A veces me pregunto de dónde vienen mis enormes discrepancias con Pedro Sánchez. ¿Es la persona? ¿Es el político? ¿Me falta educación política o simplemente nuestras ideas están en las antípodas? Supongo que mis desavenencias, igual que al parecer las suyas, responden a los diferentes recorridos vitales de cada uno y a los valores que a lo largo de los años hemos ido incorporando a nuestras experiencias. Desde luego mi lógica no parece caber en su lógica. Tampoco viceversa, aunque algo puedo llegar a comprender a pesar de tantas divergencias.
Para empezar quiero dejar muy claro que Pedro Sánchez es mi presidente de gobierno. No comparto el camino que tuvo que recorrer para serlo en el año 2023, pero a pesar de perder las elecciones Sánchez pudo y supo armar una mínima mayoría para su investidura. El fondo y la forma de la ley de amnistía a Puigdemont y los suyos me parecieron terriblemente injustos, sorprendentes e inmorales. Es evidente que una ley de amnistía redactada por sus beneficiarios fue el precio que Sánchez tuvo que pagar por los siete votos necesarios para mantenerse en Moncloa. El matiz no menor y discutible, aunque así son las leyes, es que unas selectas y cuestionables minorías -¡ay de la ley electoral!- unidas por intereses muy particulares están imponiendo sus tesis a una gran mayoría. Lo lógico hubiera sido una gran mayoría alrededor del centro, pero ya sabemos que Ángela Merkel que gobernó Alemania, y condicionó Europa durante dieciséis años, es una fracasada para algunos socialistas españoles.
Con la ley de amnistía ha habido un efecto rebote y es cierto que la tensión política en Cataluña ha bajado, pero la actitud de los independentistas sigue siendo frentista y no dejan de decir que volverán a las andadas. El Estado ha sido humillado ante el mayor golpe que ha sufrido la Constitución de 1978. Al Gobierno de Pedro Sánchez le ha faltado autoridad y dignidad para exigir mayor respeto por España y por la igualdad entre todos los españoles. Han ganado el PSC, Pedro Sánchez y el independentismo. Entre las ansias de poder de uno y la insaciabilidad de una minoria que controla matemáticamente el Congreso de los Diputados, el resto de España, hemos perdido.
Dicho eso, mantengo que el físico de Sánchez me parece estupendo. Alto y bien parecido. Creo que Hollywood se perdió un buen actor. Algunos cursis antiguos lo calificarían de varón con facciones muy finas. Siempre bien afeitado, pelo bastante corto y con ropa adecuada para cada ocasión. Es evidente que su imagen le preocupa de una forma especial. Nunca le he visto con un botón desabrochado por descuido o con un pelo fuera de su sitio.
Sin
saber bien por qué, no me gusta la expresión de su cara cuando está cabreado. Se
suele cabrear en el Congreso cuando oye alguna crítica o cuando recibe pitos en
la calle, cosa que no me gusta nada [que le piten, se entiende] . Se nota que no lo lleva bien. Aprieta las
mandíbulas, tensa los músculos faciales, mantiene una mirada algo perdida –como
de nokeado- y sobresalen sus pómulos. Se percibe que le cuesta dominar la irritación
que aflora. Es lógico, es humano. Su cuerpo gana en rigidez y se le nota
estático, como una estatua pétrea. Esta situación de enojo la traduzco
espontánea. Creo que es de lo poco natural que manifiesta el personaje.
No
lo conozco personalmente. Hace años coincidí con él en una caseta de feria.
Puro azar. Tampoco conozco la persona. No sé la relación de Pedro Sánchez ni
con sus padres ni con sus hijas. Tampoco con el personal de servicio de la
Moncloa. No sé si hace donativos a Cáritas, a la Cruz Roja, a ninguna de las
dos o a las dos y desconozco su comportamiento en las distancias cortas. De su
relación con Begoña no se ningún detalle, aunque intuyo por lo que se publica
que son cómplices, lo cual es básico –a mi parecer- en unas relaciones de
pareja. No sé si tiene amigos o solo conocidos. Su personalidad deja entrever
que tiene aspiraciones y que sus intereses políticos son cúspides. Nada que ver
con lomas ni con cerros. Por algunos detalles que deja ver deduzco que se gusta
a sí mismo. Aparte de lo dicho, para mí su persona es una gran incógnita. Las
observaciones que incluyo en todas estas líneas se refieren a los espacios
públicos que ocupa, a sus decisiones o a sus declaraciones. Lo privado ni me
importa ni me interesa.
