Will Smith abofetea a Chris Rock. Los Ángeles 27/03/2022 |
La interconexión de las comunicaciones es algo brutal en el mundo de hoy. Apenas dos minutos después del bofetón de Will Smith a Chris Rock, su onda expansiva – como si de una super giga explosión nuclear se tratara – estaba en boca de todos los comentaristas del mundo – prensa, radio y TV - a pesar de que la censura americana actuó raudo tapándole la boca al agresor y permitiendo ver la bofetada. Curiosa hipocresía. La "gran torta" eclipsó cualquier tipo de noticia y por si misma se adornó del don de la ubicuidad en el planeta Tierra.
El hecho en sí, para mí, no debería generar tanto
ruido pero lo universal de los Oscar y la fama de los intervinientes hizo que
la noticia se difundiera a la máxima velocidad que las tecnologías permiten:
penetró como un tsunami en todos los escenarios y actuó de tapón de problemas y
realidades mucho más dolorosas, próximas e importantes, aunque ciertamente con un
perfil menor de su morbosidad. ¡Es la globalización, estúpido!.
Y es que los flecos que rodean – y rodearán - a la
gran bofetada son interminables. Al parecer más de quince millones de personas
vieron el manotazo en vivo y en directo, aunque esta cifra está sometida a
revisión. Dos cómicos, millonarios, negros, sala repleta a rebosar de actores,
actrices, modelitos – todos casi exclusivos – noche mágica poblada de ilusiones
y de millones, sonrisas amplias de famosos … cualquier detalle es digno de
mención, pajaritas, zapatos de charol, colas en los vestidos, tensión ante la
incertidumbre de los premios, sofisticados trajes de tela negra …. De repente,
en unos instantes, todo salta por los aires al hilo de la broma, en público, de
Chris sobre la teniente O’Neil II: el tiempo se detiene, se ve a Will sonriendo,
su esposa, Jada Pinkett, que sufre de alopecia, observa descompuesta e
incómoda, Will abandona su asiento y camina seguro hacia el escenario, Chris lo
ve venir y no sabe qué hacer, espera, recibe un soberbio guantazo, ¡¡guuauuu!! dice
poco después. Will se da la vuelta, el público se ríe pues piensa que todo es guionizado,
Chris – perplejo – reacciona como un profesional auténtico y acierta a decir
“Will Smith me ha dado una buena”, el público vuelve a sonreír, esta vez
levemente, y desde su silla, Will Smith, fuera de sí, grita por dos veces “Mantén el nombre de mi mujer fuera de tu
puta boca”. “Lo haré” responde
Chris. Silencio general. La gente percibe que todo esto es real. Chris le dijo
al colega que estaba loco, que su
broma fue un chiste. Comentó que lo vivido “había
sido uno de los momentos más grandes de la historia de la TV”.
Tras la sorprendente interrupción la gala siguió con
el orden previsto y Will Smith alzó la estatuilla de los Oscar como mejor actor
protagonista en “El método Williams”,
premio que debiera mantener por su talento como actor. En la entrega agradeció la
distinción y pidió perdón a los compañeros galardonados y a la Academia, pero
no al agredido, con el que Smith tuvo otro atranque, esta vez dialéctico, en
2016, también por el motivo de su esposa y su no invitación a la ceremonia de
los Oscar. En sus palabras Smith continuó diciendo que “Debes tener cuidado, pues, en tus mejores momentos es cuando el diablo
viene a por ti”. Se autojustificó al afirmar que “el amor te conduce a hacer locuras”. Aborrecible excusa.
Chris dice que no presentará denuncia. La Academia, al
finalizar el acto, sacó una nota en la que condenaba la violencia y parece que junto
a la policía de Los Ángeles van a abrir sendos expedientes para analizar lo
ocurrido desde sus respectivas perspectivas, claro.
