martes, 17 de febrero de 2015

Otras formas de disentir

Marzo 2014


Muchas veces hemos visto que asuntos y problemas de todo tipo se defienden en las calles. Las calles de pueblos y ciudades se han convertido en gigantescos escaparates donde la gente manifestamos nuestro acuerdo o desacuerdo con determinadas situaciones sociales, soluciones a problemas o planteamientos políticos sobre cuestiones que nos afectan o preocupan. Las calles se convierten así en termómetros de problemas, altavoces de desacuerdos o índices de disconformidades. De ahí viene la costumbre de contar manifestantes y la perversa guerra de cifras que acompaña a todas estas movidas.  

El caso es que salir a las calles a gritar, cantar o reclamar es sólo una forma más de mostrar nuestra lucha. En ningún caso podemos admitir la violencia como herramienta de lucha callejera. Esta manía de romper, quemar o pegarse con otros manifestantes o con la policía, poco tiene que ver con la democracia ni con actitudes cívicas. Hay gente que les gusta y les emociona dar la cara pero no les gusta ni las fotos ni las calles. Existen otros ámbitos y otras formas tan válidos como llevar una pancarta y un megáfono a lo largo de una avenida.
Una manifestación en la calle es un acto de dos o tres horas, un día concreto en un espacio concreto. A veces puede durar varios días, incluso semanas. Nada que objetar a la gente que lo hace y hacen bien en hacerlo de esa forma, pero existen otras muchas formas y muchos frentes de presentar la batalla ante una injusticia o un caso de corrupción y creo que a veces pueden resultar hasta más eficaces.
La principal fuente de soluciones es el diálogo. Dialogar hasta la saciedad. Escuchar y proponer. Debatir con respeto y sinceridad. Buscar puntos de encuentro sabiendo que nadie está en posesión de la verdad. Dialogar también es protestar.
Por otra parte es importante – por ejemplo ante casos de corrupción o de violencia doméstica – trabajar esos temas en la familia, en el trabajo, en los medios de comunicación, en internet, en los foros democráticos ( parlamento nacional y autonómico, plenos de diputaciones y ayuntamientos….), en reuniones de amigos o de familia, tertulias, asociaciones…..etc. En cualquier caso considero que la mejor forma de defender valores, actitudes o clamar contra las injusticias es la conducta y el ejemplo personal de cada día.  

Es adecuado resaltar un matiz: reivindicar justicia o clamar contra la corrupción no debería llevar valores añadidos de votos, fama, intereses o cualquier cosa parecida. Denunciar injusticias o corrupción no tiene que llevar implícito beneficiarse de ello. Denunciar situaciones sabiendo que recoges beneficios es legítimo, pero en mi opinión esa situación está impregnada de ciertas dudas sobre su valor ético, aunque no podemos generalizar.

Creo más, me gusta más, prefiero el trabajo personal callado y diario por nobles causas. Bienvenidas sean las manifestaciones en las calles como derecho de todos…..Sólo quería recordar que hay mucha gente desconocida que lucha tanto o más que la gente que sale a las calles. No se les ve, no existen para los medios….…pero están ahí.

Rechazar o protestar en general detrás de una pancarta y acompañado de unos cientos o miles de personas es de admirar. Pero rechazar o no aprobar la conducta de un familiar, de un amigo o de un compañero de la política en concreto es más admirable todavía. El rechazo de influencias para beneficio propio sería el top de la honradez.
 

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