Las
cámaras no suelen engañar y mis percepciones comienzan con su forma de andar. Andar
que intuyo e interpreto entre chulesco y prepotente. “Abrid paso que estoy llegando, parece decir. Podéis aplaudir. Agradeced
que he venido. No todos tienen la fortuna de verme”. La cadencia de sus
pasos da la imagen de alguien que se exhibe, de alguien que se siente observado
y, disciplinadamente, ha aprendido a mover los brazos y las piernas. También a
sonreír sin sentir. El caso es que toda esa parafernalia la califico de
artificial. Pedro Sánchez es, sobretodo, imagen. Serán los tiempos. Pedro
Sánchez es, ante todo, un producto que los inteligentes y preparados asesores
colocan en la pasarela de la política nacional y, en momentos elegidos
estratégicamente, en la internacional. Un producto que cada día, a tenor de las
circunstancias, retocan para que no pierda capacidad de enganche con sus
votantes, desinforme o no informe sobre temas que le generan deterioro o
achaque al PP todos los males acaecidos en España desde el Neolítico hasta los
próximos dos mil quinientos años. Fundamentalmente es un vendedor. En palabras
de Pérez Reverte, Sánchez vende a su madre, pero no la entrega o entrega la
nuestra en vez de la suya.
Al hablar me chirria cada palabra dicha, hasta tal punto que tengo que dejar de escucharlo. Cada gesto me choca. Su entonación cansina recuerda a un vulgar predicador que larga consignas aprendidas de la legión de asesores. El contenido perpetúa una monserga y rara vez responde a una pregunta. Es lo que no dice, lo que dice y cómo lo dice. No hay convencimiento en lo que expone, pero lo tiene que decir. El guion lo exige para justificarse ante su opinión pública y ante sus insaciables socios. Mantenerse en el poder tiene ese precio aparte de toda la aparatosidad del marketing personal. Posee una enorme facilidad para pasar del bulo al fango, de la postverdad al rumor y de lo fake al lawfare. ¡Menudos conceptos se han introducido en la política en España! El objetivo es la desinformación y polarizar ¡Y yo que siempre aposté por el Espíritu de la Transición! Como estrategia gobierna lo justo. El resto del tiempo se dedica a oponerse a la oposición y a desprestigiar a todo aquel que no coincida con él, normalmente sin muchos argumentos. Los ministros y otros cientos de personas de su entorno son, excepto alguno de Sumar en ocasiones contadas, la voz de su amo.¡Unos/as máquinas!
Convencido de que Pedro Sánchez es
una políticoproducto y de que responde a un diseño como una caja de bombones o
la línea de un coche, hay que reconocer que su rol de político lo interpreta
muy bien, sea en un mitin de pueblo, un debate en el Congreso o en el uso del
Falcon ¡Chapeau! Es lógico que parte de lo que dice y hace forme parte de él, pero el escenario político y la matemática electoral le obligan a
exagerar palabras y medidas. Su personalidad está totalmente mediatizada por la
política de permanecer, aunque se pierda el ser. Su humanidad, que la tendrá seguro, me resulta invisible.
Hasta sus crisis son artificiales y forman parte del escenario. Los problemas
son una ocasión para crecer y para echar balones a tejados vecinos. A las
derrotas les da la vuelta y las transforma en victorias….¡y además tiene
suerte! No será fácil vencerlo, políticamente hablando.