¿Conocía Chris la alopecia de Jada y su lucha contra
la enfermedad? ¿Hasta dónde pueden llegar las bromas en público y como casa eso
con la libertad de expresión? ¿Hay cierto matiz machista al actuar Will como
gran protector, en público, de su señora? ¿Debió ser Jada la que se enfrentara
con palabras a la inoportuna broma de Chris? ¿Condicionó Smith con su bofetada
la posible respuesta de Jada? ¿Qué hubiera pasado si uno de los dos fuese de
raza blanca u homosexual? ¿Se hubiera atrevido Will si la broma la hubiera
gastado una mujer? Es evidente que Will Smith se pasó siete pueblos. Unas
palabras para cortar la broma de Chris, desde su silla, hubieran sido lo más
inteligente. La violencia siempre lo complica todo un poco más….aunque claro...
¡todos nos hemos calentado en alguna ocasión!.
Ocasión para reflexionar y obtener conclusiones. Por
cierto la enhorabuena para Alberto Mielgo por su Oscar al mejor cortometraje
animado que pueden disfrutar en https://www.rtve.es/play/videos/somos-cine/limpiaparabrisas-corto/6452065/
Qué duda cabe que el terrible bofetón tiene sus
enseñanzas, pero su enorme eco mediático no puede hacernos olvidar la realidad
que nos visita cada día a todos los españolitos de a pie, una realidad mucho
más cercana y con más repercusiones que una enorme bofetada entre famosos, para
terror de Hollywood.
La guerra de Ucrania nos ha cambiado la vida, y los
valores, bastante más de lo que podríamos pensar: aparte de la división en la coalición PSOE-UP por el envío de armas, la variación de postura del
Gobierno de España sobre el Sahara, asumiendo la denostada tesis de Marruecos,
responde – a juicio de la opinión pública española – a la estrategia global de
los EE.UU. al necesitar un Magreb propicio a sus intereses: Marruecos le puso
precio a esa colaboración más íntima y EE.UU. ha ejercido de mensajero
exigente. España se olvida un poco más del referéndum de la ONU para los
saharauis y el Sahara será una provincia – autónoma – bajo el Gobierno de
Marruecos. El cambio ha sido brutal, sobre todo por el fondo, las
circunstancias y la tremenda falta de explicación por parte de Pedro Sánchez:
Se ningunea al Parlamento, a la oposición, al Jefe del Estado, a algunos de sus
propios ministros, a Argelia, al pueblo saharaui, etc y nos tenemos que enterar
por un comunicado de Marruecos. Algunos llaman a esto pragmatismo [realpolitik], otros
hipocresía. Otros pocos “los intereses del poder”. La estabilidad de Ceuta y
Melilla también ha estado de boca en boca, asunto en el que Marruecos no ha
dicho una palabra. Argelia ha retirado a su embajador y cambia a Italia como
socio preferente en el asunto del gas. España deberá aumentar su presupuesto de
defensa hasta llegar al 2% del PIB. Algunos cambios sí que hay. No podemos olvidar la subida del precio del gas y sus consecuencias en el sector energético.
El paro en el transporte por carretera parece remitir
aunque lo acordado resulta insuficiente para la plataforma “minoritaria” que ha
paralizado a media España. La tesis del Gobierno, divide y vencerás, y el
desgaste de los autónomos después de quince días de huelga va devolviendo los
camiones a la carga y descarga, aunque el sector está bastante cabreado junto a
los ganaderos, a los agricultores y a los pescadores. El precio de los
combustibles y las materias primas ha aumentado considerablemente, además de un
año subiendo la inflación desde el 1’3% (marzo 2021) al 7’4% (marzo de 2022).
El precio del megavatio hora ha pasado de ser
insignificante y olvidado a convertirse en la columna vertebral que sostiene al
Gobierno. De los inalcanzables 180 € para algunos ministros, tope máximo fijado
en España para el 2019, llevamos todo el 2022 por encima de la citada cantidad,
con picos de hasta 500 €. Conocedor de lo que se jugaba, Pedro Sánchez plantó
el viernes pasado al Consejo Europeo e hizo mutis
por el foro. Otra vez el eslogan “España es diferente” junto con Portugal.
Europa no modifica su sistema de fijación de precios de la electricidad, pero
permite – aunque lo considera un error – que “la isla energética ibérica” modifique
su sistema y presente su plan – está sin hacer – que Bruselas tendrá que
aprobar. Algo excepcional y transitorio en palabras de un Sánchez oxigenado por
esta concesión. España y Portugal recuperan soberanía nacional desacoplándose
del tren energético europeo: ¿Volvemos a la Europa de dos velocidades en
algunos sectores?
