Es
tendencia marcada de los gobiernos apoderarse del Estado, fusionarse con él
para que no se noten sus fronteras. En lenguaje coloquial: prostituirlo,
poseerlo aunque sea por la puerta de atrás. Así, cuando un gobierno es atacado,
rápidamente sueltan el latiguillo: “Estáis debilitando al Estado con vuestros
furibundos ataques”. Es conveniente aclarar que el Estado somos todos; el gobierno,
teóricamente en una democracia, es de todos, pero en la práctica suele ser de
unos pocos.
Al gobierno de turno le conviene ser
Estado porque amplía su territorio y su poder, pero al Estado no le conviene
ser gobierno; no es bueno para la ciudadanía porque se ceden derechos y privilegios
de todos para ser disfrutados por una minoría. El Estado permanece y la ciudadanía
es su dueña. Los gobiernos, como tales, no son propietarios de nada, son meros
administradores y servidores (antiguo concepto, por lo visto) de la “res
pública”. El Estado permanece cuando los gobiernos terminan sus mandatos.
Son Estado los funcionarios que están
para servir fielmente a la ciudadanía y al gobierno. La creación de una
administración paralela afín a los gobiernos es un fraude de ley porque colocan
a familiares y amigos e infrautilizan y denigran a miles de funcionarios. ¡Una
desvergüenza total! Ser funcionario es algo muy digno y muy serio: es por eso
que el acceso a la función pública debe hacerse en igualdad de oportunidades,
valorando méritos y capacidad. Al mismo tiempo, al funcionario se le tiene que
exigir responsabilidades porque desarrolla una alta misión. Los gobiernos
tienen que funcionar con los funcionarios y no con una red de enchufados
mediocres, prácticamente sin control.
Son Estado la horriblemente manoseada
–dan náuseas– Universidad Pública, la Sanidad idem, la Educación pública, la
red de Museos públicos –sean estatales, autonómicos, provinciales o locales–,
las RTVs públicas, la red pública de comunicaciones –carreteras y líneas de
ferrocarril–, las empresas donde el Estado sea el mayor accionista, la red de
Bibliotecas o de Paradores,… En todos estos sectores no tendrían que meter su
zarpa los gobiernos porque los intereses del Estado no concuerdan –a veces y
por desgracia– con los intereses del gobierno de turno, repito, de turno… Es
básico: los Estados permanecen, los gobiernos pasan. El problema es que los gobiernos,
al irse, quieren hacerlo con las manos llenas de influencias, dinero,
información y poder… nos desvalijan a todos, lo común, para beneficiarse ellos
y a los suyos… Hay que tener muy poca vergüenza para llamarle a eso democracia.
El director-a del Museo del Prado, la
directora o director del Banco de España o el presidente de una compañía
ferroviaria no puede deber su cargo al presidente-ta del Gobierno. Eso es una
aberración total que da lugar a múltiples abusos y corrupción de todo tipo:
Sistema de acceso por igualdad de oportunidades, mérito y capacidad, renovable
periódicamente y sujeto a evaluación. El gobierno está para garantizar un
servicio, no para controlarlo colocando a personas afines ideológicamente. Si
esto ocurre en el ámbito de las empresas e instituciones, qué decir de los gobiernos
okupas del ámbito judicial. ¡Dictaduras aliñadas de populismo y disfrazadas de
democracias amenazan nuestras vidas! ¡Pobre Europa legislando sobre los tapones
de plástico! Como mínimo, da risa.
¿Se imaginan unas fuerzas de seguridad
adictas a un Gobierno? ¿Y unos jueces? Hay montones de estamentos en España que
han sido absorbidos o infiltrados por los políticos y los partidos… Eso es una
aberración porque nos han comido la tostada a los ciudadanos. Bien está que
elijan a los diputados del Congreso –por cierto ¿Para cuándo listas abiertas?
Para ¡nunca jamás!-, o a los senadores del Senado… vale, pero eso no puede
conllevar que el Gobierno de turno –siempre provisional– nombre a una legión de
amigos para garantizarse la prolongación de su poder y un manantial de votos
apesebrados.
El gobierno está para servir, para
solventar los problemas de la ciudadanía, no está para autorreproducirse y
mucho menos para controlar y engañar a los ciudadanos y colocar a sus amistades:
repito, eso es una aberración. Si la Constitución dice explícitamente que el
Gobierno tiene que presentar los presupuestos anualmente, eso no es
interpretable. No presentarlos es un nítido incumplimiento, un soberbio abuso
de poder y un indignante ejemplo de cinismo, sobre todo cuando has afirmado y
has exigido públicamente lo contrario.
Jueces, medios de comunicación
públicos, fuerzas de seguridad, ejército, empresas públicas, sanidad,
educación… no son propiedad de los gobiernos… Son Estado y debieran funcionar
con independencia del partido de gobierno, p. ej., con pactos de Estado
obligatorios (los políticos tienen que tener obligaciones ineludibles o que se
vayan a su casa) revisables cada cinco o siete años, que no coincidieran con
las elecciones generales. Mérito y capacidad están por encima de la
afinidad/empatía política. Hay que tomar medidas para librarse de la
partitocracia corrupta: decisiones con los dos tercios de las cámaras… que
hablen hasta acordar o que se mueran de hambre y de sed. La mediocridad no
puede gobernar un país… Es evidente que el gobierno tiene que pedir
responsabilidades… pero eso de poner y quitar cargos en el extrarradio de sus
competencias es un absoluto disparate… Al obediente lo dejo y al díscolo,
aunque lleve razón, lo quito del medio.
Sé de empresas donde los herederos
están por debajo, en sueldo y responsabilidades, de un particular, un profesional
ético que sabe…
No
puede ser que un líder se apropie de un partido; el partido es una pasarela
para apropiarse del gobierno; el Gobierno es otra pasarela para apropiarse del
Estado… Al final, el líder se apropia del Estado… ¡Hay que poner contrapesos
YA!
El Estado no es ni pazo, ni cortijo, ni masía, ni caserío de nadie… es de todos los españoles… Por eso hay que protegerlo. Tampoco son Estado los asesores. Partidos y políticos se han hecho un colchón mullidito y protegido para su beneficio exclusivo. Un partido no puede ser una empresa especializada en ganar elecciones. ¡¡El negocio es el negocio y el poder lo garantiza!! No, eso no puede ser. Los partidos están para SERVIR a la ciudadanía, a toda.
Me decanto por la separación total
Religiones-Estado, de la misma forma que defiendo la separación —diría nítida—
Estado-gobierno. Los gobiernos tienen que tener contrapesos eficaces y, desde luego, no puede
actuar como oposición de la oposición porque eso no es gobernar ¿Para cuándo un
cursillo de Constitución y de Ética pública para ser gobierno? Algunos lo están
pidiendo a gritos.
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