Creo
que resulta evidente, que la imagen que llega de Pedro Sánchez es solo la del
político, una imagen que infiero –estoy seguro- cocinada en refinado
laboratorio con enormes intereses, y eso creo que no es bueno. A Pedro Sánchez
no es que le retoquen por photoshop o le hagan un lifting digital es que la
mayor parte de sus apariciones en público se corresponden con la puesta en
escena de una ópera: La posición de las manos, el levantarse, cuando entra en
el coche, la corbata, el maquillaje, cuando se sienta, cuando habla con
alguien, cuando saluda a un ujier, cuando coge un micrófono, cuando sube al
estrado, cuando garraspea o bebe un poco de agua, cuando saluda, cuando sonríe,
el traje o la cazadora…, todo, todo me suena a un montaje, un preciso y
estudiado montaje. Es un estereotipo y como tal, distante y frio. La persona se
ha disuelto en el político. Se le ve por encima del bien y del mal. Y no, eso, a mi entender, no es bueno.
La
consecuencia es clara: tanta actuación, tanta superficialidad, tanto teatro,
tanta ausencia de espontaneidad, me separan de él. Mi desapego, mi rechazo, mi
falta de empatía no es tanto al socialismo que practica –hay cosas que me
gustan y otras no tanto- como a esa personaproducto adulterado que me quieren
meter. Pedro es real pero es más virtual, es físico pero es más metafísico. A
la vez se disfraza de anguila o de perro de presa. También de pavo real,
depende. Se me ocurre pensar en la IA como marco y referencia de todas sus
acciones. Si alguien no lo remedia próximos candidatos a gobernar países serán
imágenes elaboradas por rayos láser con la voz de un actor o de un famoso
jugador de fútbol. Tampoco descarto un robot presidente. Si hay robots que hacen
de médicos o de sutiles camareros, ¿por qué no puede haber un robot que haga de
presidente.a?
Si
del análisis de la personalidad del “puto amo”, en palabras de su feroz ministro
Oscar Puente, pasamos al examen del momento político que vivimos, situación que
el Gobierno nos vende como normal, se corresponde con una opera u opereta. No las distingo bien.
El
protagonista siempre es Pedro Sánchez: El gobierno Frankestein fue uno de sus
juguetes preferidos. De los indultos a los indepes catalanes pasó a la
barbaridad de amnistiar a delincuentes golpistas para permanecer en la Moncloa.
Cataluña es su bastión principal. Utilizó el viejo truco de conocer el perfil
de las personas afectadas y en función de ellas, se redactó el texto legal de
la ley de amnistía, lo cual fue un ataque frontal a la igualdad de los
españoles ante la ley. Esa actuación da la medida de lo que es capaz una
persona por acceder a las mieles del poder, después de decir, por activa y por
pasiva, él y altos cargos socialistas, que la amnistía no cabía en una
democracia como la española. Otro dato revelador es que el PSOE no habló nunca
de amnistía en su programa electoral de julio del 2023. Lo empieza a hacer
cuando se conoce el resultado, al día siguiente de las elecciones y los siete
votos de Puigdemont son decisivos.
A
fecha de hoy, al muro que Pedro Sánchez levantó contra el partido que ganó las
elecciones en julio del 2023 se le han hecho un par de agujeros. Uno el acuerdo
–con presiones fuertes de la UE- PP-PSOE para la renovación de los miembros del
CGPJ. El otro la rotura de VOX con el PP por haber aceptado este la
distribución de MENAs en lagunas de las autonomías que gobierna. Los acuerdos
entre la extrema derecha y el PP eran difíciles de mantener después del
resultado de las elecciones europeas, de las generales de Francia y de los
acuerdos habidos en Europa para contener a los extremistas de derechas.
Bienvenida sea la moderación y la concentración de partidos alrededor del
centro. Medida de la personalidad del personaje es que acuerda con el PP la
renovación del CGPJ y al día siguiente se vuelve a los insultos. Su mejor arma
siempre ha sido dividir, buscar las diferencias y separar. Es un experto en
expedir certificados de demócratas o fachas, según convenga. No hay grados
intermedios. Esa polarización la necesita porque votantes, militantes y
simpatizantes tienen que hacerle parte del trabajo en la calle o en las redes.
