Inicio estas líneas desde la pesadumbre del golpe recibido. Desconozco que voy a escribir y cómo se va a desarrollar. Sé que quiero escribir y tengo dos o tres ideas muy claras. La sensación de sorprenderme a mi mismo me anima. Es lo que tiene la escritura.
El primer mensaje es que nadie es dueño de la vida de nadie. La vida es de cada cual y nadie - nadie - puede apropiarse de esta sensacional oportunidad, por tanto nadie puede jugar con la vida de otra persona y mucho menos arrancársela. Quiero manifestar aquí mi solidaridad con las víctimas y sus familias y mi tremendo estupor ante la matanza ocurrida en el semanario satírico francés Charlie Hebdo.
La segunda consideración es que estos asesinatos han sido una tremenda barbaridad, una salvajada y un atentado a la democracia. La desbordante preparación terrorista de los criminales que desprenden las imágenes, la frialdad de rematar a una persona que pide ayuda y el desarrollo de toda la operación es más propia de depredadores que de personas. Barbaridad, salvajada, atrocidad, bestialidad, animalada son calificativos que se quedan cortos. El objetivo de la operación parece bastante claro: entiendo que por un lado se quieren silenciar voces que critican con inteligencia y sagacidad el radicalismo islámico. Por otra se pretende dar una lección, un aviso a navegantes: esto le puede ocurrir a cualquiera que se meta con nosotros, a cualquiera que no esté de acuerdo con lo que hacemos y defendemos. Es decir , el ataque y las muertes llevan asociados un mensaje pedagógico: “La libertad que pregonan las democracias es inasumible para nosotros y nuestras ideas están por encima de cualquier sistema, de cualquier colectivo o de cualquier persona: nuestro radicalismo islamista es absoluto”. La violación de los Derechos Humanos es total: “A ti te mato y a los demás les aviso de que se callen”. “Mi verdad es categórica y estamos dispuestos a imponerla como sea”. "No aceptamos que nadie ponga en duda nuestros principios y mucho menos que se manifieste en contra".
Una idea más: no me gusta la diversidad de templos. Esta diversidad es lógica pues se construyen edificios acordes con las ideas que promueven. Como expresiones artísticas y culturales es un lujo tener templos budistas, catedrales góticas, mezquitas o templos hindúes pero la idea de un edificio sagrado donde budistas, mahometanos, católicos, hindúes o protestantes rezaran, meditaran, reflexionaran y hablaran me satisface mucho más. Si no pueden pensar lo mismo sobre Dios que lo hagan, al menos, en la misma casa. Y si existen diferentes templos, todos – con el respeto debido - deberíamos tener acceso a todos para encontrar allí ese punto de espiritualidad que algunas personas buscamos. La Religión y sus manifestaciones tienen que ser un punto de encuentro, de unión, una casa de todos o no es Religión. No me entra en la cabeza que mi Dios pueda tener hijos predilectos ni templos predilectos y mucho menos que impulse a matar o avasallar. Por lo ocurrido y lo que sigue ocurriendo debiéramos reflexionar con el ánimo de convertir los puntos de conflictos en puntos de encuentros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario