nada. También escucho música y me meto en el Facebook, no demasiado tiempo.
He querido que se hagan una idea de mi situación después de más de treinta días de estancia confinada: tu propia casa se convierte en una extraña cárcel, situación que jamás se me había pasado por la imaginación.
Llegado este punto ¿que puedo decir que sea de utilidad?
Pues que estar en la casa es solidaridad y luchar contra el virus. Yo salgo por la compra dos veces en semana en sendas medias horas: los martes y los viernes. Pienso el camino que voy a recorrer para hacerlo más rápido: tiro papel y vidrio, luego pescadería, farmacia, carnicería, frutería y en el supermercado termino de comprar. Me gusta potenciar las tiendas de mi barrio.... a veces tardo un poco pues tengo que hacer cola. Mascarilla y los guantes son de obligado uso. Al llegar a la casa el ritual de siempre : cambiarse de zapatos, liberar cara y manos de guantes y cubrebocaynariz y colocar la compra previa desinfección de todos los paquetes con agua con lejía (300 - 400 c.c. de agua con un taponcito largo de lejía).
Es bastante importante no tener ningún miedo al virus ni pasarse de listo. Se toman precauciones y se sale lo justo.
Para mí es importante hablar con la familia y con amigos, sean íntimos o no. Mantener los contactos sociales les viene bien a ellos y por supuesto a mí. Mucho mejor que whatsapp y mensajes de Facebook. Hablar te aproxima a la gente y te explicas mejor. He de reconocer que procuro no leer mensajes radicales embadurnados de perversa política ni aquellos que difunden la negatividad. Ya me informo en la radio y en algunos canales.... y tengo suficiente. Mantener el equilibrio emocional es muy importante para afrontar la cuarentena y realizar tareas de tipo intelectual. También ayuda el ejercicio físico. Las videollamadas son fascinantes si no fuera porque todo el mundo habla a la vez y casi nadie se entera, pero todos aguantamos un buen rato viéndonos las caras.
Me atrevo a sugerir que cada persona debe de mantener su propia intimidad, su tiempo para hacer lo que le guste y desde luego la higiene y no vestir permanentemente de chandal o con pijama. Hay que arreglarse un poco como si se fuera a salir a la calle. Y hay que hacer cosas útiles ... no se puede estar todo el dia con el ordenador o mirando la tele. Es esencial cambiar de actividad y repartir las tareas de la casa.
A las ocho salimos al balcón para aplaudir a todos los que ayudan: bomberos, sanitarios, repartidores, personal de los super, soldados, policías, transportistas.....mis palmas las dedico a todos los que están permitiendo que yo me quede en casa ..... algunos han caido y se me encoge el alma.
Dormir es necesario y en estas circunstancias lo es bastante más. Mantener las rutinas y ese algo de ejercicio ayuda a descansar. Cultivar la paciencia y saber que estas colaborando son empujones hacia adelante sabiendo que esto terminará algún dia.
Hoy, 23 de junio del 2021, ya vacunado sigo con precauciones y mi intención es fiarme de la ciencia y el sentido común e ignorar las medidas políticas para atajar al virus y sus parientes.
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