Pasado
de moda el caso Koldo que le costó la vida política a José Luis Ávalos, persona
encriptada en si misma, un elemento que está siendo determinante de la
actualidad política de España son los problemas de Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno. Corría el mes de
abril del 2024, cuando un juzgado de Madrid empezó a investigar a la mujer de
Pedro Sánchez por tráfico de influencias y corrupción en los negocios. La
denuncia de Manos Limpias, sindicato que sentó en el banquillo a la infanta
Cristina, –hermana del actual Rey-, se basó en las ventajas obtenidas por
empresas a las que estaba vinculada la señora Begoña. En concreto se habla de
Carlos Barrabés cuya consultora logró en 2020 y 2021 adjudicaciones del ente
público Red.es, dependiente del Ministerio de Economía. Lo hizo con el apoyo
expreso de Begoña que por carta daba su aval a la empresa. La señora del presidente
es codirectora del Master en Transformación Social Competitiva de la
Universidad Complutense de Madrid, impulsado precisamente por el tal Barrabés,
ya imputado.
Desconocemos
el recorrido que tendrán estos asuntos. Éticamente no pinta bien. Penalmente no
se sabe. Es cierto que España ha roto relaciones con Argentina por las
improcedentes declaraciones de Milei sobre Begoña, convirtiendo un asunto
personal de Pedro en asunto de Estado, lo cual indica que para Sánchez el
asunto Begoña es una cuestión vital. También parece cierto que el citado
empresario Barrabés visitó la Moncloa en varias ocasiones y que Sánchez se
acercó a saludarlo. También es cierto que el pasado día 16, la Universidad
Complutense pidió al juez Peinado –objeto de presiones de todo tipo y en
particular del Gobierno, lo que me parece una obscenidad, particularmente la actuación del ministro de Justicia- que investigue a
Begoña Gómez por apropiación indebida. También es cierto que hoy, 19/7, la
esposa del presidente del Gobierno se ha negado a declarar ante el juez. Llama
la atención el estruendoso silencio de esta mujer y el del señor presidente
sobre este tema. Para ellos es como si no existiera, aunque comprendo que, como
dice su abogado, de momento lo más prudente sea callarse. Habrá tiempo de
hablar y de explicarse. El caso Begoña, en mi opinión, se ha engordado con
sublime torpeza pues Sánchez lo ha elevado a asunto de partido (PSOE) y asunto
de Estado. Todos sabemos que Begoña no es parte del Estado y está por aclarar
que, en caso de demostrarse malas prácticas, sea tema de partido. Pero Sánchez
ha apostado fuerte y su destino político parece ligado al desenlace de la
cuestión Begoña. La escasa colaboración de Begoña con la Universidad
Complutense y con el juzgado no es un buen ejemplo. Victoria Abril, hablando en
general ha comentado recientemente que:” El conocimiento es poder, por eso nos
privan de él constantemente”. Desde la impotencia del perdedor quisiera dejar
claro que la mujer del presidente tiene derecho a trabajar pero debería de
hacerlo en sectores alejados de los círculos de poder que, por obligación,
frecuenta su marido. Mi interés es que se aclare cuanto antes y que se
delimiten responsabilidades. Es lo normal en un Estado de Derecho. Por cierto,
no estaría mal una ley de Deberes y Derechos para la pareja del presidente-a de
Gobierno.
No.
Decididamente no me gusta el terreno en el que se ha movido Begoña. Si hubiera
sido su asesor la hubiera sacado de ahí o mejor, no hubiera entrado: demasiada
aproximación al poder y al dinero y demasiadas arenas movedizas. Demasiados
riesgos. ¿Ambición? ¿Torpeza? ¿Ignorancia? ¿Soberbia? Cualquiera sabe.
Sobre
el hermano de Pedro Sánchez se ha
levantado una polvareda que es preciso aclarar bien: que si cobra sin trabajar,
que si reside en Portugal para evitar impuestos, que si su patrimonio es tal o
cual, que si un cargo inventado … El caso es que este asunto no añade tranquilidad
ni al entorno del PSOE ni del sanchismo pues un juez ha abierto diligencias por
delitos contra la Administración y la Hacienda Pública, malversación, prevaricación
y tráfico de influencias. El PSOE habla de comportamiento intachable. El hermano menor de Pedro Sánchez es
músico, de nombre artístico David Azagra. Desde hace siete años dirige la
Oficina de Artes Escénicas de la Diputación de Badajoz y el programa Ópera
Joven.