Hoy el Consejo de Ministros aprobará un plan de
medidas, excesivamente demorado y unilateral, para paliar los efectos de la
guerra, el cual contará con 16.000 millones de euros, 6.000 en ayudas directas
y rebajas de impuestos y 10.000 millones en créditos ICO, cantidad esta última
que se sumará a un sobrante de 36.000 millones del plan Covid que están sin
utilizar porque son muchas las empresas que no pueden endeudarse más. Ese plan
contra los efectos negativos de la guerra en la recuperación económica afectará
a familias y trabajadores, al tejido empresarial, al transporte y a la
ciberseguridad. Los alquileres – diferenciando los grandes de los chicos - limitarán su subida al 2 % y el ingreso mínimo
vital – con miles de peticiones sin resolver – aumentará en un 15 %. 600.000
nuevos hogares se beneficiarán de la extensión del bono eléctrico y todas las
familias tendremos una bonificación de un mínimo de 0’20 € por litro de
combustible hasta el 30 de junio, medida populista que aumentará la inflación.
Todo esto se aprobará por decreto ley y luego se llevará al Parlamento para su
convalidación: curiosa y reiterada manera de pedir el apoyo de una Cámara
democrática. Veremos los apoyos que el Gobierno recoge. Su mismo socio de
legislatura, el PNV acusa al Presidente de actuar con demasiada frecuencia como
“el llanero solitario”. Por su parte,
el nuevo PP de Feijóo espera que el
Presidente cumpla la promesa que hizo, en la isla de La Palma, a los
Presidentes de CC. AA. allí reunidos: bajar los impuestos. De todas formas hay que reseñar que bajo el título de "medidas para paliar los desastres de la guerra" se está colando un preocupante intervencionismo del Estado: limitar los precios de los alquileres atenta contra la propiedad privada en un mercado que, en general, no está disparatado y que no se pueda despedir a los trabajadores en empresas que reciban ayudas directas parece contradecir la propia reforma laboral que el Gobierno vendió como gran éxito hace tan solo un par de meses. Salirse de la normativa europea del precio de la energía puede beneficiarnos, pero es otra intervención más del Gobierno de España. Ultimamente siempre hay una razón para aumentar el control sobre la ciudadanía, sea la pandemia, la guerra o el precio del mega vatio hora. ¡Aviso a los navegantes!
Somos muchos los que pensamos que el problema de
España, económicamente hablando, no se resuelve con medidas coyunturales
(parches), sino estructurales y acordadas por una mayoría consistente en el
Parlamento, una mayoría que piense en España como país, al objeto que no
dependan del Gobierno de turno y privilegie a las zonas con mayor renta per
cápita (eso debe de ser anticonstitucional). Soy firme defensor de enseñar a
pescar a la ciudadanía en vez de dar pescado. Quizás sea esa la causa de que,
después de treinta y seis años en Europa, cada vez que salta una crisis
(financiera 2008 [casi rescate], pandemia 2019 [caída de más de un 10% en el
PIB], guerra de Ucrania 2022 [salirnos del marco europeo de la energía]…) estemos
en el grupo de naciones que peor la encajan. Quizás tener una tasa de paro que
dobla la media europea, ser líderes en déficit público en la UE y el elevado
endeudamiento exterior que presentamos tengan algo que ver en la España
arruinada. Mis abuelas pensarían que a lo mejor, como nación, estamos gastando
por encima de nuestras posibilidades y que seguramente estemos gastando mal.
Tengo la sensación de que entre la España que derrocha y aquella que aumenta
las ganancias se llevan lo que la otra parte de España necesita.
Echo de menos – seguramente estará hecha pero no
divulgada – una gran auditoría de ámbito nacional que nos indique con claridad
¿qué hemos hecho mal? o bien ¿qué hemos dejado de hacer? para que en cada
crisis que se presenta viajemos en el vagón de cola. Lo que no se evalúa, se
devalúa. Cuando el dedo señala la luna el tonto mira el dedo. No es Sánchez mi
objetivo. Mi meta es el país.
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