martes, 3 de junio de 2025

Gobierno versus Estado

 


Es tendencia marcada de los gobiernos apoderarse del Estado, fusionarse con él para que no se noten sus fronteras. En lenguaje coloquial: prostituirlo, poseerlo aunque sea por la puerta de atrás. Así, cuando un gobierno es atacado, rápidamente sueltan el latiguillo: “Estáis debilitando al Estado con vuestros furibundos ataques”. Es conveniente aclarar que el Estado somos todos; el gobierno, teóricamente en una democracia, es de todos, pero en la práctica suele ser de unos pocos.

          Al gobierno de turno le conviene ser Estado porque amplía su territorio y su poder, pero al Estado no le conviene ser gobierno; no es bueno para la ciudadanía porque se ceden derechos y privilegios de todos para ser disfrutados por una minoría. El Estado permanece y la ciudadanía es su dueña. Los gobiernos, como tales, no son propietarios de nada, son meros administradores y servidores (antiguo concepto, por lo visto) de la “res pública”. El Estado permanece cuando los gobiernos terminan sus mandatos.

          Son Estado los funcionarios que están para servir fielmente a la ciudadanía y al gobierno. La creación de una administración paralela afín a los gobiernos es un fraude de ley porque colocan a familiares y amigos e infrautilizan y denigran a miles de funcionarios. ¡Una desvergüenza total! Ser funcionario es algo muy digno y muy serio: es por eso que el acceso a la función pública debe hacerse en igualdad de oportunidades, valorando méritos y capacidad. Al mismo tiempo, al funcionario se le tiene que exigir responsabilidades porque desarrolla una alta misión. Los gobiernos tienen que funcionar con los funcionarios y no con una red de enchufados mediocres, prácticamente sin control.

          Son Estado la horriblemente manoseada –dan náuseas– Universidad Pública, la Sanidad idem, la Educación pública, la red de Museos públicos –sean estatales, autonómicos, provinciales o locales–, las RTVs públicas, la red pública de comunicaciones –carreteras y líneas de ferrocarril–, las empresas donde el Estado sea el mayor accionista, la red de Bibliotecas o de Paradores,… En todos estos sectores no tendrían que meter su zarpa los gobiernos porque los intereses del Estado no concuerdan –a veces y por desgracia– con los intereses del gobierno de turno, repito, de turno… Es básico: los Estados permanecen, los gobiernos pasan. El problema es que los gobiernos, al irse, quieren hacerlo con las manos llenas de influencias, dinero, información y poder… nos desvalijan a todos, lo común, para beneficiarse ellos y a los suyos… Hay que tener muy poca vergüenza para llamarle a eso democracia.

          El director-a del Museo del Prado, la directora o director del Banco de España o el presidente de una compañía ferroviaria no puede deber su cargo al presidente-ta del Gobierno. Eso es una aberración total que da lugar a múltiples abusos y corrupción de todo tipo: Sistema de acceso por igualdad de oportunidades, mérito y capacidad, renovable periódicamente y sujeto a evaluación. El gobierno está para garantizar un servicio, no para controlarlo colocando a personas afines ideológicamente. Si esto ocurre en el ámbito de las empresas e instituciones, qué decir de los gobiernos okupas del ámbito judicial. ¡Dictaduras aliñadas de populismo y disfrazadas de democracias amenazan nuestras vidas! ¡Pobre Europa legislando sobre los tapones de plástico! Como mínimo, da risa.

          ¿Se imaginan unas fuerzas de seguridad adictas a un Gobierno? ¿Y unos jueces? Hay montones de estamentos en España que han sido absorbidos o infiltrados por los políticos y los partidos… Eso es una aberración porque nos han comido la tostada a los ciudadanos. Bien está que elijan a los diputados del Congreso –por cierto ¿Para cuándo listas abiertas? Para ¡nunca jamás!-, o a los senadores del Senado… vale, pero eso no puede conllevar que el Gobierno de turno –siempre provisional– nombre a una legión de amigos para garantizarse la prolongación de su poder y un manantial de votos apesebrados.

          El gobierno está para servir, para solventar los problemas de la ciudadanía, no está para autorreproducirse y mucho menos para controlar y engañar a los ciudadanos y colocar a sus amistades: repito, eso es una aberración. Si la Constitución dice explícitamente que el Gobierno tiene que presentar los presupuestos anualmente, eso no es interpretable. No presentarlos es un nítido incumplimiento, un soberbio abuso de poder y un indignante ejemplo de cinismo, sobre todo cuando has afirmado y has exigido públicamente lo contrario.

          Jueces, medios de comunicación públicos, fuerzas de seguridad, ejército, empresas públicas, sanidad, educación… no son propiedad de los gobiernos… Son Estado y debieran funcionar con independencia del partido de gobierno, p. ej., con pactos de Estado obligatorios (los políticos tienen que tener obligaciones ineludibles o que se vayan a su casa) revisables cada cinco o siete años, que no coincidieran con las elecciones generales. Mérito y capacidad están por encima de la afinidad/empatía política. Hay que tomar medidas para librarse de la partitocracia corrupta: decisiones con los dos tercios de las cámaras… que hablen hasta acordar o que se mueran de hambre y de sed. La mediocridad no puede gobernar un país… Es evidente que el gobierno tiene que pedir responsabilidades… pero eso de poner y quitar cargos en el extrarradio de sus competencias es un absoluto disparate… Al obediente lo dejo y al díscolo, aunque lleve razón, lo quito del medio.

          Sé de empresas donde los herederos están por debajo, en sueldo y responsabilidades, de un particular, un profesional ético que sabe…

No puede ser que un líder se apropie de un partido; el partido es una pasarela para apropiarse del gobierno; el Gobierno es otra pasarela para apropiarse del Estado… Al final, el líder se apropia del Estado… ¡Hay que poner contrapesos YA!

          El Estado no es ni pazo, ni cortijo, ni masía, ni caserío de nadie… es de todos los españoles… Por eso hay que protegerlo. Tampoco son Estado los asesores. Partidos y políticos se han hecho un colchón mullidito y protegido para su beneficio exclusivo. Un partido no puede ser una empresa especializada en ganar elecciones. ¡¡El negocio es el negocio y el poder lo garantiza!! No, eso no puede ser. Los partidos están para SERVIR a la ciudadanía, a toda.

          Me decanto por la separación total Religiones-Estado, de la misma forma que defiendo la separación —diría nítida— Estado-gobierno. Los gobiernos tienen que tener contrapesos eficaces y, desde luego, no puede actuar como oposición de la oposición porque eso no es gobernar ¿Para cuándo un cursillo de Constitución y de Ética pública para ser gobierno? Algunos lo están pidiendo a gritos.

  

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