Como Pedro Sánchez tiene la virtud
de concentrar “temazos y situaciones críticas” pues sale el Tribunal
Constitucional que preside Cándido Conde-Pumpido con el asunto de los EREs de Andalucía para suplantar por
primera vez en su historia al Tribunal Supremo, así, ampara a la exministra
Magdalena Álvarez y anula su condena por prevaricación. También anula la
condena a Chaves y Griñán y libra a
la cúspide de la pirámide de los ERE. Se concede amparo parcial a los
expresidentes de la Junta y apunta a una rebaja considerable de la
inhabilitación y la revocación total de las penas de prisión. El alto tribunal
ordena a la Audiencia de Sevilla que dicte una nueva sentencia sobre Manuel
Chaves a tenor de su reciente fallo. El pasado 17 de julio el Constitucional
culminó la liquidación de los ERE con la absolución del omnipotente Zarrías.
Hay que recordar que el actual Tribunal Constitucional está compuesto por siete
miembros “progresistas” y cuatro “conservadores” y que en los expedientes de los
ERE consta que los Gobiernos del PSOE de Andalucía, entre los años 2000 y 2009,
repartieron casi 680 millones de euros para ayudar a trabajadores y empresas en
crisis. Este dinero se distribuyó sin ningún control, de forma totalmente
arbitraria y careció de la más mínima transparencia. Tanto dinero había que los
padres del exsindicalista Juan Lanzas dijeron a la Guardia Civil que había
dinero hasta para “asar una vaca”. “Yo no creo que hubiera un gran plan, pero
hubo un gran fraude”. Lo dijo José Antonio Griñán en abril del 2015 a las
puertas del Tribunal Supremo. Parte del dinero se pagó a trabajadores que
merecían cobrar –aunque el método usado fuera ilegal-, otra parte acabó en las
aseguradoras en forma de comisiones y otra parte se destinó “a fines completamente
ajenos”. Resulta difícil concretar cifras.
No
era mi intención hablar sobre los EREs a pesar del enorme impacto que tuvieron
social, política y económicamente y a pesar de las repercusiones que están
teniendo las vaticinadas sentencias del Constitucional. Lo del Constitucional,
gente afín al PSOE exculpando a gente del PSOE, me parece grave. Aquí el
partido no habla de lawfare. La decisión es un golpe a la credibilidad de la
institución y, en opinión de muchos juristas, una injerencia en el terreno del
Tribunal Supremo. El Constitucional no es un tribunal de casación. Dicho eso,
lo que me ha llamado poderosamente la atención es la respuesta de Manuel Chaves.
Yo lo tenía por una persona comedida, madura, equilibrada y tolerante. Su
respuesta me ha producido tristeza, hasta tal punto de comentarla aquí. Que
Chaves asuma las tesis-consignas-monsergas de Sánchez y las haga públicas en la
sede del PSOE sevillano es, como mínimo una estridencia. Chaves carga contra el
PP, los medios y la justicia: “Hubo una operación política, mediática y judicial
para tumbar el gobierno del PSOE". Trata de explicar con consignas
fangosas de hoy, lo que ocurrió hace veinte años. Chaves parece no tener
memoria ya que fue el propio PSOE el que borró sus 12 años al frente del
partido, su figura como ministro de Felipe González, su vicepresidencia con
Zapatero y los 19 años al frente del Gobierno Andaluz. Si el PSOE no hubiera
sido consciente de la grave conducta de Chaves no lo hubiera olvidado durante
tantos años. Fue el propio Chaves, presionado por su entorno próximo, el que
pidió la baja en el partido para evitarle daños. Por un momento pensé que
Sánchez aprendería de Chaves. Mi sorpresa ha sido que Chaves, sin asumir
ninguna autocrítica –los 680 millones de euros se perdieron por falta de
diligencia de los ángeles custodios- se convierte en fervoroso alumno de
Sánchez, posiblemente con el ánimo de sustituir a Espadas y ser el candidato
del PSOE a la Junta de Andalucía en las próximas elecciones. Reivindicarse en
la sede del PSOE en Sevilla tiene matices de bofetón a algunos compañeros de
partido.
En cualquier caso, si el
señor Trump –con lo que tiene encima- opta a la presidencia de los EE.UU. de
América, Pedro Sánchez repite en la Moncloa desfribilando indepes catalanes,
Netanyahu sigue desempeñando el cargo de Primer Ministro después de diez meses
de guerra en Gaza, Puigdemont pugna por volver a ocupar la Generalidad de
Cataluña tras ser monarca en Waterloo, Putin sigue en su guerra de desvastar
Ucrania, y Hamás y Hezbolá tienen en vilo a Israel y a medio mundo, ¿por qué no
puede volver a presentarse Manuel Chaves para ser presidente en la Junta? ¿Cuál
es el problema? Sí, ya lo sé. Nada de esto es comparable. Son situaciones
distintas pero todos parecen querer sentir esa sensación de erotismo, esa
enorme atracción, esa excitación intensa que solo da el poder, el dinero o la
fama.
Dejemos a Chaves y cojamos al Fiscal General del
Estado. Lo único que se me ocurre es: “De escándalo en escándalo te vengo a
ver, cuando será otro escándalo para volver”. La relación de Álvaro García
Ortiz con Pedro Sánchez es, a mi modo de ver, de demasiado vasallaje. Entiendo
que el trabajo de este señor tiene una tremenda componenda política pero
debiera quedar espacio para cierta neutralidad y ejercer así la profesión de buen
jurista. El Gobierno no puede llevar siempre razón y hacer de lo blanco negro.
Pero claro está aquella pregunta de Pedro Sánchez… ¿La Fiscalía de quién
depende? … ¡Pues ya está…!. En mi opinión, el Fiscal General del Estado lo es
de todo el Estado y no se puede identificar como el Fiscal General ni de un
partido ni de un gobierno.
Del
señor Álvaro García Ortiz me inquieta, como ciudadano, su participación en la
vida pública y sobre todo sus decisiones. El Fiscal General del Estado es algo
más que un peón de briega del Presidente de turno. Este hombre fue primero jurista, luego fiscal del Tribunal Supremo y desde el
2022, fiscal general del Estado, sustituyendo en el cargo a Dolores Delgado,
exministra de Justicia de Pedro Sánchez. Hablar aquí de las idas y venidas de
Dolores y Álvaro dentro del Tribunal Supremo, CGPJ, Asociaciones de Fiscales,
Gobierno, etc…me desviaría en exceso de lo que pretendo. Aquí solo quería dejar
constancia de que el Fiscal General del Estado tuvo que acudir al rescate de
María Jesús Montero, vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, la cual reveló que la pareja de Isabel Díaz
Ayuso había cobrado dos millones de euros en comisiones por
contratos de mascarillas,
pero lo hizo cuatro horas antes de que lo publicase ElDiario.es.
Ante este desliz y que Alberto González, pareja de Ayuso, estaba negociando con
la Agencia Tributaria para saldar cuentas, el “bueno” de García Ortiz salió en
ayuda de la vice y la Fiscalía Provincial de Madrid emitió una nota de prensa
de la que se hizo responsable el Fiscal General del Estado: él asumía toda la
responsabilidad de la filtración de los datos personales del novio de la
presidenta Isabel. Por el
asunto del novio de Ayuso, Álvaro
García Ortiz se
convirtió el pasado lunes, día 15 de julio, en el primer fiscal general del
Estado sobre el que un juez pide formalmente su imputación en el Tribunal Supremo por revelación indebida de secretos. La doctrina
del Supremo complica el horizonte de García Ortiz.
En general no
me gustan los derroteros que ha tomado la política de Pedro Sánchez. Lo de la “regeneración democrática” tiene toda la pinta de ser el último
episodio para defender a su familia próxima. Lo entiendo aunque no lo admita, pero el enfrentamiento del Gobierno con
el Poder Judicial no es buena cosa. Debía ser de respeto y de claboración. Curiosamente se enfrenta a decisiones del
Supremo o del CGPJ pero no a las que se tomen en el Constitucional.
Sánchez se enfrenta y desprestigia a lo que no controla, incluido el juez
Peinado que lleva el caso de su esposa. Lo de los medios de comunicación es
“vuelta la burra al trigo”: no controlo entonces es un pseudomedio que solo
lanza bulos y fango. Lo de la regeneración democrática que presentó el pasado
miércoles no es apoyado ni por los propios socios de investidura y el fracaso
se va a jugar en conversaciones de Félix Bolaños y Ernerst Urtasun con los
grupos parlamentarios. El presidente defendió desde la tribuna un esbozo que se
ampara en el Reglamento Europeo sobre la Libertad de los Medios de
Comunicación. Nada nuevo. Organizaciones del sector consideran que lo
desplegado por el jefe del Ejecutivo es solo una transposición de la regulación
europea. Eso sí, acusó a la oposición de comprar tabloides y líneas
editoriales, ignorando las que le benefician a él. Tampoco nada nuevo. Total
que una treintena de colectivos han mostrado su desacuerdo con el plan de
regeneración de Sánchez por parecerles poco democrático al no contar con ellos
ni en su diseño ni en su contenido.
Conocer los
propietarios de todos los medios – radio, prensa escrita, televisión y redes
sociales – es sensato y democrático. Medir exhaustivamente las audiencias pues
no parece mala cosa para que la gente estemos informados. Más competencias para
la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, CNMC, … habría que
concretar qué competencias y como se regulan y los 100 millones para la mejora
de la digitalización de empresas del sector, pues bien por la renovación… pero
¿Cómo se reparte ese dinero? ¿Con que criterios? ¿Se seguirá beneficiando a los
medios afines?.
A estas alturas del mes de
julio, después de un año de las últimas generales, veo un Gobierno agotado,
cansado, titubeante y acorralado. Un Gobierno con excesivos problemas. Un
Gobierno débil , incapaz de legislar, un Gobierno con demasiados socios que
contentar, un Gobierno en minoría, un Gobierno con alargadas sombras de posible
corrupción y demasiado enfrentamiento con quién le lleva la contraria sea la oposición,
los medios, la Administración de Justicia o sectores de empresas y empresarios
o de la Sociedad Civil. Hay tensión en el PSOE. Demasiadas sonrisas impostadas.
La gestión de la Moncloa del caso Begoña no gusta en determinados sectores
socialistas. El caso de David es otro lastre más. Me temo que ERC sea su
última, imprescindible, y gran botella de oxígeno. Lo temo porque Pedro y el
PSOE necesitan un símbolo ganador y esa insignia es ahora Salvador Illa como
presidente de la Generalidad de Cataluña. Mi temor es el precio a pagar a ERC,
una Ezquerra revitalizada con la llegada de Marta Rovira y unas bases bastante
radicales. En este sentido, Javier Lambán afirma: “El PSOE debe mirarse al
espejo y saber que no se puede entregar España a cambio de Cataluña”. Por otra
parte, si Illa es Presidente, nadie descarta una respuesta tremebunda de
Puigdemont.
Termino con un párrafo que en las redes se atribuye a José Sacristán: “Me identifico con la lucidez del perdedor. Sé que la guerra está perdida y me voy a morir rodeado de h…. de p…, de cabrones, de ladrones. Pero hay que salir a librar la batalla diaria de la dignidad para defender esas cosas que uno considera imprescindibles”. Un gran tipo este Sacristán, aunque lo de h…. de p… y cabrones me parece un exceso. Estoy de acuerdo en lo de la batalla diaria por la dignidad. Sánchez de momento, me va ganando, pero no pierdo la esperanza de que las cosas puedan hacerse de otra manera. Mientras tanto Isabel García, directora general de la Mujer sopesa dimitir de su cargo debido a las decenas de contratos –Puntos Violeta- recibidos por su pareja de Ayuntamientos del PSOE. Contratos que ella supervisó. Sumar, socio de Pedro Sánchez solicita que abandone el cargo. Algunos medios señalan el perverso paralelismo que pudiera establecerse con el caso Pedro y Begoña.
Nota añadida el 23 de julio: Caso Begoña: El rector de la Universidad Complutense, Joaquin Goyache, otro testigo que después de declarar ante el juez Peinado, pasa a tener la condición de investigado.
En la tarde de ayer se conoció que el juez ha citado al esposo de Begoña, el presidente Pedro Sánchez, como testigo en la causa abierta por posible corrupción y tráfico de influencias. Al parecer declarará desde el Palacio de la Moncloa y su declaración será grabada.
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